Millares y millares de lechones nacidos en Alemania y Holanda realizan, en camiones, un viaje que tiene, desde hace un corto período tiempo un destino común: España. De Europa llegan a solo a Cataluña unos quince millones de cerdos para el engorde y su futuro regreso a los mataderos de sus países de origen o son desviados a otros países como: Italia, Francia o Grecia
Antes de llegar a su lugar de engorde los cerdos ya deben soportar los malos tratos ellos y a sus madres, las cerdas de cría. En Europa seis millones de cerdas viven, inmovilizadas, entre barrotes en régimen de cría intensiva. Pasan encerradas en jaulas, sin poder moverse, ni pasear, ni yacer en paja unas 16 semanas de embarazo y 3 semanas de lactancia a los catorce o dieciocho lechones que pueden llegar a parir
Existen hoy ciertas prácticas crueles a las que se someten los recién nacidos y las madres criaderas que los amamantan. Vivir durante todo el día sin poder moverse enjauladas entre barrotes mientras los pequeños intentan amamantarse. Vivir sin poder rascarse, sin poder husmear ni oler nada más que lo que tienen enfrente. Vivir comiendo en la misma postura. Vivir yaciendo, en muchos casos, en el mismo lugar donde se orina y defeca aunque los granjeros intenten mantener limpio el lugar en donde se hallan millares de cerdos, en las mismas condiciones. Todos alineados en las mismas jaulas
Desde su llegada, estancia, y engorde hasta su marcha, han ido dejando sus defecaciones —purines- que no son tan sólo el resultado de un proceso digestivo normal del animal pues su alimentación ha estado basada en piensos elaborados con las materias primas más inimaginables, la mayor parte de deshechos. Los millones de cerdos que anualmente viven durante un tiempo en nuestras tierras no se llevan con ellos sus cacas, excrementos que son, precisamente, el motivo de su presencia entre nosotros, los españoles. Desechos que no quieren los otros países europeos.
Desde todas las asociaciones animalistas, se pide: un transporte lo más corto posible hasta los mataderos y si hay que transportar la carne que sea en canales, congelada, en camiones frigoríficos. No en camiones llenos de agonía y desesperación de seres vivos
Desde ADAS (Asociación para la Defensa Animal de Sigüenza) mostramos también nuestro rechazo a estas prácticas de cría intensiva y nos postulamos totalmente en contra de la instalación de cualquier macro granja en cualquier lugar, ya sea para la cría intensiva de cerdos, vacuno, gallinas ó cualquier otro animal y cuyas condiciones de hacinamiento y explotación intensiva, incluido el transporte, constituyan prácticas manifiestas de maltrato animal.
Que duda cabe que, si se pone fin a las macro granjas se pondrá también fin al problema de los purines, consiguiendo que ni el medioambiente, ni los animales, ni las personas sean perjudicados del maltrato general, social y global, que suponen estas prácticas, cuyo único y exclusivo fin es el de abaratar los costes de producción “a costa de los que sea” para generar beneficios increíbles a las empresas que promueven y participan en esta expansión, ya sean productores de pienso, grandes superficies comerciales que dirigen el mercado y los precios, laboratorios que suministran los antibióticos, etc...
Desde ADAS por tanto, nos unimos a la Plataforma Pueblos, Valle y Salinas del Río Salado para la no instalación de macro granjas en nuestra comarca, si bien fundamentamos nuestra postura, primero en la defensa contra el maltrato animal que suponen para los animales, y de forma intrínseca por los irreversibles daños ecológicos y medioambientales que producirían los purines generados.