Antes de concluir esta sucesión de artículos sobre la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, me gustaría relatar un proceso paralelo, el de la llegada de la vacuna de Edward Jenner a la India, la joya de la corona del Imperio Británico.
Durante el siglo anterior a estos hechos, el imperio Mogol, que llegó a gobernar toda la India y los países actuales de Bangladés, Pakistán, parte de Afganistán, Bután y Nepal, se fue fraccionando en múltiples reinos que iban siendo conquistados uno a uno por la británica Compañía de las Indias Orientales (East India Company, o EIC), empresa que mantenía en cada uno de ellos una administración civil (las Gobernaciones) y un ejército privado permanente, compuesto por oficiales británicos e infantería indígena, los cipayos.
Sin embargo, ya antes de la conquista de ese territorio por la compañía británica, se practicaba la variolización en aquel país, al menos desde el siglo XVII, pero esta costumbre no era general. La India es un subcontinente con innumerables culturas, lenguas y religiones. Simplificando mucho, podemos decir que en los pueblos del norte oriental, el delta del Ganges en la Gobernación de Bengala, la viruela era endémica y estacional. En esa área existía una pequeña casta de Brahmanes que dispensaba todos los veranos la variolización en nombre de la diosa de la viruela, Shitalá Mata. Por el contrario, en los pueblos del sur y occidente, como en la Gobernación de Bombay y la isla de Ceilán (actual Sri Lanka), la viruela se presentaba de forma episódica en epidemias, la práctica de la variolización se consideraba una costumbre repulsiva, y los tamiles ofrecían tributos a su diosa madre, Mariamman, para que les librara de ella.
Las primeras acciones británicas contra la viruela en la india fueron el establecimiento en 1787 de un hospital en Bengala para variolizar a los residentes británicos y la recomendación en Madrás de esta práctica sanitaria para los soldados de la EIC. Tres años después, en medio de una fuerte epidemia de viruela, el gobernador británico de Madrás organizó una campaña de formación de los practicantes indios y distribuyó información en las lenguas locales.
El mismo Jenner siempre estuvo muy interesado en la vacunación de la India, de ahí que organizara desde el año 1800 varias tentativas para llevar la vacuna a aquellos parajes, pero desgraciadamente todas ellas fracasaron.
El salto desde el Mar Mediterráneo al Océano Índico a través de la Península del Sinaí, en una época en la que aún no existían ni los ferrocarriles modernos ni el Canal de Suez, obligaba al envío en camello de la linfa vacunal sellada entre cristales. Las altas temperaturas de este trecho del viaje condenaron a las muestras a la esterilidad. Por el extremo opuesto, el viaje en barco por el Cabo de Buena Esperanza hubiera necesitado de cinco a ocho meses y del orden de, al menos, medio centenar de niños para mantener una cadena vacunal efectiva y otros tantos para establecer otra de seguridad. Además de las complicaciones de esta operativa sanitaria en un barco de vela repleto de chiquillos, se trataba de un viaje penoso y largo a través de una ruta en la que los naufragios eran frecuentes. La suma de estos factores hacía inviable este camino para la vacuna. De modo que el envío de la vacuna a la India hubo de hacerse por etapas.
A principios de 1802, un ciudadano particular británico residente en Bagdad, Hardford Jones, solicitó una muestra de vacuna al doctor De Carro en Viena. La muestra, una bola de cera en la que se escondían unos cristales con unos hilos impregnados de fluido vacunal, fue utilizada por el cirujano del señor Jones para inocular a un niño armenio y recuperar la linfa. Transcurrida la decena de días, extrajeron la linfa y, empaquetada de nuevo la enviaron a Basora.
En aquel importante puerto del Golfo Pérsico el doctor John Milne cirujano de la EIC, tras inocular algunos niños para renovar la vacuna, la envió por vía marítima entre cristales a su colega Helenus Scott en Bombay.
El 14 de junio de 1802, Scott vacunó varias decenas de infantes, pero la vacuna solo prendió en una niña india de piel oscura, Anna Dusthal, de tres años de edad. A continuación anunció la llegada de la vacuna en la Gaceta de Bombay y comenzó los envíos a las distintas colonias británicas en la India.
Retrato de tres princesas de Mysore, Thomas Hickey, 1805 ca. La princesa de la derecha muestra su brazo recién vacunado.
Desde esta importante ciudad de la India británica, en envíos remitidos por Scott o sus colaboradores a los cirujanos locales o de la EIC, la vacuna fue extendiéndose por los territorios británicos de la India. En agosto de ese año la vacuna llegó a Trincomalee, en Ceilán, y a Hyderabad, actual capital del estado indio de Andhra Pradesh en el centro de la india. En septiembre a Cochín y a Thalasserry, en el estado de Kerala, en la costa suroccidental; a Pune antigua capital del Imperio Maratha (actual estado de Maharastra), al este de Bombay; a Chengalpattu, en el estado Tamil Nadu, en la costa suroriental… Las autoridades de la compañía británica colaboraron con esta iniciativa privada de los sanitarios facilitando transportes oficiales y exhortando a la población para que se vacunara.
En todas aquellas ciudades, y en los territorios a los que la vacuna fue llegando posteriormente, los primeros en vacunarse eran las familias británicas y sus servidores, tanto los criados de sus residencias, como los trabajadores de las plantaciones y factorías, así como los soldados cipayos de la EIC. Los sanitarios locales se organizaban cada uno a su manera y solían formar a sanitarios indígenas para que difundieran la vacuna por la población autóctona, con métodos diversos. Por ejemplo en Madrás se pagaban 7 rupias a los vacunadores indios por cada vacunación registrada. Este proceder favorecía la picaresca y los números de vacunados resultaron inflados.
Según hemos visto, las primeras vacunaciones en la India se debieron a las acciones de sanitarios individuales. Ni la EIC ni el Gobierno Británico, como instituciones, tuvieron un papel en el proceso, si bien los principales actores de este drama fueron sus empleados o administradores locales obrando de forma particular, ya que no fue hasta el año 1827 que el Gobierno Británico organizó desde Bombay la primera campaña oficial de vacunación de la población de la India.
Para saber más: Bennett, Michael, War Against Smallpox. Edward Jenner and the Global Spread of vaccination, Cambridge University Press, Cambridge, 2020.