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En mis últimos 15 años no he vivido en el callejón de Infantes, aunque a usted le pueda parecer raro, pues me puede ver subir y bajar por él.

Pero sí he vivido en el Palacio de Infantes, algo entre lo más bonito de Sigüenza. Es una contradicción que necesita una palabra.

El callejón de los infantes

Y es que en realidad el callejón de Infantes no tenía personalidad municipal alguna hasta que algún ayuntamiento, no sé cuál, le puso una inscripción por el lado izquierdo. Callejón de Infantes no era más que una denominación popular, algo semejante a un apodo; como cuando a una persona le ponen un mote; todos le llamamos por el mote, pero no figura en su carnet de identidad. Pues de la misma manera todos lo llamamos callejón de Infantes, pero en realidad no lo es. 

En realidad, la seguntina calle de San Roque, como todas las demás, tiene pares e impares distinguiendo sus portales. Pues si ustedes prestan atención al pasear por esa calle, podrán ver que el portal en la esquina con el callejón de Infantes tiene el número 28. Pues bien, empiecen a subir el callejón y observarán que la primera casa tiene el número 26 la segunda el 28, la tercera el 30 y, si pasan al otro lado, el Palacio de Infantes debería tener el 32, aunque no tiene número y la siguiente el 34, aunque también le han puesto un 4,quizá por aburrimiento.

Me llegan cartas con Callejón de Infantes 2 o Callejón de Infantes 3, incluso de entes públicos, pero yo no vivo en él. De manera que lo de callejón de Infantes es una denominación popular un localismo, y habría que elegir entre darle existencia oficial, cambiando la numeración de los edificios o respetar su origen como parte del barrio de San Roque y seguir conociendo a sus edificios por el número tradicional, quitando la denominación del lado izquierdo del callejón mismo.

Parece una tontería, pero el día que llegue una comunicación, cualquiera de sus habitantes podría decir que eso no va con él, no vive en el callejón de Infantes, aunque tendría problemas porque eso ha entrado hasta en el carnet de identidad, pues yo vivo en el callejón de Infantes sin número, según mi carnet. Es un ejemplo de que lo popular se introduce en la burocracia.

Calle San Roque

Pero el problema no es solo del callejón, es de toda la calle de San Roque, es una numeración de lo más interesante. Veamos. Empezando desde la ermita del Humilladero, vemos el n. 2 en la puerta de entrada a una finca particular, sigue la puerta de la casa siguiente, a la que pertenece la finca, que no tiene número; a ella sigue el 4, pero en la casa siguiente encontramos nuevamente el n. 2 y luego van siguiendo los portales n. 4, y 8 hasta llegar a las Ocho Esquinas. Pasamos la plaza y lógicamente encontramos el n. 10, pero a este siguen la casa n. 16 y la n. 18. ¿Tras el 18 viene el 20? Pues en la calle de San Roque tras el 18 viene el 16 nuevamente (aunque en un lateral se haya puesto un 20) y luego sigue con el 18, el 24, el 26 y el 28 llegando así a la esquina del callejón de Infantes.

El lado izquierdo va mejor, todo va bien desde el 1, hasta la última casa que tiene el 23 cuando le correspondería el 27. 

Cuando ya tenía esto redactado un residente en la calle de la Alameda, paralela a la de San Roque, me cuenta que ellos deben estar todavía peor, pero no voy a indagar.

Y ¿cómo acabar una observación así? Pues con un elogio a las empleadas de Correos que nos hacen llegar las cartas, incluidas las de los impuestos, no ostante esta variedad de indicaciones numéricas.

Viñeta

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