Coco, de Ábrete Sésamo, nos explicaba qué era cerca y qué era lejos según el tamaño que veíamos de un objeto; sin embargo, las cosas nos son tan simples. Veamos un curioso ejemplo.
FALSA CREENCIA
Cuando la Luna está en el horizonte se ve más grande que cuando está alta en el cielo. Este es un efecto óptico producido por la atmósfera.
Es decir, cuando la Luna sale por el horizonte, su luz llega a la atmósfera de forma tangencial, por lo que tiene que atravesar muchas más capas de atmósfera que cuando se encuentra alta; conforme la luz va atravesando la atmósfera va cambiando de dirección (por refracción como en un prisma), lo que hace que los rayos de luz se separen. El resultado es una imagen de la Luna de diámetro mayor.
Pero la última palabra siempre la tiene la experiencia, que por algo es la madre de la Ciencia.
Abramos un pequeño agujero redondo en un cartón y, mirando por él, lo alejamos o acercamos al ojo hasta que coincida con el diámetro de la Luna en el horizonte. Unas horas más tarde, cuando la Luna esté alta en el cielo, miramos por el orificio, poniéndolo a la misma distancia del ojo. Sorpresa: ¡el diámetro es el mismo! (0,5? de arco).
De modo que no se trata de un efecto óptico (una paradoja creada ópticamente), sino de una ilusión óptica (una representación mental de lo que vemos, que nos lleva a percibir la realidad erróneamente).
Esta ilusión era ya conocida por los astrónomos mesopotámicos en el siglo VII a.C. Hoy en día se manejan dos explicaciones basadas en experimentos de Psicofísica de la Visión.
Los primeros experimentos muestran que el cerebro aumenta el tamaño de lo que vemos rodeado de otros objetos (en el horizonte) y lo reduce de los objetos que vemos aislados (en el cielo).
Otros experimentos muestran que nuestra mente no tiene una percepción semiesférica de su entorno, sino que piensa que el horizonte está muy lejos mientras que lo que está sobre su cabeza está más cerca, dando una percepción del entorno en forma de tazón invertido.
Así, al ver la Luna en el horizonte, nuestro cerebro “piensa” que la Luna está muy lejos, y decide que debe de ser muy grande para verla de ese tamaño, y agranda su representación en la mente; mientras que cuando la ve sobre su cabeza decide que es pequeña, puesto que la “ve” cerca, y achica el mensaje que envía a la mente.
Lo más probable es que sea una combinación de ambos fenómenos.
En resumen, la Luna (y el Sol) tiene el mismo diámetro óptico cuando se encuentra en el horizonte y cuando está alta en el cielo; pero, nuestro cerebro interpreta estos hechos de forma diferente y nos envía mensajes distintos a nuestra mente, lejos-grande en el horizonte, cerca-pequeña cuando está alta.
Tenemos muy presente que los sentidos nos engañan, pero nos cuesta mucho más ser conscientes de que la mente nos hace la misma jugarreta, pues es con el propio pensamiento con el que tenemos que descubrirlo.