Sigüenza tiene un indudable atractivo turístico basado en su impresionante patrimonio histórico-artístico, catedralicio, cultural, universitario y natural que deja en quien la visita regustos de todas las edades del hombre. Su estratégica situación geográfica junto al Parque Natural del Río Dulce, en una zona de alto interés geológico, ornitológico y biológico en general, hacen de ella un destino ideal para el turismo de naturaleza. Pero además cuenta con un patrimonio poco conocido: un cielo nocturno de escasa contaminación lumínica que permite disfrutar de la observación astronómica y un cielo diurno con gran cantidad de días despejados para observaciones solares y lunares. Gracias a su pasado y presente universitarios –tanto la Universidad de Alcalá de Henares como la UNED tienen sede en Sigüenza– la actividad astronómica tiene una fuerte presencia en nuestra ciudad.
No podemos vivir sólo de la historia ni queremos vivir sólo del turismo. Ni Don Bernardo ni Don Martín, ni Cisneros ni Romanones van a venir a sacarnos de esta depresión económica y poblacional. En la búsqueda de nuevos motores de actividad económica para nuestra zona se me ocurre uno que nos puede venir, literalmente, del cielo. El aprovechamiento de éste como atractivo turístico y como herramienta educativa lleva tiempo siendo un éxito en zonas de todo el mundo, como se puede ver en la web de la Fundación Starlight (http://fundacionstarlight.org), Acción Asociada de la UNESCO que cuenta con el apoyo de la Unión Astronómica Internacional (IAU) y la Organización Mundial del Turismo (UNWTO). Para lo cual deberemos asumir el compromiso de proteger el cielo nocturno con una iluminación inteligente que, además, conllevará un ahorro energético.
No estamos hablando de quimeras: Sigüenza ya está en marcha. El Ayuntamiento, a través de su concejalía de turismo, está estudiando solicitar el sello Starlight para algún paraje de la ciudad, por ejemplo en el entorno del polvorín, o para rutas con cielos de calidad especial (Barbatona, Pozancos, Pelegrina); además, en las últimas reuniones con empresarios y agentes turísticos, les ha animado a hacer lo propio con sus establecimientos –así tendríamos casas rurales o restaurantes Starlight.
El Parador de Sigüenza pretende convertirse en el cuarto Parador Starlight (ya lo son Las Cañadas del Teide, Gredos y Mazagón) gracias a actividades como veladas de estrellas, cursos y congresos de astronomía o visitas de colegiales. En las veladas de estrellas, de las cuales ya se han celebrado tres, los clientes disfrutan de la observación de la puesta de sol y el crepúsculo desde uno de los torreones del castillo, acompañados de un astrónomo, para después cenar y tener una tertulia con él y posteriormente regresar al torreón para hacer una observación de cielo oscuro. Los recorridos por las constelaciones zodiacales, circumpolares o de la Vía Láctea con puntero láser, las lunas de Júpiter, los anillos de Saturno, los cráteres lunares o los avistamientos de la Estación Espacial Internacional hacen las delicias del público.
Panel con planisferio móvil en la reserva de la biosfera de la Rioja.
Las universidades, a través de sus programas de extensión universitaria, también están en ello. La UAH ha realizado más de una decena de cursos de astronomía en verano y primavera. La UNED ofrece este verano (12 – 14 julio, en el Parador) el curso “Astronomía popular: Sigüenza Starlight”, que plantea la Astronomía como una experiencia al alcance de todos que nos sitúa en nuestro auténtico lugar en el tiempo y en el espacio. El perfil de los ponentes es variado – profesores de universidad, agrupaciones astronómicas, gestores, divulgadores y agentes turísticos– y se realizarán talleres de observación diurna y nocturna así como visitas guiadas al firmamento. La UNED y el Ayuntamiento han llegado a un acuerdo para becar a las guías municipales de turismo (http://extension.uned.es/actividad/idactividad/14283).
Primera promoción de asistentes a las veladas de estrellas del parador de Sigüenza (abril 2017)
¿El futuro? Lo que nosotros queramos. Yo veo una ciudad con paneles o puntos informativos de temática diversa (constelaciones visibles en cada estación, posición del sol y de la luna, contaminación lumínica, la sombra de la Torre del Gallo, la noche de San Vicente de 1124, eclipses, pseudociencias) en varios emplazamientos urbanos con afluencia local, turística y de colegiales (estación de tren, alameda, centros escolares, plazas, Parador). Un mirador astroturístico con bancos para recostarse e información 360º, incluso una cámara oscura en el polvorín –como en la Torre Tavira de Cádiz o Peña Cabarga en Santander– para disfrutar de una vista panorámica. Casas rurales que ofrecen veladas de estrellas, restaurantes con menú Starlight o tiendas que venden miel Starlight. Echadle imaginación.