Acostumbrados como estamos al asedio permanente y cotidiano de imágenes, resulta sorprendente autoredescubrirse como un ser perceptivo todavía para degustar con deleite la visualidad de los momentos y, sin embargo, en las últimas semanas pocas sensaciones más decididamente inesperadas y subyugantes como el impacto que me produjo el sereno extinguir de las luces de la tarde seguntina cuando, en los más altos sillares pardo rojizos de dolomías y limonitas que construyen sus severos edificios, parecía haberse sellado un pacto con el sol poniente para vibrar al unísono, en un resplandor que enardece por unos minutos la ciudad en este otoño-invierno.
Ya un tanto estremecida por el espectáculo, desde la Alameda era imprescindible subir la cuesta de la calle Medina para recrearse y saborear nuevamente la formidable traza y los gruesos muros de la catedral, pero, lejos de terminar con ello el festín visual, mi mirada resultó secuestrada por el ventanal de la Galería de Arte Sigüenza, perfectamente iluminado, donde se expone, tal como una sagrada hornacina, una de las espléndidas litografías que Antonio Saura realizó en los años ochenta del pasado siglo, un conmovedor retrato que, resulta el preludio escenográfico perfecto para la muy escogida exposición del autor compuesta por una veintena de estampas que son selección cronológica y temática de su muy amplia trayectoria impresora, algunas en la línea de la mejor producción gráfica sauriana y, que la galería presenta en su sala principal.

Junto a las litografías, cincografías y serigrafías que cuelgan de las paredes renovadas del edificio del S. XVI en el que se desarrolla la exposición, se ha recogido además una parte de la faceta ilustradora en las carpetas de los Responsos firmadas por Antonio Saura y José- Miguel Ullán, y en ejemplares de libros ilustrados por Saura de “La Familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela, “1984” de George Orwell y “Retrato de Antonio Saura” escrito por Julián Ríos, todos ellos acompañados de sendas serigrafías del artista e incluidos en su catálogo razonado de obra gráfica.
El recorrido de la muestra planea por la mirada de un Saura en su etapa central de producción sumergido en su, a partes iguales, propensión y fatiga por lo humano, retratos que, como si de una suerte de disección se tratase, nos acercan a personajes filtrados por un pincel que deja al descubierto sus más expresivas debilidades y que nos habla de perplejidad y angustia en multitudes y amasijos que son a la postre profusión de humanidades.
Una muestra en suma programada con decidido afán, acompañado de grandes dosis de empeño en la búsqueda de la obra y cariño por el autor y, que redunda, desde el formato de la estampa, en los singulares códigos saurianos: su testarudo conflicto permanente con la forma, su expresividad obsesiva, su valor manifiesto para desarrollar nuevos contenidos simbólicos de iconografías trascendentes. Uno de los grandes autores del siglo XX cuya honestidad plástica y compromiso intelectual con la condición humana determinaron la vanguardia española y cuyo sustrato estético permea en no pocos creadores de nuestra contemporaneidad.

Si cualquier proyecto galerístico es hoy por hoy una aventura apasionada, acometer la propuesta fuera del circuito acogedor de las grandes urbes no deja de ser una apuesta merecedora de elogio por cuanto refleja la honestidad, arrojo, energía y pasión…, mucha pasión con las que sus impulsores han trabajado. Si, además, a todo ello se le complementa con una cuidada exposición de estampas con precios medidos y una rebotica con fondo heterogéneo y seleccionado quizá no haya muchas excusas para planear ruta y disponerse a ser seducido explorando la paz que otorgan los parajes seguntinos, una ciudad donde el amor por el arte y la cultura vienen de serie impresos en esos los muros pardo-rojizos que resplandecen al caer la tarde.
Esther Plaza Llorente
Presidenta AMCA (Asoc. Madrileña de críticos de Arte)
Diciembre 2023
La exposición permanecerá abierta hasta el 10 de enero de 2024
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