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En la ciudad de Sigüenza tenemos el mejor archivo de la Diócesis, y por ende, casi de la provincia. Se encuentra en el Palacio Episcopal, en su primera planta. Pero no todo es como nos lo hemos encontrado ahora. Es imprescindible conocer un poco su historia, al menos la más inmediata.

Historia
El actual edificio del Obispado era una parte del antiguo Colegio-Universidad. Al desaparecer éste, todo quedó en estado ruinoso.

La residencia del Obispo era el castillo, hoy parador nacional. En dependencias de este castillo se encontraba el archivo. En la guerra de la Independencia, al ser ocupado por tropas napoleónicas y bombardeado, todo quedó en condiciones deplorables. El Obispo D. Joaquín Fernández Cortina (1848-1854), consiguió que el Gobierno le cediese el convento de S. Francisco y el Colegio de S. Jerónimo en Sigüenza. También adquirió el Colegio-Universidad de S. Antonio, obligándose a pagar un censo anual al Instituto de segunda enseñanza de Guadalajara.

Se trasladan los documentos al nuevo depósito, ubicado en la parte alta de lo que sería el Seminario. El desorden de la documentación era total. Con motivo de la guerra civil (1936-1939) se perdió mucha documentación y el desorden fue mayor. D. Pablo Gúrpide Beope (1951-1956) tomó cartas en el asunto para reorganizarlo. D. Laureano Castán Lacoma (1964-1980) le consignó una alta y extensa nave en la parte superior del Seminario.

El nombramiento de distintos archiveros, y su labor, logran establecer cierto orden en la documentación. Cabe destacar a D. Aurelio de Federico (1955-1979) D. Eugenio Esteban, D. Juan José Asenjo, D. Felipe Peces, D. Miguel Almansa y quien suscribe que se hizo cargo del mismo en septiembre del año 2000.

Diversas obras llevadas a cabo en el Obispado por D. José Sánchez (1991-2011) en 1996, dieron con la nueva ubicación para toda la documentación.

Documentación
Hay un tipo de documentación que la generaba el propio Obispado a través de su Secretaría de Cámara y las distintas dependencias que había en la Administración. Pero muchísima documentación procede de las parroquias de la Diócesis, que a buen juicio de los párrocos, ven que en el Archivo pueden tener mejor conservación.

Libros de sacramentos: bautismos, confirmaciones, matrimonios y defunciones, además de los de fábrica, capellanías, matrícula, censos, tazmias, etc., componen un largo abanico de documentación que generaba una parroquia.

Las diversas Constituciones Sinodales (1533, 1571, 1647, 1660 y 1948) marcaban todos los asuntos legislativos que luego debían plasmarse en la distinta documentación parroquial. Sin embargo fue el Concilio de Trento (1545-1563) quien marcó la pauta de todo lo que debería observarse en cada parroquia. Anterior al Concilio ya se sentaban las partidas de los bautizados en alguna parroquias: El Olivar (1499), Valdeavellano (1498)... lo que indica que había una praxis en la Iglesia pero que había que hacerla extensiva.

Algunas parroquias eran tan pequeñas que entre dos tenían que compartir un mismo libro de bautismos y matrimonios. Es el caso de Carabias y Cirueches, Cubillas y Guijosa, Mojares y Alcuneza, etc. El motivo es que el papel era muy caro y no había dinero para comprar un libro una sola parroquia.

Además de la documentación que generaban las parroquias, existe otro tipo de documentación: civil, fundaciones y beneficial, criminal, censos, civil-ejecutivo, diezmos, matrimonios apostólicos y no apostólicos (dispensas), arte suntuario, expolios, etc. El título de este tipo de documentos lo da la inscripción que viene en la primera página. Actualmente hay unos 150.000 documentos perfectamente clasificados y archivados. Quedan muchísimos documentos por clasificar. El trabajo de cada día irá poniendo los documentos en su sitio.

Cultura
Decir que los Archivos son fuente de cultura, es una obviedad. Nos encontramos con los documentos originales que nacieron de la inmediatez de los párrocos y escribanos de la época. Cualquier actividad que había en la parroquia o en su patrimonio (tierras, cementerio, iglesia, administración de sacramentos, últimas voluntades...) se plasmaba por escrito para que hubiera constancia de ello. Si el Visitador apreciaba descuido en la anotación de dichas actividades parroquiales, el párroco era amonestado y en ocasiones podía recibir una sanción económica.

Diversas vicisitudes históricas han dañado gravemente el patrimonio eclesiástico: Guerra de la Independencia (1808-1814), Guerras Carlistas (1833?1876), desamortización de Mendizábal (1836) y Guerra Civil (1936-1939). Estos acontecimientos no han afectado por igual al patrimonio religioso en el territorio diocesano; pero donde se afincaron tuvieron su nota negativa y de destrucción.

A través de la documentación podemos conocer nuestro pasado (con sus luces y sombras) para labrar nuestro futuro.

Pedro Simón Carrascoso
Archivero Diocesano

Viñeta

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