Varias veces me han preguntado cómo identificar una pseudociencia. He pensado que la mejor forma demostrarlo es con un ejemplo real. Tomemos un caso que circula por las redes sociales.
“¡Estudio científico! ¿Sabes que en el cerebro hay células madre y cuando somos felices les mandamos una química que las convierte en neuronas…? cuando estamos tristes no… Así que ¡A ser felices! La alegría, cura; la tristeza, mata”.
Esto es pseudociencia porque:
Primero. Mezcla cosas que suenan a ciencia, pero… no lo son: “mandamos una química” ¿Qué quiere decir? ¿hay diferentes tipos de química? ¿esos tipos de química se pueden “mandar”? y si es así ¿por qué medio se “mandan”?
Segundo. Hace afirmaciones que parecen novedosas o especiales, cuando no son más que obviedades: “En el cerebro hay células madre”; las hay en todo el cuerpo. “Que se convierten en neuronas”, en teoría todas las células madre se puede trasformar en cualquier tipo de célula y, por tanto, en neuronas.
Otras veces se da el fenómeno contrario, se hacen afirmaciones que suenan a verdaderas, pero que son falsas. Por ejemplo, ”todos los inventos de épocas recientes, antes de ser públicos, han tenido un uso militar”.
Tercero. Saca conclusiones que ya estaban prejuzgadas, y que no se deducen científicamente de lo que han planteado como premisa: el hecho de que las células madre se reproduzcan mejor en “condiciones biológicas favorables”, no tiene nada que ver con que la alegría produzca más neuronas; o al contrario, el hecho de que la tristeza produzca malestar, no significa que un persona triste no pueda generar la trasformación de las células madre.
Cuarto. Formula falsos silogismos del tipo “si A es B, entonces B es A”. Por ejemplo: “si la salud genera alegría, entonces la alegría produce salud”. Esto puede ser verdad… o no.
Quinto. Muchas veces se basan en fuerzas sobrenaturales (el Destino, la “Madre Naturaleza”, la “Energía Cósmica”…) o reales (Wall Street, la Comisión Trilateral, el Estado…), pero siempre ocultas o invisibles. No se molesta en demostrar la conexión; no hace falta, ya que la cultura y la psicología tienen un poso de religiones primitivas (animismo, panteísmo, superstición, etc.): cualquier afirmación que lleve un fondo espiritualista conecta con la parte irracional de la mente y tiene un efecto adormecedor del pensamiento crítico.
“La alegría cura, la tristeza mata”. Leído en este contexto, dice que la mente gobierna la biología; lo inmaterial e invisible dirige lo material y visible.
Sexto. Es una contradicción divertida que las pseudociencias desprecien la “Ciencia oficial”, y luego presenten siempre sus conclusiones como pretendidamente apoyadas por estudios científicos, normalmente sin identificar: “los científicos afirman”, “la ciencia dice”… muchas veces mal entendidos o interpretados, y normalmente sacados de contexto.
De hecho, lo único que se sabe actualmente sobre la cuestión alegría-salud es que la tristeza puede empeorar la recuperación de un enfermo, incluso una persona pude dejarse morir de tristeza; sin embargo, la alegría por sí misma no cura. Una buena actitud ayuda a tomar las medicinas, a aguantar el dolor, a hacer los ejercicios de recuperación, a superar la depresión… pero la alegría no cura el cáncer, no mata al virus, no suelda el hueso… Es una pena, pero es así.
Hay que advertir que estas cosas no son inocuas, pueden llegar a ser muy peligrosas: existen personas que dejan de consultar al médico o abandonan los tratamientos prescritos pensando que pueden curarse mediante el “pensamiento positivo”, el “deseo intenso”, las “medicinas alternativas”… Véase, por ejemplo, la insensata muerte de Steve Jobs.