En el siglo XX el hábito de fumar se convirtió en una agradable costumbre para todos los públicos. Los efectos desastrosos que el consumo de tabaco podía producir fueron minimizados por las compañías tabacaleras y también por los mismos consumidores. Durante décadas fumar ha sido una actividad indispensable en las relaciones sociales y una forma de autorrealización individual, siguiendo los atractivos modelos de la publicidad. Si después de leer este artículo desea seguir fumando disfrute de cada cigarrillo y no piense en las consecuencias…más pronto que tarde llegarán. Si cambia de parecer y comienza a plantearse que debería dejarlo, pues enhorabuena. Será una tarea difícil pero podrá conseguirlo. Su vida y su salud bien vale un poco de sacrificio.
En el humo del tabaco existen más de 7.000 sustancias químicas, lo suficientemente tóxicas y cancerígenas cada una de ellas como para provocar graves repercusiones en nuestra salud: nicotina, alquitrán, monóxido de carbono, tolueno, formolaldehído, acetaldehído, acrilamida, arsénico, cadmio, isopreno, polonio etc. El humo del tabaco forma una masa oscura y pegajosa que se deposita en los pulmones y que contiene sustancias cancerígenas, entre las que destacan los hidrocarburos policíclicos aromáticos, nitrosaminas y benzopirenos. También contiene gran cantidad de partículas muy finas similares a las que producen los motores de los coches y que penetran con gran profundidad en los pulmones, produciendo efectos nocivos a nivel respiratorio y cardiovascular. Por ahora vamos a referirnos a tres de las sustancias más conocidas que inhalamos con cada vez que fumamos un cigarrillo:
• Nicotina. Es la sustancia (alcaloide) que produce la adicción al tabaco. Cada cigarrillo consumido le proporciona al fumador entre 1 y 2 mg de nicotina que llega al cerebro en tan sólo 10 segundos, mecanismo por el cual la dependencia del tabaquismo es tan importante. El síndrome de abstinencia por ausencia de nicotina incluye irritabilidad, somnolencia, falta de concentración, fatiga, trastornos del sueño, aumento de peso y una necesidad urgente de fumar. Estos síntomas se producen con gran intensidad entre las 24 y 48 horas después del último cigarrillo, disminuyendo de forma lenta tras las 2-4 semanas, motivo por el cual es tan difícil dejar el tabaquismo. Sepan que la nicotina no sólo produce dependencia del tabaco, también disminuye el nivel de estrógenos en sangre, pudiendo este hecho dar lugar en la mujer a alteraciones del ciclo menstrual, de la fecundidad, del embarazo y de la menopausia. En los varones provoca disminución de la densidad y la velocidad de los espermatozoides, disminuyendo la fertilidad.
• Alquitrán. Es la sustancia más tóxica del humo de tabaco y responsable de los graves problemas que ocasiona su consumo. Es tremendamente irritativo y cancerígeno para el organismo, responsable de producir enfisema pulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y trastornos cardiovasculares. Procede del propio proceso de combustión del tabaco y es muy similar al alquitrán de nuestras carreteras, una sustancia oscura y viscosa, de olor fuerte y con sabor amargo. El alquitrán junto con las nitrosaminas, son las principales sustancias responsables de la aparición de tumores entre los fumadores, pues son capaces de alterar el ADN celular. Sus toxinas se acumulan en la boca, en la garganta, laringe, riñones, vejiga, ovarios, útero y sobre todo en los pulmones.
• Monóxido de carbono (CO). Se trata de un gas incoloro que se encuentra en gran concentración en el humo del cigarrillo. Tiene la gran capacidad para unirse a la hemoglobina de nuestra sangre, disminuyendo la capacidad de la sangre para transportar el oxígeno. Este proceso crea un déficit de oxígeno en sangre y un aumento de glóbulos rojos para compensarlo, además daña las membranas celulares y favorece que el colesterol se deposite en venas y arterias. Recuerden que la intoxicación por monóxido de carbono es la principal causa de muerte cuando se producen la inhalación de humo en caso de incendios. También fue uno de los gases que empleaban los nazis para exterminar de forma masiva en sus cámaras de gas.
El consumo de tabaco es la principal causa de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. Cuanto más se fuma peor serán sus efectos en el organismo, hecho que se produce desde el primer momento que se comienza a fumar, sobre todo a nivel pulmonar. Tan sólo con fumar entre 1 a 4 cigarrillos los riesgos de enfermedad se incrementan de forma importante. De cada 10 personas que desarrollan cáncer de pulmón, nueve son fumadoras. El riesgo de cáncer será mucho mayor cuanto más joven se empiece a fumar, mayor sea la cantidad de cigarrillos consumida y cuanto más años seamos fumadores.
Los consumidores de tabaco también tienen mayor riesgo de padecer cáncer de boca, de labio, de lengua, de laringe, de faringe, de esófago, de estómago, de páncreas, de vejiga, de riñón, cuello de útero, de colon y de recto, de hígado, de mama, de ovario y ciertas formas de leucemia. Por si le parece poco, el consumo de cigarrillos aunque no se trague el humo también se asocia con riesgo de padecer cáncer. Los fumadores de 15 cigarrillos al día tienen doble de riesgo que los no fumadores de sufrir un infarto, disminuyendo el riesgo a la mitad al año de dejar de fumar, siendo similar al de los no fumadores a los 15 años de haber dejado el tabaco.
El consumo de tabaco también tiene consecuencias negativas sobre la piel de todo el organismo ya que disminuye la oxigenación de los tejidos, siendo muy importante en la zona de la cara al sumarse a los efectos de los rayos ultravioletas, acelerando la aparición de arrugas y el envejecimiento dérmico. También disminuye la capacidad de los tejidos para cicatrizar, por lo que aquellos pacientes que tengan heridas, úlceras o que vayan a ser intervenidos quirúrgicamente no deberían fumar. Añadan ustedes las manchas en los dientes, la caries, el mal olor de boca, la gingivitis y el dinero que se gastan en fumar, y quizás comiencen a plantearse que vale la pena abandonar el tabaco, una adicción que ya está dañando su salud.
Todos somos conscientes de los efectos adversos que la contaminación atmosférica tiene sobre la salud... sin embargo, fumando inhalamos directamente los mismos gases nocivos y concentrados a través de un cigarrillo.
Dejar el tabaco puede ser el inicio de una nueva vida