Ya se nos vienen encima las celebraciones de fin de año y esa noche comeremos uvas de la suerte, beberemos cava con un anillo en la copa, o vestiremos ropa interior roja... porque todo esto nos dará suerte en el año próximo.
Otros, sin embargo, piensan que es el azul (o naranja, o dorado) el color del éxito, o que el amarillo da mala suerte.
¿Están asociados los colores a la suerte? Para centrar ideas, tomemos uno cualquiera de estos casos.
Falsa creencia: el amarillo da mala suerte.
“Se dice que el color amarillo da mala suerte. En el teatro se evita, porque Molière murió vestido de amarillo durante su última representación teatral (El enfermo imaginario, 1673). En España el amarillo se considera de mala suerte porque era el color con el que se ajusticiaba a los condenados por la Inquisición” (citado por Nieves Concostrina, RNE, No es un día cualquiera, 07/05/2011).
Escribamos “amarillo + suerte” en un buscador de internet, encontramos:
Mala suerte en el teatro (especialmente en los estrenos); se relaciona con la envidia o el desprecio, expresa peligro; en España se relaciona con la mala suerte…
Pero también se pueden encontrar referencias a la buena suerte, el maillot amarillo del Tour; las novias tienen que llevar algo amarillo en su boda; usar ropa interior amarilla en la noche de fin de año da buena suerte en China, Taiwán, Venezuela… ; es un color optimista, moderno y denota divinidad, alegría, entusiasmo, pasión, fuerza, sexo, calor, primavera, inocencia, infancia, juventud…
¿Pero en qué quedamos? Pues muy sencillo, la buena o mala suerte no es más que una convención cultural, ya que cada pueblo asocia efectos contrarios al mismo asunto, y esto sin ninguna base.
Pero hay más, como ya hemos visto en los dos artículos anteriores de El Secreto, las cosas no son de colores, sino que las vemos de colores , ya que lo que llamamos color es una vívida sensación creada en nuestro cerebro para resaltar pequeñas variaciones de la realidad (ínfimas diferencias de la longitud de onda de la luz), entonces las diferencias de usar una prenda de un color u otro solo están en nuestra mente; esto significa que lo que explica nuestra creencia en la suerte es la psicología, no la óptica.
Además, el intervalo de frecuencias del espectro visible está contenido aproximadamente unas 40.000.000.000.000 veces en el espectro electromagnético total. Esto es, si creemos que cualquier diferencia de frecuencias desde el rojo al azul es capaz de provocar desastres o buena fortuna ¡qué no serían capaces de hacer diferencias 40 billones de veces mayores!
En resumen, la buena o mala suerte asociada a los colores son convenciones culturales provocadas por la psicología humana, ya que los colores son ilusiones ópticas, imágenes en nuestro cerebro, no realidades. Se trata de una falsa creencia del tipo superstición, ya que solo existe en el cerebro de las personas crédulas.
Como dice mi hijo, lo que sí que da mala suerte es el color ultravioleta: ¡produce cáncer!