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La actuación en la Iglesia de Santiago

La “Asociación de Amigos de la Iglesia de Santiago” presentó este concierto muy acertadamente, por el entorno y la música que escuchamos, todo un perfecto encaje en esta ocasión.

En el año 2008 dentro del ciclo “Música en el Camino del Cid”, pudimos escuchar a Eduardo Paniagua en la ermita de San Roque en Sigüenza, un magnífico concierto con su grupo “Música Antigua” y, en Hita, a Felipe Sanchez Mascuñano con su grupo Axivil Aljamia. Ahora juntos, con el nombre “El misterio oculto de las cuerdas pulsadas, siglos XIV-XVI” Eduardo Paniagua (salterio y flauta) y Felipe Sanchez Mascuñano (vihuelas de péñola y de mano) nos ofrecieron, en cinco secciones diferenciadas, música que puede antojarse más simple pero no menos maravillosa.

Comenzaron con lo que denominaron “Danzas Sacras” provenientes del “Libre Vermel” (Libro Rojo de Montserrat), puro canto llano expresado con las púas o plectros en el salterio y acompañado suavemente por la vihuela de péñola tocada también con púa y de sonido parecido al laúd árabe, deliciosa introducción que creó un inmediato ambiente de silencio expectante.

La siguiente parte, coincidente con el reinado de los Reyes Católicos y basada en las obras recogidas en el “Cancionero de Palacio” (siglos XV y XVI),  eran piezas muy reconocibles, pues muchas las hemos escuchado en versiones cantadas. En esta ocasión quedaron en su pura esencia polifónica con el salterio acompañado por la vihuela en perfecta armonía y conjunción.

La tercera sección dedicada a las “Calatas” de Joan Ambrosio Dalza,  quedó a cargo de la vihuela de mano, ahora sin púa. La estupenda introducción de Felipe nos situó en la imprenta veneciana de Petrucci,  donde se publicaron en tablatura para laúd estas danzas en 1.508.

Son parecidas a las “bassadanzas” italianas aunque no puedan clasificarse exactamente.

En el capítulo, “Mudejar-Morisco” volvimos a ese dúo inusual de salterio y vihuela de péñola que nos condujo a los sonidos mágicos de ese mundo de esencia nostálgica y de profunda sensibilidad.

La última parte del concierto llevaba por nombre “Cortesano”, aludiendo a la música de las cortes europeas: Combinaron con destreza  tres obras diferentes que sonaron en la misma época por distintos países. Pudimos comprobar el conocimiento y buen hacer de Eduardo y Felipe, dos grandes músicos entregados desde hace mas de 20 años a la investigación y la interpretación de la Música Antigua.

Las introducciones de Eduardo con su voz sosegada, antes o después de cada sección, fueron el complemento perfecto y, una vez más, un enriquecedor aprendizaje.

Creo obligado mencionar a Jorge y Arancha del Taller Medieval por ser parte en la consecución de este evento, como mencionó Eduardo Paniagua en el concierto. Gracias a ellos y a la asociación, hemos tenido la suerte de vivir tan preciados momentos.