Desde que el autor español Enrique Gaspar publicara en 1887 la novela-zarzuela El Anacronópete (primera obra de ficción en la que aparece una máquina del tiempo), ocho años antes que la famosa novela de H. G. Wells, muchos han sido los escritores que han hecho viajar a sus personajes a través de los siglos, teniendo que resolver, literariamente, multitud de paradojas de manera normalmente inteligente; aunque a veces, bastante ingenua.
La paradoja más conocida se manifiesta al viajar al pasado (puedo viajar hacia atrás, matar a mi abuelo antes de que conozca a mi abuela y entonces no naceré, por lo que no podría matar a mi abuelo) es en realidad una violación del Principio de la Causalidad: un efecto no puede ser anterior a su causa (o ser causa de sí mismo).
La Física expresa esto como una violación del Principio de la Conservación de la Energía. Para entenderlo fácilmente veámoslo con un ejemplo monetario.
Supongamos que tengo una deuda de 1000 € y que no tengo dinero, pero sí una máquina del tiempo. Pido prestados100 € en monedas, las dejo sobre la mesa durante 10 minutos, después me las guardo en el bolsillo y viajo en el tiempo 10 minutos atrás; dejo los 100 € del bolsillo sobre la mesa junto a los 100 € originales, ahora tengo 200 €, espero 10 minutos, me los guardo en el bolsillo y viajo en el tiempo 10 minutos atrás; dejo los 200 €… al cuarto viaje tendría 1600 €, pagaría mi deuda, devolvería los 100 € y aún me sobrarían 500 € para irme de viaje. ¡¡¡Duros a cuatro pesetas!!!
El mismo proceso fraudulento lo puedo aplicar a la energía, basta con tener un almacén de energía: dejo sobre la mesa una pila eléctrica cargada (o un bidón de gasolina, o una pila de Uranio…), y 10 minutos después regreso al pasado y dejo otra pila sobre la mesa; y otras dos; y otras cuatro… Estaría creando energía por el arte de birlibirloque.
Si además, esta energía la uso para poner en marcha mi máquina del tiempo, habría creado un Móvil Perpetuo (aquel que funciona eternamente sin más que proporcionarle un impulso inicial), algo que está especialmente prohibido por las Leyes de la Termodinámica.
Y lo mismo puedo hacer con la masa: viajo 10 minutos al pasado y me encuentro conmigo, habré duplicado mi masa (ahora hay dos yos). En este caso, también estoy creando energía (por el Principio de la Equivalencia masa-energía, E = mc2).
De modo que, aunque no sabemos si el viaje retrocediendo en el tiempo es posible, podemos deducir que para que fuera posible sería necesario que se cumpliera el siguiente principio (que llamaré el Principio del Límite Energético para el Viaje en el Tiempo):
La energía necesaria (el gasto energético) para desplazar hacia atrás en el tiempo una masa tiene que ser mayor o igual a mc2; ya que la energía total de la operación se debe mantener o disminuir, pero no se puede crear energía “de la nada”.
Esta es una energía tremenda, por ejemplo, una persona de 70 kg de peso, tiene una energía (E = mc2) expresada en julios de 6 seguido de 17 ceros. Una energía muy, muy superior a aquella con la que trabaja el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de Ginebra, por lo que está muy lejos de que podamos logarla en un futuro cercano.
(Algún avispado lector se habrá dado cuenta de que la razón de hacer mi viaje de multiplicación económica con monedas es que los billetes están numerados y terminaría teniendo 16 billetes con el mismo código: unos billetes falso-verdaderos, que le crearían otra interesante paradoja a la Real Casa de la Moneda).