A Manu le debo todo como profesional”, puntualizó Pilar Cernuda, con una seguridad y solidez sólo comparable a la del torreón de la Calle Valencia que teníamos al lado. “La culpa de lo que está pasando es nuestra – reflexionó en voz alta Ángel Expósito el pasado 29 de junio en el mismo escenario - porque nos lo hemos creído demasiado. Y no nos damos cuenta de que son más importantes los médicos, los maestros y los ingenieros que los periodistas”. “Los periódicos escritos siguen siendo los más influyentes, al menos para las grandes empresas”, afirmó el director de Comunicación Corporativa del Grupo Telefónica, Mauricio Fernández.
Un año más, los Cursos de Periodismo de “Sigüenza Universitaria”, adscritos a la Cátedra Manu Leguineche de la Universidad de Alcalá de Henares, han servido para recordar la figura del gran reportero. Para conocer mejor al maestro que abandonó las trincheras y se vino a buscar “la felicidad de la tierra” – título de uno de sus libros – entre las gentes y paisajes de la Alcarria.
En las dos mesas redondas que he tenido el placer de presentar y moderar (volver a casa es siempre un placer, y hacerlo con buenos profesionales y amigos todavía más) se notaba la nostalgia por un periodismo que ya no es el de los tiempos de Manu Leguineche. La crisis económica, la aparición de nuevos soportes y la pérdida de credibilidad han provocado un cambio de modelo en el que prima la inmediatez y el ruido social.
Intentaré subrayar las intervenciones que considero más interesantes de las dos ponencias – la dedicada a Manu y la que tuvo por objeto analizar la incertidumbre actual de los medios de comunicación -, aunque probablemente mis apreciaciones no coincidan con las de quienes llenaron la sala de “El Torreón” los días 4 de abril y 29 de junio.
Para conocer más detalles sobre el perfil profesional y humano de Manu Leguineche, nadie mejor que Pilar Cernuda, que fue su compañera de trabajo y su amiga durante muchos años, aunque ella prefiere decir “alumna”. Él fue quien le dio su primera oportunidad laboral, primero en TVE y posteriormente en las agencias Colpisa y Fax Press. Antes de comenzar el acto, la veterana periodista – colaboradora de Onda Cero, Antena 3 y de la cadena de periódicos del Grupo Promecal – se fundió en un abrazo con Rosa Leguinche, hermana de Manu, y con Gabriela, la persona que “cuidó como nadie” al periodista – ella lo llamaba “Don Manu” -, durante los últimos años de su vida en la casa de Brihuega.
“Conocí a Manu – recordaba Pilar Cernuda – cuando estaba lleno de vida, cuando adoraba a sus amigos, a su familia y a su Athletic. Él me dio la oportunidad de trabajar para ‘Estudio Abierto’ de José María Íñigo. La primera prueba que me puso fue llevar al programa a Yves Montand, que estaba rodando una película en España. Recuerdo que le dije al actor: de usted depende mi primer trabajo”.
Pilar Cernuda contó historias de Manu Leguineche poco conocidas, como su relación con Francisco Umbral, al que había conocido en Valladolid, haciendo crónicas para “El Norte de Castilla”. “Fue Manu quien trajo a Paco Umbral a Madrid y el que le contrató para que escribiera un artículo en Colpisa. Llegaba a la redacción con su bufanda, el pan debajo del brazo y con su hijo ‘Pincho’. Manu le adoraba, pero no pudo evitar que se fuera a ‘El País’”.
También nos contó Pilar Cernuda en esa tarde calurosa de primavera que Manu era implacable y exigente en el trabajo – “si no le gustaba un texto, te lo tiraba a la papelera” -, mal perdedor de mus, tímido, amigo de sus amigos y, como profesional, “el inventor del periodismo de guerra en España”. Aunque no era nada vanidoso, admiraba a la engreída Oriana Fallaci, y apostaba por la mujer en el periodismo. Entre sus manías, según Cernuda, su obsesión por los datos y por el rigor en las informaciones.
Otra anécdota curiosa que contó la periodista sobre el maestro Manu es que volvía siempre de los viajes con un montón de regalos para los amigos – “parecía que llegaban los Reyes Magos” – y que después de tomarse unos vinos, al final de una fiesta, podía deleitar al auditorio con la canción de “Granada”.
Ángel Expósito, José Manuel Latre, Mauricio Fernández y Javier del Castillo.
Casi dos meses después, en el mismo escenario de El Torreón, Ángel Expósito y Mauricio Fernández “cantaron” al auditorio una canción muy distinta: la precaria situación en la que se encuentra en estos momentos el oficio. En opinión del primero, hay demasiada información política y los medios de comunicación son cada vez más dependientes de las grandes empresas y de las instituciones públicas. La culpa de lo que está pasando – según Expósito – se debe a que no se hizo una reconversión cuando se debía haber hecho, como sí se llevó a cabo en otros sectores de la economía. Sus críticas más duras fueron para quienes viven del “impuesto revolucionario, amenazando a empresas e instituciones: o me pagas o te machaco”.
Mauricio Fernández, después de enumerar las causas que han provocado la crisis, recordó que la prensa escrita sigue siendo la más influyente para las grandes empresas, aunque la multiplicación de medios “nos exige a los responsables de la comunicación estar las 24 horas del día interactuando”. “Para los medios digitales – señaló el director de Comunicación Corporativa de Telefónica – lo primero es publicar, pues hay que generar ruido social”.
Tanto Ángel Expósito como Mauricio Fernández, coincidieron en una cosa: cada vez se cuenta menos historias humanas que interesen a la gente, cada vez hay menos análisis y sobran los titulares de impacto que no se corresponden con la realidad de los hechos. También estuvieron de acuerdo en que la radio sigue siendo el medio de mayor credibilidad; “el medio donde se hace mejor periodismo”.