En uno de los libros de Timoteo O'Scanlan (Newcastle West, Irlanda, 1723 – Madrid, 1795), La inoculación vindicada (Santiago de Compostela, 1786), nos revela la peculiar noticia de la existencia de un cirujano rural que varioliza en la villa de Jadraque (Guadalajara), y de cuya excepcional práctica había un testimonio directo, el del capitán del Regimiento Navarra Nicasio Salcedo Salcedo, variolizado en esa villa en 1771. Durante años los historiadores españoles han buscado al misterioso sanitario sin resultado, solo se pudo rastrear el origen de la noticia.
Sabíamos quién era Timoteo O’Scanlan. Fue uno de los más ilustres difusores de la variolización (inoculación de la viruela humana atenuada) en España. Perteneció a una de aquellas familias jacobitas irlandesas que dejaron su tierra para buscar el progreso social. Estudió medicina en París, obtuvo el título en Reims e inmediatamente ocupó plaza de cirujano en el Regimiento Hibernia de irlandeses católicos en los Reales Ejércitos de España y en 1766 fue nombrado Primer Médico de los Hospitales Reales de Ferrol.
Jenner inoculando la vacuna (1879), Gaston Meligue (1840-1914).
La información le llegó a Timoteo a través del padre de unos niños a los que varioliza en Madrid, Francisco Escarano, militar español de padre italiano y secretario de la embajada de España en Londres. Este a su vez conoce la historia por un inusual camino. En la legación se había recibido una consulta de la Royal Society de Londres, firmada por su presidente el Dr. John Pringle, en la que se indagaba sobre la existencia y técnica de un cirujano variolizador en Jadraque.
El misterio para los historiadores crecía ¿cómo podían en Londres saber de una actividad sanitaria en un pueblo de la Alcarria que era ignorada en los círculos médicos de la Corte?
En aquel momento el embajador en Londres, el italiano y militar español, Príncipe de Masserano, Felipe Ferrero de Fieschi, se encontraba enfermo en Madrid, por lo que el secretario Escarano le hizo llegar la cuestión por carta. El embajador se dirigió a su gran amigo el XII Duque del Infantado, Pedro Álvarez de Toledo y Silva Mendoza, para que intentara verificar la noticia.
El duque comisionó a un escribano público a fin de que averiguara los hechos y las circunstancias. El minucioso funcionario entrevistó a médicos, cirujanos, alcaldes, curas y vecinos de la comarca e informó que el cirujano de Jadraque (del que no dio el nombre) variolizaba sistemáticamente a la población a su cargo, que en la Sierra Norte de Guadalajara y la comarca de Jadraque, desde Majaelrayo hasta Mirabueno, este recurso sanitario era de conocimiento común y ancestral, y que las primeras variolizaciones conocidas se produjeron en Riaza y Majaelrayo en 1728, aplicadas en aquellas fechas por el cirujano de la primera de esas villas, Manuel Vitoria.
La respuesta fue cursada a la embajada en Londres y expedida al Dr. Pringle, que publicó la noticia en las Philosophical Transactions. Posteriormente también apareció en los Anales sabios de Gotinga y en la Historia de la Medicina (1820) del Dr. Kurt Sprengel.
Seguían faltando piezas en el puzle, como quién era el esquivo cirujano y cómo pudo llegar la noticia a Londres.
Investigaciones recientes de José Ignacio Rodríguez Castillo nos revelan que el cirujano de Jadraque se llamaba Antonio Martín Pérez, nacido en Buitrago, provincia de Guadalajara en 1707, que casó en Madrid con la alcarreña Francisca Romo, y que ejerció por primera vez en Torija en 1732. Antonio Martín sustituyó al seguntino Joseph del Río en 1734 como cirujano titular de Jadraque, Jirueque, Villanueva de Argecilla y Castilblanco de Henares.
Las investigaciones de Rodríguez Castillo llegan a conectar al capitán Salcedo con el cirujano de Jadraque a través de la hija de Antonio Martín, Francisca Martín Romo. Francisca fue a servir a Madrid y allí casó con Nicolás Mahy Chenu, alférez de la compañía flamenca de las Reales Guardias de Corps; y sucede que Nicasio Salcedo había sido cadete en las Reales Guardias de Infantería Española.
En aquel tiempo, lo que hoy llamamos la Guardia Real comprendía dos batallones, el de las Reales Guardias de Corps, formado por la compañía flamenca, la italiana y la española; y un segundo, las Reales Guardias de Infantería Española, integrado por la compañía walona y la española; todos ellos compañeros y, aunque manteniendo la lógica competencia entre ellos, camaradas.
Solo falta, por el momento, conocer cómo logró llegar la noticia al Dr. Pringle en Londres. Pudo ser por uno de los dos caminos siguientes:
Ya sea por el propio Embajador, Príncipe de Masserano, quien también había sido capitán de la compañía italiana de las Reales Guardias de Corps. O quizá fuera por otro grande de la variolización española y argentina, Miguel O'Gorman (Ennis, Irlanda, 1749 – Buenos Aires, 1819).
O’Gorman era un irlandés emigrado a España y, al igual que O’Scanlan, cirujano del Regimiento Hibernia. En 1771 viajó a Londres comisionado por su rey, Carlos III de España, para aprender la técnica patentada de variolización del médico inglés Robert Sutton (quien obligaba a socios, empleados y pacientes a mantener bajo secreto comercial el método con el que se estaba enriqueciendo). Durante el viaje, Miguel O'Gorman conoce al Dr. Pringle y posiblemente le comentara la existencia en Jadraque de un cirujano rural hispano que variolizaba sin tanto lucro ni reserva.
Como ya relatamos en el capítulo 1 de esta serie, la variolización llegó a Occidente a través de los artículos publicados en las Philosophical Transactions del Dr. italiano Jacopo Pilarino y del Dr. griego Emmanuel Timonis. Este último enseñó la técnica a la conocida Lady Mary Montagu, quien la introdujo en Inglaterra.
La variolización fue adoptada por algunas regiones de Francia, Dinamarca, Gales, Boston y Galicia (Benito Feijoo nos da noticia de la práctica ancestral en Lugo). En estos lugares se variolizaba usualmente en época de epidemia y a personas concretas. Posteriormente se generalizó en Europa el método del médico italiano Angelo Gatti (1724-1798) descrito en sus libros y, al contrario de la técnica del británico Sutton, de uso gratuito.
La innovación de Antonio Martí, el cirujano de Jadraque, reside en el hecho de ser el primero en el mundo en variolizar sistemáticamente a toda la población, niños y adultos, de su jurisdicción y extender su uso a los cirujanos de la comarca,1 en una labor de profilaxis sanitaria comparable conceptualmente a la que realizarán Balmis y Salvany en el siglo siguiente por todo el globo.
Una curiosidad final. Muchos de los protagonistas de esta historia fueron militares españoles y extranjeros sirviendo en el Ejército español. Esto se debe a tres razones, la primera es la militarización de la ciencia española en el siglo XVIII, la segunda son las posesiones de la Corona española en Italia y la tercera proviene de los países protestantes, en muchos de los cuales los católicos no tenían derecho al desempeño de puestos públicos ni de profesiones distinguidas, por lo que España, Francia e Italia fueron durante muchos años tierras de acogida de naturales del Reino Unido, Alemania, Austria, Países Bajos... naciones en las que se trataba a sus compatriotas católicos como inferiores.
Para saber más: Rodríguez Castillo, José Ignacio, El Mito de Jadraque, Aache, Guadalajara, 2017.
1 Rodríguez Castillo, José Ignacio; El mito de Jadraque. El cirujano que inoculó la viruela en el siglo XVIII; aache ediciones, Guadalajara, 2017, p. 109.