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Como hemos relatado anteriormente, el comandante Pedro del Barco y España ordenó levar las anclas de la corbeta María Pita en La Coruña el 30 de noviembre de 1803, llevando a bordo a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, dirigida por Francisco Xavier Balmis de 49 años, su subdirector, Josep Salvany de 29, dos médicos, dos cirujanos, cuatro enfermeros, un secretario y veintiún niños, llamados reservorios, pues servirían de receptáculos del virus de la viruela vacuna.

Nueve días después, a las 8 de la noche, atracaban en el puerto de Santa Cruz de Tenerife donde comenzaron su misión. Al llegar se presentaron ante el Comandante General de las islas Canarias, el marqués de Casa-Cagigal, quien les prestó todo tipo de facilidades.

Se habilitó un dispensario, sufragado por personalidades locales, desde el que se anunció a todas las poblaciones la llegada de la vacuna y se exhortó el envío a Tenerife de pequeños contingentes de niños acompañados de un sanitario, procedentes de las otras seis islas del archipiélago.

Para difundir la vacuna una primera pareja de niños de cada isla era inoculada, al mismo tiempo, adiestraban a los sanitarios en los modos de vacunación y de conservación de la cadena del fluido vacunal, les facilitaban un ejemplar de la traducción de Balmis del libro del marqués Jacques-Louis Moreau de la Sarthe sobre la vacunación y los remitían a su isla para que abordaran su cometido.

Dividiéndose en varios equipos dirigidos por un médico o un cirujano, asistido por un enfermero, los expedicionarios efectuaron tres campañas de vacunación en la isla, estrenándose con la familia del Gobernador para dar ejemplo.

Mientras esto sucedía, al otro lado del Atlántico, el Gobernador de Puerto Rico, Ramón de Castro, resolvió adelantarse a las instrucciones recibidas del rey e instó al médico militar Francisco Oller Ferrer para que solicitara una muestra de fluido vacunal en la vecina isla de Saint Thomas (entonces colonia danesa y hoy perteneciente a las Islas Vírgenes de los EE.UU.). Oller, junto al doctor Tomás Prieto, inició una campaña de vacunación en la que se inmunizó a 1.557 personas.

El día de Reyes del año siguiente, la expedición marchó de Tenerife con su “cargamento” de niños rumbo a la Isla de Puerto Rico. Cuando el gobernador de esta isla advirtió la cercanía de la expedición, quiso ocultar su acción y dispuso que se detuviera la vacunación que había promovido por su cuenta y riesgo.

Al llegar a San Juan el 9 de febrero, todavía a bordo del María Pita, indicaron a Balmis la futilidad de su visita, puesto que la vacuna ya se encontraba en la isla.

Una vez ante el gobernador, Balmis se lamenta de la interrupción de la vacunación, que truncaba las cadenas vacunales de transmisión, tacha injustamente al método de Oller de poco seguro y critica sobre todo la ausencia de un método de conservación. Este mal comienzo agrió la relación entre el director de la expedición y el gobernador, que no colaboró en absoluto con los expedicionarios.

En Puerto Rico conocen al Arzobispo de Charcas (Alto Perú, la actual Bolivia), Benito María Moxó y Francolí, que se dirigía a tomar posesión de su diócesis. El prelado había nacido en Cervera, Lérida. Moxó y Salvany, quien se había criado en esa localidad, entablaron una gran amistad que más adelante será de gran ayuda en la difusión de la vacuna en la diócesis del monseñor.

Expedición de D. Francisco Balmis a la America, litografía de Francisco Pérez. BNE

El 13 de marzo de 1804 la expedición abandona Puerto Rico con destino La Guaira, el puerto más cercano a Caracas, en la Capitanía General de Venezuela, sin ningún niño adicional, pues en la isla no quisieron cederles ninguno. Una tormenta les desvía de su ruta y tuvieron que realizar una escala inesperada en Puerto Cabello, a 250 km de la capital, al cumplirse la decena de días de la inoculación de los dos únicos niños peninsulares que quedaban sin inmunizar.

Tras desembarcar por sorpresa, el comandante de la plaza de Puerto Cabello, Pedro Suárez de Urbina, organiza eficientemente un plan de vacunación, que comienza con la inoculación de 28 niños de las familias principales.

Con la intención de llegar cuanto antes a Caracas la expedición se divide en tres. Salvany permanece en Puerto Cabello vacunando y formando a los sanitarios que vacunarán en Valencia y Maracaibo. Balmis, acompañado del cirujano ayudante Antonio Gutiérrez, el practicante Rafael Lozano y dos enfermeros, Pedro Ortega y Ángel Crespo (secretario de la expedición que cambió de cometido para reforzar la función sanitaria), emprende el camino terrestre a Caracas, vacunando en todos los pueblos a su paso. Y el cirujano ayudante Manuel Julián Grajales, asistido por el practicante Francisco Pastor y dos niños de Puerto Cabello, navegan rápidamente hasta La Guaira en el guardacostas Rambli.

Balmis entra en Caracas inmerso en el entusiasmo de la población, en una berlina que le envía el gobernador Manuel Guevara y Vasconcelos y escoltado por una compañía de Milicias Indias. Consecuentemente, en esta capital recibió todo tipo de facilidades y atenciones.

Al poco, arriba Salvany en el María Pita con el joven Antonio Pastor, los 21 niños peninsulares e Isabel Zendal con ellos.

Balmis y Salvany son invitados a las tertulias literarias de la alta sociedad donde conocen a un joven caraqueño, Andrés Bello, oficial segundo de la Capitanía General de Venezuela, que había acompañado a la expedición de Alejandro von Humboldt y Aimé Bonpland en la escalada al Cerro Ávila, próximo Rector de la Universidad de Chile y uno de los humanistas más importantes de América. Bello escribirá para la ocasión una oda y una obra de teatro dedicada a la vacuna.

Precisamente con Bello como secretario, Balmis funda una Junta Central de Vacunación de la Capitanía General de Venezuela, que será el modelo de las futuras Juntas de Vacunación de las capitales de los territorios vacunados.

Los sanitarios que deja formados en Caracas vacunarán 20.000 indígenas en la provincia de Cumaná, los territorios de Coro, Ortiz, Santa María de Iripe y Tocuyo.

Reunidos de nuevo todos los expedicionarios en Caracas, reciben la noticia desde Bogotá, el centro de la epidemia, de que el doctor Lorenzo Vergés, comisionado de urgencia para vacunar en aquella ciudad, ha fallecido. Balmis cambia sus planes inmediatamente. Él mismo proseguirá las primeras etapas del plan original y se dirigirá a La Habana y el Virreinato de Nueva España, y más tarde a Filipinas; mientras que Salvany se encaminará al Virreinato de Nueva Granada y de allí hacia Chile y Buenos Aires. Esta será la última vez que se vean los miembros de una y otra subexpedición.

En los próximos artículos narraremos las aventuras de cada una de estas ramas de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.


 

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