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Se apuntó a la Escuela de Arte de Sigüenza y ya le reclaman galeristas.

En la ermita de San Roque de Sigüenza tuvo lugar (del 31 de agosto a 6 de septiembre) una exposición de pintura de Diego Moll. Sus obras destacan por su fuerza vital, y su trayectoria, por un toque de fábula. Hablamos con Diego Moll.

Diego Moll al lado de su cuadro "Heráldica"
Diego Moll al lado de su cuadro "Heráldica"

¿Eres de Argentina?

Nací en Argentina y con 42 años me vine aquí a España. Cumplo 61 en este mes. Viví en La Rioja y desde hace dos años y medio vivo en Sigüenza.

¿De que parte de Argentina eres?

De una ciudad que muchos conocerán el nombre, Quilmes, donde hacen la cerveza más conocida de Argentina.

Y viniste a España ¿por qué?

Porque mis padres vivían aquí, en Logroño. Cuando se jubilaron vinieron a vivir a España. Y mi padre enfermó, le dieron seis meses de vida y vine a despedirme de él y aquí me quedé.

¿Viniste a Sigüenza por una historia personal?

Sí, conocí a mi pareja [que trabaja en Sigüenza] y me vine.

¿Qué estudiaste en Argentina?

Yo soy ingeniero mecánico industrial. Lógicamente como recién llegado en España trabajé en lo que fuera. Luego conseguí un trabajo en Movistar, y allí estuve ocho años. Y cuando me echaron, me vine para Sigüenza. Ahora estoy trabajando también de técnico mecánico industrial en Azuqueca de Henares. Hago un buen viajecico todos los días. El trabajo me gusta mucho.

¿Y tienes tiempo libre para pintar?

Tuve, digamos, la suerte de que estoy de baja médica por una operación que me hicieron, lo aproveché y pinté bastante para completar la sala de la ermita de San Roque sin problema.

¿Cómo empezaste a pintar? He leído tu historia en Facebook. Que de repente empezaste hace dos años y ya estás en varias galerías y vendes un montón. Pero no me lo creo.

¿Por qué no lo crees?

Porque es algo con que la gente sueña pero es demasiado maravilloso.

Ya… Siempre me gustó dibujar, pintar. A los ocho años fui a aprender la pintura en Quilmes pero luego tuve que elegir entre hacer deporte y pintar y elegí hacer deporte y dejé la pintura. Estando aquí en Sigüenza, hace dos años me apunté en la Escuela Municipal de Arte. Es que en Sigüenza hay mucha actividad y mucha oportunidad para aprender. Entonces, me apunte a la Escuela de Arte... y retomé el gusto.

Quieres decir que entre lo que hacías en la infancia y lo que estás haciendo ahora...

…no pinté más.

Increíble. Vale.

Eso es lo que me pasó. Entre la familia, el trabajo, los hijos no me daba tiempo.

Por un momento me llamaba la atención pero tenía que comprar todo el equipo para pintar y siempre lo fui relegando. Lo de la Escuela coincidió con que mi pareja, Pilar González, también pinta. Pintaba óleo y luego en la Escuela de Arte descubrió la acuarela. Entonces, ella tenía todo: caballete, pintura, pinceles... Y por eso volví a pintar. Fue un cúmulo de casualidades.

¿Al ser técnico estudiaste dibujo técnico?

Claro. Lo que me dio bastante idea de perspectivas, proyecciones, luces, sombras. Eso yo lo tengo incorporado de profesión. Pero de cualquier manera en la Escuela de Arte yo hacía mucho figurativo. Creo que no lo hacía mal pero no me terminaba de llenar. Y me puse a improvisar, a jugar un poco y terminé haciendo abstracto, que eso sí, me llenó más. Porque es como que siento que saco más lo de adentro. En vez de pintar algo que veo, pinto y luego veo lo que pinto.

El cuadro está caminando hacia tal sitio, me dejo llevar. Yo arranco con una idea en la cabeza que nunca termina siendo lo que es.

Diego Moll. Geodesia.
Diego Moll. Geodesia.

¿Qué tipo de ideas?

Pueden ser muy variadas. Se me ocurre una forma, unos colores, luces, y empiezo…

Pero estas luces y formas las observaste en la realidad y las depositaste en tu memoria o ¿cómo?

Me siento al lienzo blanco y me empiezo a imaginar curvas, y manchas, y trazos... Es como muy instintivo, es difícil de explicar. Es que no tengo fundamento técnico. No tengo experiencia ni tampoco una gran formación. Todo me está cayendo muy rápido.

Cuenta sobre tu vertiginosa historia.

Muy vertiginosa. Porque pintaba en mi casa. Pintaba para regalar a mis amigos. Y el año pasado leí los bases para el concurso de pintura de Fermín Santos en la página del Ayuntamiento… y me presenté. Y me seleccionaron. Todo el mundo puede presentar una obra, luego seleccionan para competir por el premio unas veinte obras. Y una vez seleccionado compites por el premio que yo ya sabía que no lo iba a ganar. Además hacen la exposición del concurso y tu cuadro, seleccionado, se expone. Expuse al lado de pintores que eran increíbles. Me sentí un intruso porque no tenía mucha experiencia. Y me intentaron a convencer de que yo era bueno. Que yo no me lo creo. Entonces, allí alguien me lo dijo: es que tú no te sabes vender. Y abrí un perfil en Facebook. Colgué algunos cuadros, mandé algunas solicitudes de amistad. Fue una auténtica locura. El mérito no fueron los cuadros, el mérito fue mandar a la gente adecuada y que me viera. Eso fue a principios de noviembre del año pasado. Y en quince días tuve 5.000 amigos en Facebook. Un día tuve mil solicitudes de amistad. Era una locura, no lo pude atender. Y a partir de ahí me llegaron mensajes de galeristas diciéndome que "tu obra viene bien para la idea de galería que tenemos" y además me empecé a presentar a diferentes selecciones de diferentes galerías. Son llamamientos [que galerías hacen a través de Facebook] para que los artistas muestren sus obras. Y ellos si te eligen, exponen.

Y luego recibí un mensaje directo, el primero de todos que recibí, de una chica que tenía una galería en Barcelona y que iba a presentarse a una feria en Copenhague y si quería presentar mis cuadros a través de su galería. Y me agobió. Terminé rechazando lo de Copenhage. Terminé rechazando otra en Paris, otra en Milan... porque no sabía que hacer con ello.

Diego Moll. Corrida.
Diego Moll. Corrida.

¿Por qué lo rechazaste?

Porque era un costo de transporte, de seguros. Y tampoco tenía convencimiento que podía hacerlo bien. Y así rechacé unas cuantas. Luego me contactó uno que tiene tres galerías: en Basilea, otra en una localidad de Austria y otra en Munich, lo único que tuve que pagar fue el transporte de cuadros, nada más, él se encarga de todo. Eso sí que lo puedo hacer. Firmamos el contrato, que yo me comprometo mandarle cierta cantidad de obras y si él las vende, las repongo.

Hicimos una exposición en el Humilladero [en la ermita de Humilladero en mayo de 2024, con Juven Villareal y Pilar González Montejano]. Estuve en una galería en Madrid donde afortunadamente vendí. Estuve en otra galería en Madrid... Fue una locura. Es que me vino todo de golpe. Hay quien me dice: tienes que estar contento, y lo estoy. Pero lo disfrutaría mucho más si fuera algo que yo iba buscando y que hubiese hecho paso a paso.

¿Te da miedo que también pueda acabar igual de golpe?

Me da miedo porque me estoy metiendo en un fregado que no conozco, no domino. Yo, por ejemplo, en mi vida he sido muy deportista, y me animé a jugar un torneo válido por el ranking mundial amateur, y jugué un campeonato de España de golf. Lo estaba haciendo con algo que más o menos dominaba, esto yo puedo hacer bien. Pero con esto [el arte] me encontré con un mundo diferente muy de golpe.

En Facebook repites siempre la frase: “Jugando a ser artista”. ¿Por qué “jugando”?

Alguno me dijo esto es falsa modestia. No, es sincero. No me creo en el círculo de los artistas. Juego a serlo. Y hago las cosas que hacen los artistas: exponer, vender. Pero yo todavía no me lo creo. En una de las primeras galerías a la que mandé mis cuadros me dicen: dime los precios... - Pues no tengo ni idea de cómo se calculan precios. - Bueno, una parte material, el tiempo que has invertido, y la parte más importante del precio es la trayectoria del artista… Y mi trayectoria… Cuando tenga una buena trayectoria diré: dejo de jugar de ser artista, ya lo soy.

¿Por qué este éxito? ¿Descubriste algo que le gusta mucho a la gente?

Sí… evidentemente gusta. Hay gente que me dice que jamás les gustó el abstracto, y de golpe ven un cuadro mío y sienten como algo… En esta exposición vendí doce cuadros. Y otra parte fundamental de todo eso es que me metí la cabeza donde tuve que meterla. No sé que habría pasado si hubiera tenido una trayectoria como todos los demás, lenta, buscada, planeada… No planeé nada..

Quizá lo que le diferencia de la pintura abstracta es que les das a tus cuadros unos títulos muy sugestivos: “Decisión”, “Distancia”, “Caos”, “El salto”… Como buen argentino ¿te psicoanalizaste varias veces en tu vida ¿no?

No me psicoanalicé con un psicoanalista. Pero hubo muchas etapas de mi vida que lo pase terriblemente e hice un trabajo mental muy profundo para conocerme a mi mismo y para estar bien conmigo. Yo empiezo a pintar y luego veo que me provoca lo que pintaba. Y me vuelve para dentro. “Decisión”... cierto momento de mi vida cuando tuve que tomar una decisión.

Y todo el mundo piensa en sus propios decisiones... La abstracción pura les deja a la gente como un poco perdidos...

Y aquí les doy una pista… Y empiezan a pensar cosas.

Diego Moll. Decisión
Diego Moll. Decisión.

Una novedad que tiene esta exposición: la subasta silenciosa. En Sigüenza, que yo sepa, nadie la ha hecho antes.

Como nunca ha habido una inauguración con la música en directo. Creo que se me da mejor organizarlo que pintar. Llevo dos años en Sigüenza y estoy perfectamente integrado, me llevo muy bien con la gente y me he hecho un montón de amigos que me dan una mano. La gente de Sigüenza es fantástica.

Tuve muchísimo apoyo de Sigüenz(A)rte, por eso puse en los carteles su logo como forma de agradecérselo. La sala me la han dado al haber sido seleccionado en el concurso de Fermín Santos, obtienes derecho de usar la sala. Siento que le debo mucho al Ayuntamiento también. Porque soy un producto de la Escuela de Arte del Ayuntamiento.

¿Sigues teniendo ganas de hacer cosas? ¿Más ganas que al principio? ¿Menos?

Tengo más ganas, porque a pesar de mis dudas veo que a la gente le gusta. Y no solamente a mi pareja y a mis amigos. Y el arte es para compartir. De que sirve que yo sepa tocar el trombón si no me meto en la banda y que me escuchen.

¿Piensas estudiar la pintura, con un maestro, con un taller?

Sí, es una cuenta pendiente que tengo. Ahora, después de esta exposición, tengo que preparar un cuadro para una galería en Madrid. Luego en el puente de noviembre tengo otra exposición con Juven y con Pilar como la del Humilladero pero en Pelegrina y en noviembre tengo una individual en Madrid durante todo el mes. Después mi idea es parar un poco y ordenarme. Y entre este orden que estoy buscando está empezar a investigar, aprender técnicas.

Todo como al revés ¿no?

¡Claro! Estoy haciendo al final de una etapa una regresión a lo que pudiera ser el principio.

Diego Moll haciendo entrega de lo recaudado en la subasta de sus cuadros a Mari Paz Sánchez, presidenta de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) de Sigüenza.

 

 

Viñeta

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