El pasado 29 de marzo se cometió una tropelía en la Alameda de Sigüenza. Se sabe, o los responsables de realizar las podas deberían saber, que ciertas especies de árboles como son los nogales, chopos, abedules, arces, etc., se deben podar en invierno, porque si se realiza la poda en primavera o veran cuando mayor cantidad de savia circula por ellos, pierden mucha de esta savia ya que, como se dice comúnmente, sangran mucho y es más difícil su cicatrización. Este es el motivo por el que recomienda la eliminación de las ramas secas, dañadas o molestas a finales del otoño o principio del invierno, nunca en primavera.
Además, se recomienda hacerlo en varios años para no eliminar muchas ramas, ya que si eliminamos muchas ramas eliminamos mucha copa y esto implica que para el futuro más inmediato hemos suprimido el lugar donde deberían brotar muchas hojas que son la fábrica de la savia, y por lo tanto, de alimento para nuestros árboles.
Además en los álamos blancos la floración se da justo antes que el brote de las hojas y se han cargado la mayoría de la floración y, en consecuencia, sus frutos que sirven de alimento a muchas de las aves que habitan en la alameda seguntina. Esperemos no tener que llorar la muerte de los que son posiblemente los árboles más viejos de nuestro parque más emblemático por semejante actuación.
Poda a destiempo en la Alameda.
Además, si entre esos viejos Álamos blanco (Populus alba) está incubando, como lo lleva haciendo muchos años, sus huevos una rapaz nocturna, en este caso nuestra protagonista, el daño aún es mayor y tambiénse está incumpliendo la ley 42/2007 en su artículo 54 párrafo 5: “Queda prohibido dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres, sea cual fuere el método empleado o la fase de su ciclo biológico.Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo, la destrucción, daño, recolección y retención de sus nidos, de sus crías o de sus huevos, estos últimos aun estando vacíos, así como la posesión, transporte, tráfico y comercio deejemplares vivos o muertos o de sus restos, incluyendo el comercio exterior.”
Todo esto es algo que parece ser ignora el responsable de Parques y Jardines del ayuntamiento de Sigüenza, esperemos que desde hoy lo tengan en cuenta, desde el consistorio actual y también los futuros que deben cuidar del patrimonio cultural y natural de Sigüenza, dentro del cual esta nuestra Alameda, sus árboles y todos los animales que viven y crían en ella.
Pero conozcamos mejor a nuestro protagonista el “cárabo”. Es probablemente una de las especies más difíciles de localizar en libertad debido a su cuerpo compacto y rechoncho, con un plumaje extraordinariamente críptico que le permite pasar totalmente desapercibido cuando se pega a la corteza de los árboles.
Es un ave de tamaño mediano entre 35 y 45 cm de longitud. Lo primero que nos llama la atención cuando observamos a un cárabo común (Strix aluco)es su voluminosa cabeza desprovista de los característicos penachos de plumas de las rapaces nocturnas, que los observadores inexpertos confunden con las orejas y no lo son, y unos enormes ojos negros que le confieren una mirada fría casi lúgubre. Su cuello, extrañamente flexible, permite a esta ave girar la cabeza casi completamente, de manera que su cara puede mantenerse dirigida hacia un observador que se mueva a su alrededor.
Ave de parques, jardines y bosques densos, caza de noche y duerme de día, como casi todas rapaces nocturnas. No construye nido, utiliza el agujero de un árbol viejo, de ahí la importancia de mantener vivos estos viejos árboles que quedan en nuestra alameda, o el nido de alguna ardilla y en raras ocasiones algún edificio viejo. La puesta se realiza entre febrero-abril, preferiblemente en marzo; se alimenta de pequeños mamíferos, especialmente ratones, topillos, ratas jóvenes, musarañas y algunas veces caracoles, gusanos e insectos. El canto del cárabo es un canto lúgubre y eso le ha llevado a protagonizar muchas leyendas y falsos mitos. Aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.
Esperemos que esta poda a destiempo no nos prive en un futuro de nuestro cárabo, ni de nuestros viejos álamos.