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Mariano Canfranc no necesita presentación en Sigüenza, lleva cuarenta años dedicado al arte del cincelado y el que visite la ciudad, tras conocer la catedral y el castillo, tiene que hacer una parada obligada en su taller. Antes de que acabe su temporada en Sigüenza, “me voy a Madrid por Todos los Santos”, donde pasa la mitad del año, La Plazuela quiso charlar con él tanto de su trayectoria como de sus proyectos. Hablar con Mariano Canfranc es fácil, lejos de la tópica pose del artista, es una persona cercana a la que podemos encontrar en cualquier acto social que se produce en Sigüenza. Para ello nos dirigimos en su taller, situado en la calle Seminario, una de las calles con más sabor y más historia de la ciudad.

Empezamos por sus comienzos. “La naturaleza que a veces es cruel, también es sabia y cada uno nace con una cierta predisposición a ciertos trabajos, yo desde pequeño siempre estaba dibujando, a mi casi me aprobaban por los rótulos que hacía en los cuadernos de pequeño”. Aunque la familia quiso que enfocara su futuro a una ocupación de provecho y que se buscara un sueldo fijo, pronto supo que los números no eran lo suyo, “estuve en un banco y a mí los números me bailaban”. Después de hacer la mili estudió en la desaparecida Escuela de Artes y Oficios de la calle de la Palma en Madrid y decidió dedicarse a lo que le gustaba. “Encontré lo mío, me lo pasé bien y después estuve recorriendo muchos talleres”, fue moviéndose en el mundo de la platería y los metales hasta encontrar lo que más le atraía, el cincelado. Mariano considera que tener el taller en Sigüenza es una gran ventaja ya que permite exponer su obra a todos los visitantes mientras trabaja sin tener que afrontar ningún gasto “la gente viene aquí y se lleva lo que le gusta”, sin embargo también piensa que en algo le ha perjudicado. “Me han hecho muy cómodo y apenas he salido a exponer fuera de Sigüenza. En cuarenta años solo habré tenido de 10 a 15 exposiciones”. Ahora quiere salir más al exterior y tiene previstas exposiciones en Salamanca, Zaragoza y Barcelona. Antes tenía un taller en Madrid además del de Sigüenza, lo quitó y ahora se arrepiente porque eso le permitía seguir trabajando todo el año cosa que ahora no le resulta posible.

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El cincelado, es tan antiguo como el hombre, señala Mariano Canfranc. Se trata de hacer bajorrelieves. Nos explica que el proceso técnico tradicional del cincelado no ha cambiado apenas desde la época en la que los talleres se dedicaban a suministrar orfebrería a las iglesias. Aunque también se hacía obra civil, “antes se hacían juegos de café, algo que en las casas daba cierto nivel”. En Sigüenza, afirma Mariano Canfranc, debían existir orfebres en las Travesañas para suministrar cálices y custodias a la Catedral, aunque la mayor parte de los talleres se encontraban en Toledo. Ve como problema que se esté rompiendo la cadena y que los buenos cinceladores tradicionales estén desapareciendo. “Jamás vendrán cinceladores como aquellos que dominaban todos los estilos y que empezaban a trabajar a los 12 años.”

Para Mariano el dibujo es la base de todo, “si dibujas mal, en el relieve no lo mejoras. Otra cosa muy importante es el modelado”. Los materiales han cambiados poco: “antes se utilizaba resina negra de asfalto ahora resina de pino que es mucho mejor”. La resina se calienta y se apoya en ella la plancha de metal que después se trabajará con los cinceles. “Yo vengo usando tres metales, el cobre, el latón, que es una aleación de cobre y cinc, y la plata. Como herramientas utiliza varios cinceles. En vez de pintar con óleo se trata de pintar con ácidos”. En sus cuadros, con esos ácidos, incorpora colores. Aunque siempre está dispuesto a participar en cualquier muestra de las productos que se hacen en la ciudad, reivindica su condición de artista: “yo soy el primero que me meto si me dicen que hay que hacer una exposición con cosas de Sigüenza como las alfombras, las botas de vino pero yo tengo mi propia línea que me ha costado mucho trabajo y en la que sigo trabajando”.

Lamenta que se esté perdiendo el oficio y que cada vez haya menos gente que lo domina. "Lo único que ha cambiado en el cincelado –y yo me puedo atribuir un poco de ese cambio– es haber convertido el oficio del cincelado en actividad artística" Le encantaría que otra generación, con lo que él pudiera aportar diera un nuevo proceso a este arte del cincelado.

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La temática de sus trabajos, desde que comenzó su andadura artística hace ya cuatro décadas, ha ido cambiando. Sus primeros trabajos plasmarban motivos religiosos y la figura humana. Luego se decantó por lo que considera una de sus pasiones, Sigüenza y sus calles antiguas. Muchos de sus trabajos tienen como protagonistas las perspectivas de las calles del casco histórico, en concreto de las Travesañas. Algunos de sus obras son testimonio de un mundo desaparecido, de viejas casas seguntinas que ya no existen y que han desaparecido por la desidia de muchos. Haciendo un inciso en su obra artística, Mariano Canfranc lamenta el estado de las Travesañas haciendo una valoración que muchos comparten en la ciudad. “El casco antiguo de Sigüenza se vino abajo en los primeros años de la democracia cuando se dejó que las Travesañas se vaciaran y gran parte de su población se trasladó a una urbanización que, además, se cargó otro paraje entrañable, el de la Fuente Nueva. Se llevaron la vida de las travesañas, si el dinero que se gastaron se hubiera dado para que se arreglaran las casas por dentro y se hubieran montado en los bajos tiendas o talleres ¡qué vida tendría ahora!” A pesar de estos hechos, ya irreversibles, considera que “aún sigue siendo una maravilla pasear por sus callejas por la noche, tienen un encanto especial”.

Tras esta etapa, aprovechando que durante un periodo esa zona de las Travesañas se quedó vacía y que muchas casas permanecían abiertas, se dedicó a plasmar lo que había en sus interiores. “Yo me metía dentro de esas casas antiguas e hice muchos bodegones de cocinas económicas, de pilas de piedra, de camas que aún conservaban el sabor antiguo.Además de que eran preciosas eran también el testimonio de casi dos generaciones”. Ahora estos interiores han desaparecido y para saber cómo eran hay que acudir a testimonios artísticos como los de Mariano Canfranc.

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Le preguntamos sobre cómo ve, desde su perspectiva de artista, la situación de Sigüenza en general. “Está mal porque las circunstancias están mal, el mayor problema de Sigüenza como el de  muchos otros sitios es que si la juventud no vuelve tras los estudios nos estamos convirtiendo en residencias”. Para paliar esta situación hace una propuesta en la que une un anhelo personal con su visión del futuro para la ciudad. “Por suerte o por desgracia la gran industria aquí no va a venir pero si pueden venir pequeñas empresas relacionadas con la cultura y el arte porque Sigüenza se presta a ello”. Su idea es conseguir que se cree una escuela de artes y oficios en Sigüenza con cincelado, cerámica, esmaltes como complemento o alternativa a otros estudios: “al que no tiene cabeza, seguro que la naturaleza le da manos.” Considera que eso crearía un ambiente artístico que atraería a gente de Madrid haciendo que se quedara unos días. También ve esto como positivo para los propios seguntinos. “Cuando terminas de trabajar hasta que te recoges en casa, sobre todo en invierno, hay unas horas que muchas veces no sabes cómo rellenar, y no te vas a ir todos los días de bares. Por eso estaría bien contar con talleres donde se pudieran hacer y aprender cosas”. Mariano estaría dispuesto, si se dieran las condiciones precisas, a colaborar en la creación de un taller de este tipo donde pudiera enseñar lo que sabe.

A pesar de que por edad está al borde de la jubilación, Mariano Canfranc se encuentra con más ganas que nunca para continuar su labor de artista y espera que se le permita seguir trabajando en su taller. Cuando le visitamos se encontraba dando los últimos toques a uno de sus trabajos, una puerta antigua de la Travesañas. “Ahora estoy con las puertas, se nota que por ellas ha pasado el tiempo, se incorporan clavos, remiendos en ellas, etc.” Otro de sus proyectos es plasmar en un trabajo con la ronda de Sigüenza desde el castillo.

También proyecta cambiar de estilo y decantarse por hacr una obra más personal, más abstracta y expresionista. “Ahora que los chicos ya no dependen de mí, me apetece entrar en una etapa más creativa, hacer otras cosas, aunque me resulte más difícil vender”.

Nos despedimos del artista seguntino esperando que se hagan realidad tanto su nueva etapa artística como sus proyectos para la ciudad.

 

Domingo Bartolomé / Jose María Cañadas

 

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