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Francisco Xavier Balmis y Berenguer nació en Alicante el 2 de diciembre de 1753, hijo, nieto, sobrino, y más tarde cuñado, de cirujanos. En aquella época cirujano y médico no era lo mismo, los primeros, cirujanos-sangradores-barberos, se ocupaban de curar mediante intervenciones mecánicas (huesos rotos, heridas, muelas…) y se formaban en escuelas gremiales o militares; mientras que los segundos se encargaban de la medicina interna y se formaban en la Universidad. Balmis, sin embargo, no descuidó su formación pues antes de obtener el título estudió dos años de latín y humanidades.

A los 17 años aprueba el examen de cirujano militar y entra como practicante en el Real Hospital Militar de Alicante. En 1773 una mujer 8 años mayor que él, Josepha Mataix, le apremia judicialmente en matrimonio, que contraen unos meses después. Dos años más tarde tendrán un hijo, pero a lo largo de su vida Balmis dejó claro que no la amaba.

Con 21 años accede al puesto de cirujano militar y a los 25 ingresa en el cuerpo de Sanidad Militar, y se integra en un batallón radicado en la península, perteneciente al Regimiento de Infantería Zamora que en esa época servía en el Virreinato del Río de la Plata. Participa como cirujano en la Expedición de la Armada a Argel del Conde de O’Reilly, la primera gran operación bélica de Carlos III contra las bases de los piratas berberiscos y en el Sitio de Gibraltar de 1779. En estas operaciones conoce a los médicos Miguel O’Gorman, quien con el tiempo se convertirá en uno de los mayores difusores de la variolización y Timotheo O’Scanlan, que más adelante difundirá la variolización en Buenos Aires, con ellos se iniciará en la técnica de prevención de la viruela. También coincidirá con Jaime Memós de Llena, el cual será uno de los principales detractores de esta práctica.

En 1781 el Regimiento Zamora es destinado al Virreinato de Nueva España y el batallón de Balmis viaja hasta allí como refuerzo. Se embarca en la Expedición del brigadier José Solano y Bote que socorre a las tropas del gobernador Bernardo de Gálvez en el sitio de Pensacola, ciudad que tomaron a los británicos, durante la guerra de la Independencia de Estados Unidos. Carlos III reconoció el mérito de Solano con el título de Marqués del Socorro.

Azulejos de A. Chaves representando a Francisco Xavier Balmis en una calle de Alicante. Wikimedia Commons.

Después de esta expedición Balmis pasará a Nueva España, donde primero dirigirá el Hospital de Jalapa, después será cirujano mayor del Hospital Militar Amor de Dios de la ciudad de México y más adelante dirigirá el Hospital Militar de San Juan de Dios.

En México no pierde el tiempo, se relaciona con la sociedad ilustrada, se dedica a la botánica, se hace amigo del célebre médico y botánico salmantino Vicente Cervantes, fundador del Jardín Botánico de México, y obtiene el título de Bachiller en Artes en la Universidad de México.

Balmis abandona temporalmente el Ejército y emprende un estudio de la botánica y la medicina indígena del virreinato. En aquel tiempo un famoso curandero, El Beato, aseguraba que sanaba las enfermedades venéreas con una pócima de origen nativo. Balmis no le cree, pero recoge la fórmula a base de maguey (ágave o, como se conoce en España, pita) y begonia, elimina todos los componentes mágico-religiosos y experimenta con enfermos de sífilis del Hospital de San Juan de Dios.

Como decíamos, en México no pierde el tiempo. Tiene amoríos con la actriz más famosa de la ciudad, Antoñita de San Martín, y simultáneamente con otras tres más jóvenes, María la Carpintera, Anita la Queretana y Bárbara Ordóñez, armándose una trifulca entre ellas que llega a oídos del virrey. En esas está, cuando llega de la península una denuncia de su mujer alicantina para que cumpla sus obligaciones económicas como marido y padre. El virrey le despacha para la metrópoli, viaje que aprovecha para llevar 4 cajones de plantas vivas de Vicente Cervantes al Real Jardín Botánico de Madrid.

En unos pocos meses regresa a Nueva España donde consigue un dictamen favorable del Protomedicato y el Obispado para su tratamiento de la sífilis y se vuelve a la península con 100 arrobas de maguey y 30 de begonia. Una vez en la Corte, inicia su tratamiento en 3 hospitales supervisado por una comisión real. El Protomedicato de Madrid se opone al tratamiento y se organiza una controversia científica con el médico Bartolomé Piñera y Siles, con cruce de publicaciones de uno y otro, a favor y en contra del tratamiento.

En 1795 Carlos IV le nombra Cirujano Honorario de Cámara de S. M. Recibe el título de bachiller en Medicina en la Universidad de Toledo y se incorpora a la Real Academia Médica Matritense.

Concluye nuevos cursos en el Real Estudio de Medicina y Cirugía Práctica de Madrid y consigue el título de doctor en Medicina.

Como narramos en el artículo anterior, en 1798 Edward Jenner da a conocer la vacuna, y al año siguiente, Balmis publica una Introducción para la conservación y administración de la vacuna, y en 1803 edita la traducción de la obra más importante de la época sobre el tema, el Tratado histórico-práctico de la vacuna, del marqués Jacques-Louis Moreau de la Sarthe.

Cuando el 12 de junio de 1802, el virrey de Nueva Granada escribe desde Bogotá pidiendo ayuda al rey ante la galopante epidemia de viruela que sufre el virreinato y su capital, Carlos IV, quien había perdido una hija por esta enfermedad, inmediatamente pone a trabajar al Consejo de Indias en una solución.

Un joven cirujano andaluz, Rafael de Malaguilla, es el primero en proponer al Consejo una expedición para llevar la vacuna por todo el Imperio Español; pero se pasa por alto su proposición. El médico Francisco Requena, miembro del Consejo de Indias, solicita informes para encontrar la mejor manera de propagar la vacuna por ultramar. Se presentan dos propuestas, la del médico novohispano José Felipe Flores y la del ya médico experto en variolización y vacunación, Francisco Xavier Balmis. La segunda propuesta es la seleccionada por ser la más madurada y detallada.

Balmis propone utilizar niños para guardar el fluido vacunal en sus cuerpos durante la travesía. Se trata de vacunar a un niño, esperar una decena de días a que salgan los granos de la enfermedad vacuna, leve en los humanos, y entonces vacunar al siguiente con el fluido del grano del primero. Balmis proponía por seguridad constituir dos cadenas paralelas, dos niños cada vez. De modo que para llevar la vacuna a Canarias, atravesar el Atlántico y operar en el Caribe calculaba una veintena de niños.

La utilización de niños venía dada por la necesidad de asegurar que el hospedador no hubiera padecido la enfermedad, pues en ese caso estaría inmunizado y cortaría la cadena de transporte. Los niños se tomarían de los hospicios de la Corona, ya que pocas personas prestarían un hijo para un viaje tan largo sin garantía de regreso.

El 30 de noviembre de 1803 partió del puerto de La Coruña la corbeta María Pita al mando del oficial de la Armada Pedro del Barco y España, llevando como pasajeros al doctor Francisco Xavier Balmis y su expedición formada por 21 niños, el doctor José Salvany i Lleopart, dos cirujanos, dos practicantes y cuatro enfermeros, entre los que estaba Isabel Zendal Gómez a cargo de los niños.

Las andanzas que corrieron quedan para los próximos capítulos de esta increíble aventura.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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