Voy a escribir este artículo para pensar un poco y concienciarme a mí mismo y a todas las personas que estén leyendo este artículo de lo mal que lo pasan los millones de niños y niñas que intentan sobrevivir en países en guerra o en la pobreza absoluta y mirar lo afortunado que soy de no vivir en las pésimas condiciones de vida en las que viven. A pesar de todos los baches que pasan son felices con lo poco que tienen y pienso que esa felicidad que no está en lo material es la que les hace salir adelante.
Me quiero centrar en los 300 mil niños soldado, que se alistan en el ejército para sobrevivir o son raptados e incluso vendidos por sus propios padres. También son utilizados como cocineros, mensajeros, esclavas sexuales, para realizar ataques suicidas...
Estas barbaridades, por no llamarlo de otra forma, ocurren en los siguientes países: Sudán, Siria, Israel, Afganistán, India, Myanmar, Tailandia, Filipinas, Colombia, Mali, Nigeria, Irak, Yemen, Somalia, Sudán del sur, República Democrática del Congo y República Centroafricana.
Ahora os voy a poner el caso de Deng Adut, el inspirador abogado que fue niño soldado.
Adut nació en Sudán (África) y con solamente 6 años de edad fue separado de su familia y reclutado por el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán para ser un niño soldado. Durante esos años fue torturado de diferentes maneras, herido por una bala en la espalda, y tener tantos traumas psicológicos es un gran peso para un niño de tan solo 6 años hasta que con 15 años fue rescatado por la ONU y llegó como refugiado al país que hoy en día considera su hogar, Australia. Y después emigró a EEUU.
Con solo 16 años aprendió a leer en inglés por sí solo y aprovechó la oportunidad que le dieron de estudiar derecho. A pesar de la falta de recursos y vivir en un simple coche durante sus años de estudio consiguió trabajar de abogado en EEUU.
Y nosotros/as con tal cantidad de facilidades que tenemos hoy en día sabiendo que hay gente que lo pasa así de mal en el mundo.
No hablo sólo de los niños soldado sino también de los millones de personas que viven en países pobres que no tienen dinero ni para comer y se recorren muchísimos kilómetros para traer a su casa un poco de agua, en sus países no tienen colegios ni hospitales ni nada de nada y con pocos años algunos niños tienen que trabajar y van en busca de una vida más justa, ellos son los que de verdad se merecen una vida mucho mejor. A mí me impresiona que estas cosas ocurran todavía y que haya gente que no hace absolutamente nada por cambiarlo.
Ahora hay muchas maneras de ayudar donando dinero a organizaciones que se dedican a ayudar a estas personas como Unicef o Accem. A todos/as nos cuesta ponernos en la piel del pobre o en la de personas desafortunadas y pensar un poquito en esa gente que lo pasa tan mal.
Por favor, ayuda a los que lo necesitan más que tú y en un futuro las cosas cambiarán y esta gente tendrá una vida mejor si todo el mundo pone un poco de su parte.
Nacho Caballero Albacete
y Javier Rodrigo López