En el artículo anterior conocimos un poco mejor a la curruca capirotada. Este se lo vamos a dedicar a una familiar suya que es muy parecida y que a muchos aficionados noveles a las aves les lleva a la confusión entre ellas.
La curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) es de un tamaño similar a la curruca capirotada y tienen otras características similares como son el pico fino, alas cortas, cola redondeada y plumaje discreto y poco llamativo con predominio de los tonos grisáceos o pardos.
Su nombre científico significa “Ave del bosque con cabeza negra”, como ya vimos en el anterior artículo Sylvia es bosque y melanocephala proviene del griego melas que significa negro y kephale que es cabeza
Para poder diferenciar los machos de ambas especies debemos fijarnos sobre todo a la mancha negra de su cabeza que en el caso de la curruca cabecinegra se extiende hasta debajo de los ojos. En el caso de las hembras estas tienen un color menos contrastado, en esta especie la mancha de la cabeza en las hembras no es rojiza como ocurría en las capirotadas sino grisácea, este hecho puede llevar a confundirlas más fácilmente con otros paseriformes pequeños. Pero podemos identificar a las currucas cabecinegras tanto machos como hembras por dos características morfológicas: los bordes blancos de la cola y el ojo. Los ojos de las currucas cabecinegras tienen el iris pardo rojizo o pardo anaranjado en el adulto, o pardo gris oscuro, pardo oliváceo o pardo pálido en el juvenil durante el primer invierno; pero sobre todo destaca el anillo orbital, que rodea el ojo, de un color rojo ladrillo brillante en el macho adulto y pardo rojizo apagado en las hembras y juveniles.
Para terminar la descripción de nuestra protagonista debemos indicar que los machos presentan partes superiores de color grisáceo en contraste con las inferiores, más pálidas, y la garganta blanca. Las hembras son más parduzcas en la parte superior, con zonas ventrales de color pardo pálido, cabeza grisácea y la garganta también blanca.
La podemos encontrar en lugares con sotobosque denso y arbustos altos, bosques abiertos y también en jardines. Comienza la temporada de cría muy temprano en nuestra comarca a finales de marzo o primeros de abril ya están preparando el nido. Ambos progenitores participan en la construcción que tiene la forma de un pequeño cuenco de hojas y ramitas, tapizado de hojas secas, pelos y plumas, que sitúan entre la maraña de un arbusto a muy poca altura. La puesta consta de tres a seis huevos que la hembra pone uno tras otros en días diferentes, son de color que varía desde el pardo al rosado y están finamente moteados. Son incubados por ambos progenitores aproximadamente dos semanas. Los pollos una vez que han salido del cascaron también son cuidados y alimentados por los dos miembros de la pareja durante aproximadamente otras dos semanas, transcurridas estas dejan el nido para esconderse entre el follaje y permanecerán, pero ya alimentándose por ellos mismos durante otras dos o tres semanas más tras las cuales son expulsados del territorio para que los padres puedan comenzar otra puesta si las condiciones medioambientales son propicias.
Como todas las currucas, la curruca cabecinegra es un ave insectívora pero también pueden consumir bayas y otros frutos rojos.
La mayor parte de las poblaciones ibéricas son sedentarias, pero en nuestra zona por la crudeza del frío invierno tiende a migrar hacia localidades del sur peninsular o del norte de África
La primera descripción formal de la curruca cabecinegra fue hecha por el naturalista alemán Johann Friedrich Gmelin en 1789 en la 13ª edición de la Systema naturae con el nombre binomial Motacilla melanocephala. Y no fue hasta 1769 cuando el género Sylvia fue introducido por el naturalista italiano Giovanni Antonio Scopoli y paso a tener su nombre actual Sylvia melanocephala.
Para finalizar un par de curiosidades:
Aunque es una especie de hábitos diurnos, la migración la realizan de noche, se supone que es para evitar los predadores aéreos del tipo halcón peregrino, alcotán, esmerejón, gavilán, azor, milanos, …
En algunos lugares de España la curruca cabecinegra recibe el nombre de “Cucamata” por qué suele aparecer entre las hojas de los matorrales durante breves instantes para luego desaparecer entre la maraña de hojas y ramas.
En Italia debido al color de su ojo y del anillo orbital se la conoce como “Occhiocotto” que significa “Ojo cocido”.
En el próximo artículo seguiremos conociendo a otras currucas que podemos observar en nuestra comarca.
Texto y fotos: Javier Munilla.