En enero se han cumplido 30 años del accidente del transbordador espacial Challenger en el que murieron siete astronautas, dos de ellos mujeres, la profesora de enseñanza secundaria Christa McAuliffe (primer astronauta civil) y la especialista de misión Judith Resnik. ¿Cómo empezaron las mujeres en el espacio?
En el principio de la carrera espacial los rusos humillaban a los americanos en cada ocasión: el Sputnik, Laika, Gagarin… mientras, los americanos intentaban responder con el programa Mercury. Para seleccionar a los astronautas, los 7 de Mercury, el doctor William R. Lovelace II (especialista en resistencia física) diseñó unas pruebas muy duras para discriminar entre los 508 aspirantes masculinos.
Cumplido su trabajo, Lovelace quiso comprobar si alguna mujer sería capaz de pasar las pruebas e invitó a la piloto Geraldyn Cobb, “Jerrie”, quien había establecido marcas de velocidad, distancia y altura, tenía licencia de piloto comercial, había entregado aviones militares por todo el mundo y era instructora de vuelo de aspirantes masculinos a las academias militares.
Para sorpresa de muchos, Jerrie pasó las pruebas con mejor nota que varios de los astronautas seleccionados. Lovelace y Cobb decidieron comprobar si se trataba de una excepción y llamaron a otras 19 experimentadas piloto. Muchas superaron las pruebas, hoy se las conoce como las 13 de Mercury.
Certificado médico en mano, se presentaron a la NASA con la intención de ser incluidas en el programa espacial. La NASA las rechazó y hubo una audiencia en el Senado de los EE.UU. por posible discriminación sexual (ya sabemos lo serios que se ponen los americanos con sus cosas). La NASA adujo que sus estatutos, aprobados por el presidente Eisenhower, pedían que para ser astronauta había que ser piloto de pruebas militar, y ninguna de ellas lo era. Claro que, según el Reglamento, para ser piloto militar había que ser… hombre.
Mientras tanto, los rusos volvieron a darles en los morros a los americanos: en 1963 Valentina Tereshkova viajando en la nave Vostok 6 se convirtió en la primera mujer astronauta. Las candidatas averiguaron que las condiciones de los rusos para ser astronauta eran similares a las americanas. Entonces ¿cómo había logrado Valentina ser astronauta? Muy sencillo, los rusos la habían nombrado Piloto de Pruebas Honorario.
Durante algún tiempo Jerrie fue contratada por la NASA como asesora; pero, defraudada, pronto abandonó y se dedicó a hacer vuelos humanitarios a Sudamérica.
La cosa no terminó ahí, la segunda astronauta fue la rusa Svetlana Savítskaya piloto de la misión Soyuz T-7 en 1982 (Svetlana también fue la primera mujer en hacer un paseo espacial en 1984 durante su estancia en la estación Salyut 7). La primera astronauta norteamericana, Sally Ride solo pudo ser la tercera en el espacio, ya en 1983.
La segunda americana, y cuarta en el espacio, fue precisamente Judith Resnik en el Discovery en 1984 (su fatal viaje en el Challenger era su segundo vuelo). Hoy ya hay más de 55 mujeres astronauta, aunque solo representan un raquítico 10 % del total.
La NASA dice oficialmente que tardó tanto en tener mujeres astronauta porque el riesgo de cáncer en el espacio para las mujeres (en su caso de ovario) es del doble que el de sus colegas masculinos.
Siendo esto verdad, parece que la NASA no permitió realmente que una mujer subiera a una cápsula espacial hasta que desarrolló los pañales desechables y los cuartos de baño con puerta del Transbordador Espacial y la Estación Espacial. Ver para creer.
Para saber más: Carlos González. El Inicio 1.