El pregón fue pronunciado por la Cronista Oficial de Sigüenza, Pilar Martínez Taboada el día 6 de agosto en la plaza Mayor de Sigüenza. A continuación lo reproducimos en su integridad. Fue el pregón de las primeras fiestas de San Roque y de la Virgen de la Mayor que se celebran con normalidad desde 2019.
Pilar Martínez Taboada (en el centro) con María Jesús Merino, alcaldesa de Sigüenza (izquierda) y Conchi Huelves, concejala de Festejos (derecha), la noche del pregón.
Buenas noches.
Primero, quisiera agradecer esas palabras de presentación tan amables a nuestra alcaldesa María Jesús. Y segundo, dedicar este pregón a todos los seguntinos y seguntinas de nacimiento y de corazón que hoy desgraciadamente no pueden estar con nosotros a causa del coronavirus, a todos los que les cuidaron y a todos los que no han podido acompañarnos por mil razones.
Estoy aquí ante todos ustedes como Cronista Oficial de Sigüenza, que lo soy desde hace doce años, por lo que mi pregón tendrá un tono sutil de crónica; pero también estoy aquí como una seguntina de corazón, orgullosa de poder dar el pregón de las fiestas de su ciudad de adopción.
La mayoría de ustedes ya sabrán que no he nacido en Sigüenza, pero me siento de esta ciudad desde siempre, por lo que deseo referirme en primer lugar a mis experiencias personales de estas fiestas patronales y será más tarde cuando hablaré de historia y tradición.
Esta noche y desde este atril, si cierro los ojos deslumbrados por la maravillosa iluminación de nuestra catedral, puedo recordar aquel día de otoño en que recorrí por primera vez las calles de Sigüenza de la mano de mis padres y junto a mi hermano. El invierno que le sucedió fue muy frío. Y ese frío caló profundamente en los huesos de la joven familia del nuevo médico de niños y de la nueva maestra de párvulos.
Por ello pienso que, por contraste, me enamoré de la suave primavera del 59 y sobre todo del calor veraniego de mis primeras fiestas seguntinas en honor a San Roque y a la Virgen de la Mayor. Para mí, esa luz de agosto y ese calor siempre los recordaré como una sensación agradable de alegría y bienestar.
De las sucesivas fiestas patronales del verano a lo largo de mi infancia me vienen a la cabeza los gritos desgañitados llamando a Gorgorito que yo misma daba, y que se unían a las de mis hermanos y a las de toda la chiquillería de seguntinos y veraneantes, cuando veíamos que la bruja malvada quería raptar a la princesa. Y de los caballitos.
También recuerdo la ilusión con que compraba los boletos de la Tómbola, en la que nunca gané los regalos soñados; y qué me dicen de las carreras delante de los Cabezudos para evitar sus escobazos… las viví intensamente junto a mis amigas de colegio; amigas de toda la vida.
Ya adolescente, recuerdo sobre todo disfrutar con mi pandilla de los coches de choques, de la noche de fuegos en la Alameda, y de ver pasar desde su puerta principal la procesión de la Virgen de la Mayor y su Rosario de Faroles, que en algún momento también llevé. Y recuerdo los ensayos y actuaciones con el Orfeón Donceli.
Años más tarde, exactamente en el 74, me recuerdo a mí misma tirando caramelos desde lo alto de una carroza. Ese año fui elegida reina de las fiestas, unas fiestas que tuvieron un precioso colofón es esta misma plaza con la celebración de la II Fiesta de la Poesía, que presidí junto a las damas.
Fueron muchas fiestas de San Roque las que recuerdo más tarde con el pañuelo verde de la peña de El Tropezón al cuello. Fiestas de carrozas, de charanga, de encierros, de toros y de procesiones. Y otras numerosas ocasiones en las que acompañé a mi hermana pequeña, a mis sobrinos, y a mis hijos a los Juegos Japoneses o a los Cabezudos. O los vi pasar, años más tarde, disfrazados y bailando con sus peñas respectivas el día de las Carrozas. Decenas de fotos de todas estas fiestas patronales llenan mis álbumes familiares y más tarde la memoria de mi móvil.
En los últimos doce años, desde que en junio del 2010 fui nombrada Cronista Oficial de la ciudad de Sigüenza, las fiestas patronales tienen un nuevo sentido para mí, pues, en ellas, además de participar junto a la Corporación Municipal en las procesiones de San Roque o de los Faroles, en las misas solemnes y en otros muy diversos eventos culturales, he intentado trasmitir desde mis artículos, en los sucesivos programas de fiestas, los valores patrimoniales de nuestra ciudad que han sido el objeto de mis investigaciones como historiadora del Arte.
Lo hice y lo hago con el mismo entusiasmo y amor por Sigüenza que nos inculcaron nuestros padres; un entusiasmo que hemos querido seguir transmitiendo a las nuevas generaciones a través de la fundación que lleva los apellidos de nuestro padre: la Fundación Martínez Gómez-Gordo.
Él, nuestro padre, fue de los primeros que habló del valor patrimonial de nuestra ciudad desde sus artículos y desde sus libros. Él fue quien participó junto a los hermanos Fernández-Galiano, Antonio y Manuel, y junto Gerardo Relaño y otras muchas personas enamoradas de nuestra ciudad, en la Creación del Centro de Estudios de Sigüenza, que durante años sería el organizador de las Jornadas de Estudios Seguntinos, que han cumplido este año su edición cuarenta y ocho.
También fue a él a quien por primera vez oí hablar de la belleza del Doncel, del confinamiento en nuestro castillo de la reina doña Blanca de Borbón, o de las reliquias de Santa Librada.
Quiero recordar esta noche, que mi padre fue en 1982, hace exactamente cuarenta años, quien impulsó el hermanamiento de nuestra ciudad con Santa Librada sur Lot, la villa francesa en la que fue degollada esta virgen y mártir, y cuyos huesos fundamentaron nuestra catedral a mediados del siglo XII.
Estos huesos convertidos en reliquias los traería consigo D. Bernardo de Agén, el nuevo obispo de la ciudad, cuando la reconquistó al mando de tropas castellanas, en 1124, después de cuatrocientos años en manos islámicas.
Este hecho histórico será el que conmemoraremos en el 2024 cuando se cumpla el IX Centenario de esta reconquista; un evento que contará con la presidencia de honor de sus Majestades los Reyes. Iremos anunciando mediante grandes celebraciones culturales este acontecimiento, siendo la primera de las mismas la nueva exposición de Atempora, dedica a Sigüenza, su entorno, y su amplio territorio, y cuya pieza estrella es el arca que desde casi novecientos años contiene las reliquias de Santa Librada. Santa que durante siglos fue patrona de Sigüenza y que con toda seguridad lo volverá a ser gracias al impulso de la Hermandad a ella dedicada.
Don Bernardo de Agén también fue quien trajo la primitiva imagen de la Virgen de la Mayor, en cuyo honor, celebramos estas fiestas patronales. La imagen está actualmente ubicada en la catedral, en el centro de un magnifico retablo barroco, ante el que depositaremos dentro de unos días decenas de ramos de flores; ofrenda en la que tradicionalmente participan todas las peñas seguntinas.
En estas fiestas patronales también se celebra misa solemne el 15 de agosto en honor a la Virgen de la Asunción, a la que está dedicada la catedral; misa que será concelebrada por el obispo de Sigüenza D. Atilano y por el arzobispo emérito de Sevilla, el seguntino Juan José Asenjo. Una celebración que nos hermana con muchas ciudades y villas de toda España que celebran con la misma solemnidad ese día.
Pero nuestras fiestas de verano desde hace siglos se celebran en honor al patrono San Roque. No sé si sabrán ustedes por qué este santo se convirtió en uno de nuestros patrones. Fue en 1530 cuando Sigüenza sufrió uno de los episodios de peste más mortífero de ese siglo. Fue entonces cuando los seguntinos con el apoyo del cabildo catedralicio decidieron solicitar a uno de los santos “antipeste” más famoso, San Roque, su protección y el fin de la pandemia alzándole una ermita en su honor extramuros de la ciudad. Esta primera ermita se derribó cuando a finales del siglo XVIII se trazó el barrio de San Roque y solo, años más tarde, a principios del siglo XIX, se edificó de nuevo la que todos ustedes conocen como Sala Municipal de conciertos y exposiciones.
Será el día 16, cuando recorramos de nuevo ese barrio con la imagen del santo que se guarda en las Ursulinas, y en su misa volveremos a pedir que aleje de los devotos seguntinos del siglo XXI la actual pandemia que a todos nos ha tocado de un modo más o menos doloroso.
Pero levantemos el ánimo, pensemos en todos lo bueno que hemos logrados estos últimos años desde el punto de vista cultural: la restauración de varios edificios con diversos planes; la puesta en marcha del Centro de Interpretación del Románico de la Provincia de Guadalajara en la iglesia de Santiago; el inicio de la rehabilitación de la Alameda y las murallas góticas; las sucesivas exposiciones en la catedral; el fortalecimiento del espíritu universitario de nuestra ciudad con los cursos de “Sigüenza Universitaria” y con el reconocimiento del papel del Cardenal Cisneros, junto al cardenal Mendoza y a Juan López de Medina, en la fundación de la universidad seguntina, modelo para la de Alcalá de Henares; y el Año Jubilar que concedió a la catedral el Papa para celebrar el 850 aniversario de su consagración.
Pero sobre todo levantemos nuestro ánimo al pensar en el alegre bullicio de las peñas el próximo día de las Carrozas; en la belleza de nuestras Reinas y sus Damas, por primera vez acompañas por un Rey. Disfrutemos de la música de las charangas y también de las dulzainas y tamboriles, que representan la tradición musical de nuestra ciudad. Añoremos, pero sin demasiada tristeza, nuestra infancia cuando corríamos ante los Cabezudos y sigamos disfrutando del baile de nuestros gigantes, el Rey y la Reina de toda la vida, y el Doncel.
Cómo no iba a hablaros del Doncel de nuevo en este pregón. Porque el Doncel y la catedral que lo acoge, y la ciudad que lleva su nombre “Ciudad del Doncel”, hoy han logrado un sueño que parecía imposible, estar incluidos en la Lista Indicativa de la UNESCO.
Nuestra ciudad merecía desde hace mucho tiempo aspirar a estar en esa lista, condición imprescindible para ser en un futuro Patrimonio Mundial -y con esto voy terminando. Hace algunos años Sigüenza podría haberlo logrado por sí misma y por su rico patrimonio cultural y natural. Pero ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y abrir sus brazos al entorno más cercano, el de sus pedanías y al amplio territorio que medía entre el río Dulce y el río Salado. Y presentarse ante la UNESCO por la categoría de paisaje cultural, y de ahí la denominación de su candidatura: Paisaje cultural Dulce y Salado de Sigüenza a Atienza.
Para concluir, quisiera invitaros a todos, como Cronista Oficial de la ciudad a contribuir en la medida que podáis a que nuestro sueño de ser Patrimonio Mundial sea una realidad.
Y, como colofón, sólo me falta cumplir con un ritual imprescindible en todo pregón: ¡Viva la Virgen de la Mayor!, ¡Viva la Virgen de la Asunción y Santa Librada!, ¡Viva San Roque!, ¡Vivan las pedanías, villas y pueblos de nuestra candidatura!, ¡Vivan las reinas, el rey y las damas!, ¡Vivan todas las peñas! Y, sobre todo, ¡VIVA SIGÜENZA!
Muchas gracias.
Pilar Martínez Taboada
Cronista Oficial de la ciudad de Sigüenza