Después de varios intentos frustrados, Antonio Cano Montoro y yo pudimos conseguir visitar este país tan difícil y tan desconocido, aunque tenemos en común lengua y cultura.
En primer lugar te enfrentas a varios inconvenientes a la hora de conseguir el visado, con mas de10 requisitos, incluido el certificado de penales, y como mínimo mes y medio de antelación para que te lo concedan. El visado tiene una extensión de dos meses, pero solo es válido para exactamente los días en que tienes programado el viaje. En nuestro caso, 12 días.

El 20 por ciento de la población de Guinea son extranjeros, la mayoría de países africanos, de Mali, Burkina Faso y Camerún. Entre los directivos de empresas y comerciantes muchos chinos, españoles, libaneses e indios. En el país se habla español, y también mucho francés, y entre ellos es normal comunicarse en alguna de las lenguas nativas, sobre todo el Fang.

Existen varias aerolíneas que realizan el trayecto Madrid-Malabo, hay una compañía guineana que realiza vuelo directo una vez a la semana, pero no es muy de fiar, también se puede ir con Air Maroc, pero la experiencia que tenemos con esa compañía es muy mala por la pérdida o demora del equipaje. Optamos por el trayecto mas largo y mas horas de viaje, con la Ethiopian Airlines, Madrid-Marsella-Áddis Abeba-Malabo. Iberia no vuela a Guinea.

Malabo
Llegamos a la capital, Malabo, antigua Santa Isabel, en la Isla de Bioko, antes Fernando Poo. El aeropuerto muy moderno y amplio, muy limpio, pero casi vacío, con muy pocos vuelos diarios. Nos trasladamos al Hotel Las Colinas, alojamiento propiedad de la primera dama, situado casi pared con pared con el palacio residencial del Presidente. El Hotel inmenso, lujoso, con mármoles y salones gigantescos, piscina, aire acondicionado en todo el lugar día y noche, pero casi vacío. Apenas eramos una decena de huéspedes, incluido un ministro y su séquito.

Al día siguiente comenzamos la visita a la ciudad, preciosa catedral, que estaba cerrada, centro cultural español, biblioteca central. Zona de playas. El centro histórico con casas bajas, calles estrechas, pero poco tráfico. Visitamos el paseo marítimo, interminable, precioso, con chiringuitos cada 500 metros, todos medio vacíos, las calles muy limpias, apenas tráfico. Fuera del centro visitamos, a través de autovías y calles perfectas, una zona de la playa, que nos dijeron que los fines de semana estaba muy concurrida, pero no había nadie. Fuimos a ver un centro comercial, propiedad de uno de los hijos del presidente, de dos plantas, en los que éramos los únicos clientes. Tiendas de lujo sin nadie para comprar. De vuelta al Hotel pasamos por la Avenida de las Naciones en el que nos enseñaron un conjunto de 54 palacios, todos iguales, en el que se pueden alojar todos y cada uno de los presidentes africanos, con jardín,servidumbre, mantenimiento etc, para que estén solo ocupados cuando vengan de visita, esto es, un despilfarro increíble.

El servicio de telefonía e Internet es muy malo, con poca cobertura y muy lento, y se producen apagones bastante largos y frecuentes, que solo sufren los habitantes que estén alejados del circulo familiar y tribal del presidente. Por la tarde fuimos a visitar el pico Basile, carretera en solitario hasta una especie de ermita que estaba cerrada, y con unas buenas vistas de todo el entorno.

Al día siguiente, y en contra de lo programado, salimos en vuelo para Bata, en la zona continental de Guinea Ecuatorial, antiguo Rio Muni.
Bata
Bata es diferente a Malabo, se nota una inversión del Estado en infraestructuras menor, posee un paseo marítimo también muy alargado, pero sin apenas vida, empezando por un monumento a la independencia, zona ajardinada y con un restaurante, que no parece que funcione, en lo alto. Es la ciudad con mayor número de habitantes del país y tiene pocos edificios elevados. Es muy extensa, pero la sensación, al igual que Malabo, es de poco tráfico, y con poca gente en la calle.

Aquí empezó el negocio de los Hermanos Martinez, de origen canario, con el primer supermercado en Guinea. A día de hoy están presentes en todas las ciudades y pueblos, en todos los centros comerciales y a extendido su negocio a Hoteles de lujo y restaurantes.

En la ciudad hay restaurantes y bares con una comida estupenda, lugares limpios y cocina exquisita. Gran parte de la comida en Guinea es de origen español, paellas, callos, torreznos etc, aunque también se consumen animales autóctonos, como monos, tortugas, etc, aunque su caza esté prohibida. Otros manjares muy extendidos serían la rata de campo y los gatos, comida exquisita, según nos dijeron.

En Bata visitamos la Catedral, que encontramos cerrada, y un monumento en un antiguo acuartelamiento, en el que se produjo una terrible explosión con centenares de muertos por un accidente en el almacenamiento de obuses, hace pocos años.

Al día siguiente salimos muy temprano al embarcadero para coger una patera que nos llevaría a la isla Corisco.
Corisco
Al salir muy temprano de Bata nos encontramos con varios controles policiales y militares, donde nos comprobaban los pasaportes y los permisos necesarios para poder transitar y visitar otras ciudades, permisos que deben de estar documentados y con la firma del ministro de turno. En el embarcadero también pasamos un control y enseñar el permiso de la patera que nos iba a llevar a Corisco, espera que se demoró mucho.

Una vez ya en la patera con motor, artesanal, con dos tripulantes y sin chalecos salvavidas nos dirigimos a la isla, el trayecto duró unas dos horas, con mas o menos oleaje y mojándonos nosotros y el equipaje.

Existen alternativas al viaje en patera a la isla, existe un transbordador no muy de fiar y una vez a la semana. También se puede ir en avión, pero solo sale si se contrata en grupo o hay suficientes viajeros.

Al llegar a la isla, lo primero que nos encontramos fue un control militar, esto es, una mesa con cuatro militares bebiendo cerveza y poniéndonos todos los impedimentos posibles, con insinuaciones de invitaciones a mas cerveza. Los pobres no tienen otra cosa que hacer, de lo aburridos que debían de estar, que beber y ejercer su autoridad. Gracias a nuestra guía pudimos pasar. El hotel era una casa familiar a pié de playa con varias habitaciones. Éramos los únicos alojados. Cuando llegamos era ya la hora de comer, pero la comida, que debía de llegar en patera no llegó, y tuvimos que esperar a las 7 de la tarde para hacerlo. La playa del hotel era perfecta, limpia y solitaria.
Al día siguiente hicimos un tour por la isla. Pudimos ver el aeropuerto, con una pista enorme, construida por una empresa marroquí, completamente vacío y cerrado, y las obras del puerto comercial, obra gigantesca, pero no vimos a nadie trabajando. Posteriormente fuimos a visitar la mejor playa de la isla, de arena blanca y preciosa. Tuvimos que pedir permiso para visitarla, con la prohibición de bañarnos y hacer fotos. Esta playa tiene 4 palacetes reservados para el vicepresidente de Guinea, que también, es hijo del presidente, el llamado Teodorín, con varios Squad y 4x4 en las puertas, para solaz de sus amistades.
Volvimos a Bata, previo paseo en patera con el mar agitado y dándome las dos horas de viaje todo el tiempo el agua en la cara y todo el cuerpo.
Después de pasar la noche en Bata, partimos por una autovía estupenda hacia Oyala.
Oyala
Oyala, o Ciudad de la Paz es una ciudad que se está construyendo en mitad de la jungla y que en un futuro será la nueva capital del país.

La construcción lleva varios años y no parece que se termine pronto, está en pie un futuro palacio presidencial estilo Casa Blanca, un Parlamento, dos edificios de oficinas, una universidad y un hotel de los mas lujosos del mundo, pero solo están en funcionamiento estos dos últimos. La universidad tiene un campus con estudiantes de muchos países africanos, con todas las comodidades. El resto de la ciudad tiene las infraestructuras hechas, calles, farolas, etc. pero sin edificios residenciales, ni ministerios, por lo que vimos, parecía todo paralizado.

El hotel Djibloho es gigantesco, rodeado de jungla, precioso, con piscina climatizada y piscina exterior enormes, salas de relax, espacios gigantescos, campo de golf, con una sala de conferencias como dos veces el Palacio de los Deportes de Madrid, el aire acondicionado funcionando día y noche por todos los espacios, varios restaurantes, bares, centro comercial y las habitaciones lujosas, preciosas y muy bien diseñadas. Este hotel tiene un inconveniente, que está casi vacío durante casi todo el año. El hotel tiene 425 habitaciones, 52 villas en el exterior, enormes y mas de 400 empleados. En los días que pasamos allí eramos 19 huéspedes. Ni que decir tiene, el hotel es propiedad de la primera dama.

Antes de llegar a Oyala, hicimos una parada en el Parque Nacional de Monte Alen, parque con muchos animales, gorilas, chimpancés, elefantes y murciélagos, entre otros. Hicimos un recorrido por el interior, maravilloso, pero no alcanzamos a ver ningún animal, nos encontramos varios cartuchos de escopeta por el camino, signo de que la caza furtiva por desgracia sigue existiendo.

Muy cerca del hotel, donde están los servicios de reparación, pudimos vez varios chimpancés en una jaula, el macho era enorme y se le veía muy agresivo. Se puede pasear con ellos, pero nos indicaron que no sería la primera vez que, por lo que fuera, te pueden morder. Un mordisco del macho te puede arrancar el brazo de una sola vez.

Cerca también del hotel existe una antigua cantera que se ha rellenado de agua de lluvia, en la que te puedes bañar, el agua fría y cristalina. Es un paraje precioso.
Al día siguiente fuimos a visitar Niefang explorando sus paisajes y atracciones locales.
Al siguiente día partimos hacia Bata de vuelta, visitando la ciudad de Mongomo, ciudad natal del presidente. Estamos ya en el corazón de la etnia Fang. La ciudad tiene un palacio gigantesco en el que se aloja el presidente, y otro, quizá mas pequeño, del vicepresidente, e hijo del presidente.
Cerca del palacio se ha construido una basílica gigantesca, estilo San Pedro, que nos encontramos cerrada. Gracias a la labor de nuestro chofer, pudimos contactar con un seminarista que nos abrió las puertas y pudimos ver su interior, muy amplio, perfecto, muy limpio, y también el patio exterior.

También visitamos Mbini, con una iglesia colonial, que también estaba cerrada, y el estuario del rio Muni, una masa enorme de agua, con una gran superficie y muy cercana a la frontera de Gabón.

Ese mismo día llegamos a Bata, y como teníamos la tarde libre, y a propuesta de nuestro chofer, fuimos a ver una aldea pigmea. Primero recogimos a la introductora, o conseguidora de la visita, seguidamente esta nos indicó que para dar buena impresión y facilitar nuestra llegada debíamos llevar varios regalos. Estos regalos debían ser tres paquetes de tabaco, dos tetrabrik de vino Don Simón y otros dos de vino del Tío de la Bota. Salimos a las cuatro de la tarde, y tuvimos que pasar ocho controles policiales y militares, la aldea estaba muy cerca de la frontera con Camerún. Llegamos al poblado sobre las 17,50, y el encargado de la seguridad de allí nos pidió la autorización gubernamental para la visita. Como no la teníamos, tuvimos que dar la vuelta hacia uno de los controles de policía en que había cobertura de Internet para que la guía nos enviara la autorización por e-mail. Una vez conseguido esto volvimos al poblado y ya pudimos entrar. Era ya de noche y nos encontramos con una aldea corriente, pobre y sin rastro de pigmeos, toda la población pendiente del vino. La aldea estaba bastante sucia y en el suelo se podían ver miles cartones de Don Simón de todas las épocas. Nos hicimos fotos con la única persona que parecía mas bajita y un montón de niños y nos volvimos.

En el siguiente día volvimos a Malabo, ya estábamos casi en el final del viaje, desde esta ciudad partimos a visitar las maravillosas cataratas de Ureka, antes de llegar paramos en Luba, en el que existe un monumento, muy cerca de la playa, que conmemora el punto donde llegó la primera expedición española a la isla.

La carretera que llega a Ureka se termina justo en la primera catarata, un salto de agua que cae en una laguna de aguas cristalinas, muy cerca de la playa. El agua está fría, pero se puede tomar un agradable baño. Para llegar a la segunda catarata se debe traspasar algunos ríos y caminar por la playa unos 6 kilómetros, playa completamente virgen, enorme, si se visita al anochecer, se pueden ver la entrada de tortugas, que llegan para desovar. Hay varios agentes forestales para cuidar que no haya caza furtiva, ya que para los lugareños, la carne de tortuga es un manjar exquisito. Al final de esta playa y entrando unos metros en la selva pudimos observar la segunda catarata. Antes de llegar ya pudimos oír el ruido del agua cayendo libremente. Este salto de agua tenía mas caudal que el primero, y con una piscina natural maravillosa, rodeada de selva, y en el que nos dimos un merecido baño. Hay otras dos cataratas más, aunque no pudimos acceder por falta de tiempo. En la última hay un campamento donde alojarse, pasar la noche y observar la selva y la llegada de tortugas del mar. Todo un espectáculo de vivencia en la naturaleza. El conjunto del paraje es maravilloso y merece la pena ir con mas tiempo.

Después de darnos este baño de naturaleza, visitamos el puerto de Luba, con su magnifica iglesia, que, por supuesto, estaba cerrada, y el pueblo de Batete, con la iglesia mas antigua de la isla, enteramente construida en madera, que también estaba cerrada y en proceso de rehabilitación, aunque no vimos a nadie trabajando ni arreglando nada.
Al día siguiente ya partimos hacia España, con el gusto de haber visitado este país, y poder actuar con sus habitantes, con una lengua y unas costumbres en común.

Realmente Guinea Ecuatorial no tiene muchos lugares que visitar, y tampoco están preparados para el turismo. Es un país muy limpio, amable, con una economía superior a la de otros países africanos y un buen nivel de vida, a pesar de sus dirigentes.