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Presenta su libro de poemas, “Esto no es una pipa” (Premio Internacional Gerardo Diego) Francisco García Marquina en la calle Libertad, paralela a Barbieri, donde yo habité un apartamento en los primeros años ochenta. Entre poetas – le presentaron Francisco Caro y Rafael Soler -, familiares y amigos de Madrid y de Guadalajara, Paco impregnó el ambiente de versos, de humor y de ese extraño y misterioso “elixir de la inspiración”, que guarda en frascos diminutos. Una pócima elaborada en su casa de El Cañal, junto al Henares, con jalea real y plantas aromáticas. Un original brebaje, cuya receta solo comparte con las abejas viudas que supuestamente colaboran en su elaboración.

El escritor y biólogo Francisco García Marquina – él prefiere que le llamen “un hombre que escribe” – dejó de impartir clases en un instituto de Madrid, donde tuvo alumnos aventajados como el hoy ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, para irse a un molino de Caspueñas, junto al Río Ungría, a criar truchas. Y, por supuesto, para poder escribir sin agobios todo aquello que le apetecía.

Al contrario de su biografiado y admirado Camilo José Cela, el reciente ganador del premio de poesía Gerardo Diego y anteriormente Premio Blas de Otero por “El equipaje del náufrago” (2003), no viajó a Guadalajara con la intención de contarlo en un libro a la vuelta, sino con el convencimiento de quedarse a vivir entre nosotros, cambiandolos atascos de la calle Alcalá por las puestas de sol de nuestra campiña. Dando clases a los peces del Río Ungría.

Como le he escuchado decir en más de una ocasión, el lugar de nacimiento es casi siempre accidental, mientras que elegir el lugar de residencia, como ha sido su caso, es decisión libre de uno mismo. A Paco García Marquina seguramente le hubiera gustado ser protagonista del “Libro de Buen Amor” por esas tierras de Hita o incluso monje bibliotecario, montaraz y algo libertino en el antiguo monasterio benedictino de Sopetrán. Sin embargo, le ha tocado adaptarse, con gran sentido del humor y no poca dosis de paciencia, en una época muy distinta, donde sobrevive contando historias, uniendo palabras y buscando adjetivos. O, como es el caso, escribiendo libros de poesía, en forma de diarios.

Entre los 59 poemas de “Esto no es una pipa”, me detengo en el del 6 de diciembre, porque queda entre mi santo y mi cumpleaños, y porque invita a reflexionar un rato sobre nuestras vidas. En estos versos, como en tantos otros, te encuentras con García Marquina en estado puro.

“Si al doblar una esquina
pudiera tropezar con quien yo era,
él pasaría de largo sin reconocerme
y yo me guardaría la pregunta
de cómo ha conseguido llegar a lo que soy.
Fui audaz en el ensueño y noble por escrito,
pero, al roce cruel de un mundo inexplicable,
fui bajando las manos y perdiendo el valor
y hasta la cobardía.
Aunque la madrugada no se anuncia
mejor que fue la víspera,
camino alegremente. Y me sonrío
de no saber por qué”.

Irónico, rápido, con gran sentido del humor, Paco García Marquina tiene ya escritos veintidós libros de poesía, es autor de una voluminosa biografía sobre el Nobel Camilo José Cela – yo diría que la mejor y más trabajada –, de media docena de novelas, además de cuentos y ensayos, pero vive fuera del escaparate. Sonríe desde la distancia, alejado de las grandes citas literarias, al margen de la feria de las vanidades. Pero eso sí, dejando en el papel, con esa letra rotunda y precisa, poemas como este:

“No me salen las cuentas,
porque al llegar a término voy a morirmemucho,
después de haber vivido escasamente.
Yo fui nacido en blanco y sin merecimiento,
y luego vino Dios a hacerse cargo.
Y me dejó el temor, prendido entre las ropas de la casa,
de que al final el cielo
fuera a pedirme cuentas de todo lo vivido”.

Cuando me lo encuentro, inevitablemente recuerdo su trabajo impagable, aunque impagado, de  colaborador y estudioso de Camilo José Cela. Pero le tocó torear con Marina Castaño y fue empitonado, como tantos otros, para borrar infructuosamente huellas de la Alcarria que sobreviven en los libros y artículos de Cela y de Marquina. Antes de recomendarles la lectura del poemario de Francisco García Marquina – recuerden, “Esto no es una pipa”, Editorial El Desvelo -, les dejo con este breve pero bello poema, escrito un 7 de julio.

“Tengo miedo de hacer asunto público
de este amor que guardamos.
A nadie voy a hablar de tu sonrisa,
por si alguien te la roba,
ni de tu paso alegre, por si alguno
quisiera darte alcance”.

Lo dicho, un gran poeta, un estupendo narrador, cultivado en los clásicos, pero también en la soledad y en los atardeceres de la campiña.

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