La Plazuela en las redesVideos de La Plazuela

La grúa en la puerta de la casa

Aunque sólo llevamos diez años empadronados en Alboreca, ese tiempo ha sido más que suficiente para percibir que los vecinos de las pedanías de Sigüenza somos algo así como desatendidos e incordiantes “ciudadanos de segunda” para el Ayuntamiento de la “capital”. Pero hasta hace unos meses aún creíamos que la Ley también estaba vigente en pedanías como Alboreca y que, en virtud de ello, podía no ser completamente inútil denunciar ante la autoridad competente, el Señor Alcalde, las actividades ilegales de las que uno pudiera ser víctima, una vez agotados todos los medios de resolver los conflictos mediante el diálogo.

¡Craso error e ingenua ilusión! Un día del pasado verano tuvimos la desagradable sorpresa de despertarnos con una inmensa grúa, rodeada por un cercado de alambre metálico, frente a las ventanas del estudio adjunto a nuestro domicilio en la Calle Real, número 2, de Alboreca (adjunto dos fotografías ilustrativas). Aunque la ilegalidad de la apropiación indebida del espacio público para estacionar tamaño monstruo frente a una casa habitada es flagrante, el protagonista de tamaño desmán, un constructor de Sigüenza (CFJ-Construcciones F.Juanas), aparentemente inconsciente de ello o guiado por un sentimiento de impunidad de misterioso fundamento, no tuvo inconveniente en dejar su identidad y teléfonos bien visibles en una placa metálica adherida a la grúa.

Tan arrogante inconsciencia o exhibicionismo delictivo permitía aventurar la hipótesis generosa de que el propietario de la grúa quizá no era del todo consciente del perjuicio que nos causaba su estacionamiento ilegal frente a nuestra casa y, en efecto, una vez localizado y trasladada amistosamente nuestra queja, manifestó que tal estacionamiento era una urgencia provisional y que “pronto” (¡ambigua palabra donde las haya!) trasladaría la grúa y podríamos volver a ver el campo desde nuestras ventanas.

Pasaron los meses y no sólo ese “pronto” no se concretaba, sino que además, requerido de nuevo a cumplir su palabra, había desaparecido cualquier indicio de la pasada voluntad aparente de “desfacer el entuerto” y llevarse la grúa. No quedaba más salida que la resignación o la denuncia, y el pasado 23 de enero entregamos en el Ayuntamiento de Sigüenza una carta al Señor Alcalde de la que adjunto copia.

La grúa sigue donde estaba y no hemos recibido respuesta alguna del Señor Alcalde. ¿Qué debemos pensar: que los constructores de Sigüenza tienen permiso municipal para apropiarse el espacio público de las pedanías y aparcar sus trastos donde les venga en gana; que las puertas del Ayuntamiento de Sigüenza están cerradas a las denuncias de los vecinos de las pedanías; que Alboreca es un pueblo sin Ley?

Juan Aranzadi y Celia Montolío

No hay comentarios

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

¡Nuevo!
Agotado