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Fue un encuentro informal a la hora del aperitivo en una apartada mesa de un kiosco de la Alameda. Allí departimos con María Dolores Gonzalo a la que acompañaba su hijo Antonio Muñoz. María Dolores nos habló de sus tiempos pretéritos en Sigüenza, de sus inquietudes artísticas y de sus siete hijos. Antonio, su último hijo, ayuda a su madre a precisar detalles de lo que nos cuenta durante el encuentro.

María Dolores con su hijo Antonio en un kiosco de la Alameda de Sigüenza.

María Dolores narra vivamente unos hechos que acontecieron durante la guerra civil en Sigüenza que la impactaron. Era el comienzo del verano de 1936. Su abuelo, Manuel Carrasco, era el encargado de una tienda de ultramarinos de la familia De Grandes, que estaba justo pegada a la de las Tobajas en la calle Guadalajara (hoy calle Cardenal Mendoza). Recuerda un trágico suceso que marcó a la familia. Cuando estaban evacuando Sigüenza llegó un soldado herido del bando contrario a su tienda y el abuelo dejó todo para ayudarle bajando al sótano del negocio donde se encontraban las vendas con las que le curó. Estando allí cayó una bomba y ambos murieron sepultados. “Mi padre se lo había querido llevar a Madrid en el último tren que salió de Sigüenza antes de que comenzaran allí los combates pero él no quiso nunca dejar su casa y su comercio.” Y añade:  “Mi padre también fletó el primer tren que llegó a Sigüenza después de la guerra”. Su padre, José Gonzalo, era por aquel entonces directivo de la Renfe, y Antonio apostilla que con su proceder salvó a mucha gente en Sigüenza sin distinción de bandos políticos.  

Estos penosos recuerdos no impiden a María Dolores, que ahora reside en Madrid, tener una verdadera devoción por Sigüenza aunque reconoce que le gustaba más la antigua ciudad:  “De Sigüenza me quedo con lo de antes aunque me sigue gustando”, nos dice. Por ello no deja de venir todos los años durante el verano a su casa situada en el Callejón de los Infantes, en pleno barrio de San Roque.

María Dolores en su casa de Sigüenza.

Pero lo que siempre ha caracterizado a María Dolores es su vocación artística que fue innata desde pequeña. Le pilló la guerra y no pudo estudiar una carrera. “Vivía en Madrid al lado de una Escuela de Artes y Oficios y entré diciendo que quería estudiar allí, estaba embarazada y me miraron con extrañeza”. La vieron con tanto empeño que no la hicieron el duro examen que el ingreso exigía por aquellos tiempos pero a lo largo de los meses pudo demostrar haciendo esculturas, pinturas y grabados que valía para ello. Esto le abrió las puertas del Museo del Prado donde se dedicó a copiar las obras que la gustaban: un pintor flamenco paisajista, la dolorosa de Tiziano, Tiépolo, las pinturas negras de Goya. Pero los gustos artísticos de María Dolores no se quedan solo en los clásicos, Picasso por ejemplo es uno de sus artistas favoritos. Además de escultura y pintura tambien ha hecho mucho grabado, para ello se formó en “Brita Prinz”, una de las más conocidas galerías de Madrid dedicadas al grabado, donde ha expuesto en varias ocasiones. Otra de sus aficiones es la elaboración de joyas, al respecto junto a su hijo Antonio se refiere a la experiencia que tuvo en Londres en 1988 cuando descubrió en un bar el mundo punk y empezó entonces a hacer colgantes de bronce con esta rompedora estética.

Tres muestras de la obra de María Dolores.

En su vocación artística siempre tuvo todo el apoyo de su marido José María Muñoz, de profesión bioquímico, ya fallecido, que le proporcionaba materiales para su obra. De él comenta su hijo Antonio que merecería ser digno también de una semblanza por su trayectoria.

Su sensibilidad artística también se refleja en el género lírico, para muestra una poesía dedicada al jardín donde jugaba en la infancia que fue destruido durante la guerra civil:

¡Están aquí
En mi memoria!
Las flores,
Su aroma.
La tapia aquella
Tan llena de rosas,
Las azucenas,
Que a San Antonio evocan.
Aquel parterre tan lleno de dalias,
Cercado por verjas.
Aquellos paseos
Donde con mis hermanos jugaba,
En mi recuerdo.
Más todo se va
Y todo se queda,
En nuestra memoria
De tardes aquellas.

María Dolores en Sigüenza.

Creó su obra por la necesidad de expresarse como artista, nunca ha tenido la idea de comercializarla, lo ha compaginado, como dice Antonio, siendo una perfecta madre de siete hijos, cuya crianza la ha mantenido ocupada. Esta veta artística la ha transmitido a varios de sus vástagos, ahora mismo Blanca Muñoz es una artista reconocida por su obra escultórica y recientemente ha sido nombrada Académica de Bellas Artes de San Fernando, la sexta mujer en España en conseguirlo. También se ha dedicado a la pintura María Dolores, otra de sus hijas. Por último, Antonio, aunque de profesión historiador del arte, es un músico autodidacta que compone música, canta y toca la guitarra habiendo actuado en las Salas Galileo y Clamores de Madrid.

Viñeta

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