La Plazuela en las redesVideos de La Plazuela

Acueducto de Gades, Jerez de la Frontera. Tramo restaurado de tuberías de piedra. (Foto: Wikipedia).

Últimamente he leído unas cuantas veces la idea de que los romanos construían acueductos porque no conocían el sifón (como el que usamos para sacar gasolina del depósito de un coche cuando nos quedamos tirados por ahí), otros mantienen que los romanos no tenían la tecnología para construir tuberías que aguantaran la alta presión que debe soportar un sifón.

Esta idea alimenta la tesis de que la invasión romana de las ciudades griegas causó la pérdida de muchos conocimientos científicos que los romanos no supieron reconocer o aprovechar, ya que estos “eran más ingenieros que científicos”.

Como demostración citan la cantidad de conducciones hidráulicas romanas que pueblan sus antiguos dominios, en los que el agua discurre por gravedad en una canalización abierta en una pendiente ligera, que, cuando tiene que salvar un valle, se sirve de un acueducto (esencialmente un puente inclinado sobre el que descansa una acequia de piedra), en vez de utilizar un sifón.

Para construir un sifón necesitamos un depósito en una cierta altura, una tubería (una conducción cerrada) que describe una U y un depósito final a una altura algo menor. Cuando la tubería está llena de agua, esta corre desde el primer depósito, bajando primero y subiendo después, hasta el segundo depósito. Este fenómeno está basado en el principio de los vasos comunicantes, conocido por los griegos.

Me pareció que el tema sería un excelente artículo que mostraría cómo los romanos iniciaron la decadencia de la ciencia al invadir Grecia (previa a la hecatombe que fue la invasión de los Bárbaros del Norte), pero la Historia me demostró lo equivocado que estaba.

Buscando en libros de Ingeniería Romana y en internet encontré multitud de sifones como parte de las conducciones de agua romanas. Tenemos bastantes ejemplos en España en los acueductos de Segovia, de Los Milagros de Mérida, o de Gades a su paso por Jerez de la Frontera, y muchos otros.
Entonces ¿qué hacía que los romanos los usaran poco, que prefirieran el uso de acueductos, si una tubería parece una solución más barata que un puente? De nuevo la Historia nos demuestra lo contrario de lo que nos dice la intuición.

El profesor inglés Norman A. F. Smith demostró que la construcción de un puente con piedra de una cantera cercana era mucho más barata (según costes de la época) que el transporte de toneladas de plomo desde un lugar lejano.

Por otra parte, ya en 1875, el francés Eugène Belgrand probó las técnicas romanas de fabricación de tuberías de plomo y midió su resistencia, 18 atmósferas, más que suficiente para la construcción de sifones.

Parece, de todos modos, que a los romanos el acueducto les parecía una solución mucho más elegante y que mostraba a los pueblos colonizados el poderío del Imperio, al contrario que el sifón que es casi invisible.

Es verdad que los romanos eran muy buenos ingenieros, pero también fueron buenos científicos, y que algunos conocimientos de científicos griegos no pasaron a la cultura romana. No obstante, la historia del Imperio Romano soporta un montón de lugares comunes y tergiversaciones interesadas (los imperios no son muy “atractivos” para los nacionalistas); y algunas de ellas se han puesto recientemente de moda en Internet.

De modo que el asunto es una falsa creencia del tipo error historiográfico.

Para saber más: Alejandra Mesa Velásquez, http://fluidos.eia.edu.co/hidraulica/articuloses/historia/roma/roma.html

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

¡Nuevo!
Agotado