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Este es el nombre de una película protagonizada por Sean Connery, versión espacial de Solo ante el peligro (1952) con Gary Cooper, que me recuerda un par de falsas creencias sobre la gravedad y el espacio.
Fuera de la atmosfera no hay gravedad.
Vemos continuamente a los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés) flotando en ingravidez. Deducimos que cuando salimos al espacio ya no hay gravedad; pero ¿es esto así?
El efecto de la gravedad se extiende hasta el infinito, aunque decrece proporcionalmente con el inverso del cuadrado de la distancia (Ley de Gravitación de Newton: F = G Mm / d2). Esto quiere decir que a distancias grandes su fuerza es pequeña, pero existente.
Cuando salimos de la atmósfera nos encontramos muy cerca de la Tierra (la órbita de la ISS está a 400 km de altura) y allí el peso disminuye al 88,53%. Esto significa que un astronauta que pese 75 kg en su casa, pesará 66,4 kg en la ISS (ya que la relación entre las fuerzas gravitatorias a 400 km de altura y sobre la superficie de la Tierra es: R2 / (R + 400 km)2, R es el radio de la Tierra, 6.370 km).
Entonces, ¿por qué no caen?... pues ¡porque están en órbita! Giran a una velocidad endiablada que genera la aceleración centrífuga suficiente como para compensar la gravedad. ¿Qué velocidad es esa?
La ISS da una vuelta alrededor de la Tierra cada 92,5 minutos, y como en ese tiempo recorre una circunferencia de radio R + 400 km, su velocidad es de 27.592 km/h, ¡más de 10 veces la velocidad de la superficie de la Tierra en su movimiento diurno!
Luego, la gravedad sigue existiendo al salir de la atmósfera. Lo que produce la apariencia de ingravidez es que esta se compensa con la aceleración centrífuga. Se trata de una falsa creencia del tipo ignorancia científica.
En Atmosfera Cero (1981) y Desafío Total (1990), protagonizada por Arnold Schwarzenegger, aparecen personas que explotan, o les explota la cabeza, por la ausencia de traje espacial o de presión en él. Un impresionante recurso fílmico.
Una persona en el espacio sin traje espacial explota, ya que la presión interior de su cuerpo no es compensada por la presión exterior.
Nuestro cuerpo no es un globo hermético, tiene varias aberturas y muchos poros, por lo que no tiene presión interior.
En situación de ausencia de atmósfera, el aire de nuestros pulmones saldría por la boca o la nariz; pero los pulmones no explotarían, quizá sufrieran algún desgarro. La sangre sí tiene presión, si bien la resistencia de las venas es suficiente para retenerla; aunque los tímpanos sí podrían explotar.
Tampoco se congelaría el desdichado astronauta, pues el vacío es aislante, ni herviría su sangre (protegida dentro de las venas); pero sí las lágrimas y la saliva.
De nuevo una falsa creencia del tipo ignorancia científica: si a un astronauta se le rompe el traje espacial moriría asfixiado en poco tiempo, pero no explotaría.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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