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El-Pinar

En diciembre de 1784, dice el ayuntamiento de Sigüenza: debido al cerco de nieve, son muchos los clamores del público para el surtido de leñas. Que se saquen del pinar arboles envejecidos e inútiles para el socorro de tan urgente necesidad, llevándola a la plaza del ayuntamiento donde se harán montones para repartirlos entre la población, principalmente pobres, jornaleros y artesanos.

Estas operaciones eran excepcionales. El pinar solo abastecía al pueblo en épocas de mucho frío y no todos los años. Los vecinos nada más podían coger leña de los baldíos de la comunidad de pastos. El pinar y rebollar estaba dedicado para industrias locales, y no para todas.

Los horneros y alfareros, son los dos gremios que más escritos aportan en las actas.

En 1776 dice el Ayuntamiento: Que ningún hornero ni alfarero pueda sacar leña del monte, llevando hacha o hachuelo.

En 1800 los horneros llevan 5 meses sin coger la carga diaria de pinochos, y piden que les de permiso, pagando como antaño.
Les contestan, que por ahora no ha lugar a lo que solicitan;
Vuelven a insistir en la petición, pues nos tenemos que valer de los pinares de otros pueblos, en los que continuamente nos prenden, no podemos trabajar por no tener leña, no podemos pagar las prendadas, dar gusto al pueblo, abasto a los parroquianos y mantener a las familias. Les conceden ir al pinar, pagando y entrando por las peñuelas entre las dos y las cinco de la tarde; al que se le encuentre con árboles le castigará el alcalde
Como se ve, no había energía suficiente ni para realizar el alimento básico de primera necesidad.

Debido a la competencia por el escaso recurso energético, en1788 el gremio de alfareros dice: tenemos la costumbre de dar a la ciudad 8 caños vidriados por la leña rodada del pinar. Si no entrasen los tintoreros y yeseros no tendrían necesidad de hacer podas. Le proponen al Ayuntamiento, que si no entran los tintoreros y yeseros les darán cuatro caños más.

En 1800 escribe el Ayuntamiento: Por los daños acaecidos en el pinar, se despida a los guardas. A los alfareros se les cojan sus pollinos, los lleven a la posada y no se les permita entrar al monte.
El tintorero de las tenerías, en el vadillo, pide cargas de pinocho para poder seguir trabajando, siendo muy útil al rey y al país, por tintarse las piezas de ropa, pero el ayuntamiento no se la concede.

En las epidemias de fiebre amarilla de 1804, el ayuntamiento intenta poner remedio y solicita: que saquen a San Roque en procesión y se hagan luminarias en todas las calles para depurar el aire, con ramas de sabina y enebro. Es tal la necesidad que se tienen que hacer peticiones a los pueblos colindantes, se traen 295 cargas de leña de Barbatona, Estriégana, Guijosa, Cubillas y Palazuelos.

En 1802 Ramón Rangil, abastecedor de carbón, solicita aumentar el precio de la libra de carbón, (que lo fijaba el ayuntamiento) pues no encuentra leña para hacerlo, y dice: varios vecinos con sus caballerías, andamos lugar por lugar para buscarla; para juntar 7 cargas anduvimos tres lugares, pues es mucha la seguridad que hay en los pueblos para cortar leñas y que no puedo abastecer a la cantidad de gente que va a pedir carbón, pues hasta prebendados y señores acuden a mí como si de pobres se trataran.
Aparte del carbón para braseros, también necesitaban carbón los 14 maestros cerrajeros, 5 caldereros, 4 herradores...

Las tres industrias que voy a comentar, son, con mucho, las que más energías gastaban:

Yesares. En 1775 para la construcción del hospicio, la actual “Safa”, los yeseros le dicen al ayuntamiento:
Que con motivo de la escasez de broza que hay en los campos del término, y para poder hacer la quema de los hornos de yeso, nos permitan ir al pinar a limpiar o mondar sin dañar la planta principal, como así les dejan a los horneros y alfareros.
El ayuntamiento acepta, pues es una obra pública de importancia para la ciudad, pero se les imponen condiciones:
La junta nombrará las personas inteligentes que entiendan de limpia y poda y pondrá un comisionado que les asista, sin permitir excesos
Pagar, por utilizar los hornos y las cargas de pinochos que se extraigan.
Se les marca la zona donde tienen que hacer la limpia.
Se señalará el camino, por dónde sacarán la pinocha, sin extravío para evitar fraude alguno, dando relación de los sujetos que participan en la realización del yeso.
Este control, a día de hoy, resultaría excesivo para unas simples cargas de pinocha.
El tiempo que dura el quemar una hornada de yeso es de día y medio seguido, sin parar de echarle leña.

Tejares. En 1779 piden 80 cargas de pinocho para hacer una hornada de ladrillos para la obra que está realizando su Ilustrísima (La Obra del Obispo). Hay que recordar que los hornos para hacer pan, gastaban una carga de pinocho.
Pero si algún gasto energético me sorprendió es la elaboración de la cal.

En 1810, el ayuntamiento, realiza en el cerro lotero una calera para sus obras. Estuvo ardiendo 23 días, del 4 al 27 de agosto, día y noche, se utilizaron 543 cargas de leña para la obtención de 70 cahíces de cal.
Al final del siglo XVIII había obras que no se podían realizar e industrias que quedaban paralizadas por falta de energias
El Pinar, hasta la década de los 50 del pasado siglo, ha sido el principal abastecedor de energías para la ciudad, y del que ha podido vivir mucha gente que tiene un especial cariño a este paraje.

El pinar no estaba limpio, estaba consumido, esquilmado y degradado por una necesidad de subsistencia de la población. Con la aparición de otras energías, al pinar se le fue dejando tranquilo, acumulando pinochas y creando suelo, tiene más cantidad y variedad de flora y empezamos a coger níscalos y hongos, pues antes era imposible que crecieran.
Por ese aumento de la vegetación, las riadas y avenidas, se han estabilizado, protegiendo la vega que antes se inundaba muy a menudo.
Hoy, para los seguntinos, tiene otras utilidades apreciadas de ocio y esparcimiento no menos importantes.

Diego Moreno Roquez

Viñeta

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