Otra falsa creencia muy extendida sobre el cerebro dice que el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro se ocupa de las funciones racionales y analíticas, mientras que el derecho lo hace de las emotivas y creativas, e incluso hay quien dice que el pensamiento de cada persona está dominado por uno de los hemisferios, el analítico o el sensible.
El origen de esta falsa reside en un caso médico de 1860. En aquel tiempo, un hombre perdió una parte del hemisferio izquierdo de su cerebro y con ella la capacidad de hablar, de lo que los médicos dedujeron que las funciones cerebrales residen en áreas específicas. Ya en el siglo XX se quiso ver a las funciones cerebrales, alojadas en cada hemisferio según sus tipos. La persistencia moderna de esta creencia se basa en las imágenes de los escáneres médicos, como la Tomografía por Emisión de Positrones (PET, en sus siglas inglesas), en las que vemos unas regiones del cerebro “apagadas” y otras “iluminadas” según la actividad cerebral que estudiemos.
Pero veamos cómo funciona una PET. Te inyectan localmente un compuesto radiactivo de vida muy corta (del orden de un día). Al desintegrarse este compuesto emite positrones (partículas de antimateria equivalentes a “electrones positivos”) y cuando el positrón se encuentra con su antipartícula en tu cuerpo, un electrón, ambas se aniquilan emitiendo dos fotones en la misma dirección, pero en sentidos opuestos. El aparato en el que te meten es un gran electroimán en forma de anillo que detecta los dos rayos gamma, y con ello podemos conocer el flujo sanguíneo o la actividad metabólica de las células, o lo que es lo mismo, las áreas que están trabajando en ese momento, no la morfología del órgano estudiado.
Para mejorar la precisión se desechan los fotones que no se reciban “exactamente” en sentidos opuestos, al mismo tiempo o con la misma energía (las pequeñas diferencias entre ambos fotones indican que uno de ellos ha sido desviado o frenado en su trayectoria hasta el detector). Una vez procesada esta información, disponemos de una imagen en tres dimensiones que muestra la actividad cerebral.
La imagen en bruto revela tanta actividad por todas partes que no resulta útil, por lo que se somete a un segundo filtrado. Los neurólogos restan a esta imagen otra del cerebro en reposo y, para remarcar aún más dónde es mayor la actividad, vuelven a filtrar el resultado dejando sólo aquellas señales que sean al menos el doble o el triple de la señal en reposo. Y esa es la imagen que vemos: una imagen en la que una buena parte de la actividad cerebral ha sido eliminada para resaltar con fines médicos o científicos las áreas de más actividad.
En resumen, lo que realmente muestran los estudios PET es que no hay actividades que se den sólo en una región o un hemisferio, sino que para casi todo usamos prácticamente el cerebro completo, pero con más o menos intensidad según las zonas. Es decir, que no existen hemisferios cerebrales especializados.
En cuanto a que hay personas con cerebro analítico y otras con cerebro sensible contaré que un estudio de la Universidad de Michigan mostró que el porcentaje de científicos, por tanto, de personas con habilidades analíticas, sistemáticas, racionales… y, al mismo tiempo con habilidades artísticas, por tanto, sensitivas, imaginativas, creativas… duplica a las de la población normal.
Es decir, tampoco existen personas analíticas y personas sensitivas, todos tenemos todo tipo de habilidades y lo que ocurre es que genéticamente, o como resultado de nuestra educación, somos mejores en unas cosas u otras.
De hecho, los estudios más recientes muestran que las áreas que más trabajan, cuando de emociones se trata, son las centrales; las frontales, cuando nos ocupamos de acciones físicas; y cuando escuchamos, miramos, etc. las posteriores.
Es decir, en cada hemisferio se activan áreas con distinta intensidad cuando hacemos cualquier cosa y no hay especialización por hemisferios ni cerebros especializados.