Joël Dicker Ed. Seix Barral
El suizo Joël Dicker se une al elenco de escritores que gozaron de las mieles del triunfo en su primera juventud, antes de cumplir la treintena, tal y como Vargas Llosa, García Márquez o Cela, por citar a tres fenómenos que pronto vieron llegar el éxito, que finalmente rubricaron el mismo con la obtención del codiciado premio Nobel. No quiero con ello aventurar que este descubrimiento de la literatura en lengua francesa vaya a seguir los mismos pasos, pero no cabe duda que el joven autor incluye entre sus virtudes la de conocer bien los recursos que pueden terminar dando vida a una gran novela. La verdad sobre el caso Harry Quebert es un excelente, que no perfecto, trabajo, que aúna elementos de novela de misterio con una visión crítica del entorno rural en EE UU y el mundo literario y comercial con una exposición contundente de los tiburones que por él circulan, al tiempo que viene a cuestionar el éxito como valor incontestable, que justifica toda una existencia. Tal vez una vendetta de quién no vio publicada su primera novela, rechazada por las editoriales… hasta que obtuvo un premio para obras inéditas. En esta su segunda obra de larga duración, el autor nos mete de lleno en el misterio que corre a lo largo de todo el libro: alguien mató a la quinceañera Nola Kellergan, pero ¿quién?, ¿y por qué? Un suceso acaecido en verano de 1975 en una pequeña localidad de New Hampshire vuelve a tomar vida de la mano de un joven escritor –Marcus Goldman– que ha alcanzado la fama con su primera obra. El maestro del novel autor –Harry Quebert– es arrestado y acusado del asesinato más de treinta años después. La historia se completa con una amplia variedad de personajes que poco a poco van abandonando su condición de secundarios para ir convirtiéndose, en una trama complicada llena de giros y sorpresas, en protagonistas de primera clase. Todos ellos muy bien construidos que otorgan una gran credibilidad a la historia que poco a poco va apareciendo en su auténtica dimensión, dando unos giros que despistan al lector al tiempo que aumentan la intriga y la confusión entre unos personajes más vinculados entre ellos de lo que parecen. El final resulta un tanto atropellado, aunque el inesperado desenlace aumenta la calidad de la intriga. El ritmo de la novela mantiene cierta cadencia, con intervalos de intromisión en las lacras del consumo que se impone al indefenso ciudadano de nuestra era, pero las últimas páginas cogen un ritmo especial, un auténtico Molto Vivace que, sin embargo, resulta un pelín chirriante, no tanto por el contenido sino por la sensación que ofrece de pensar si no podría haberse resuelto en algo menos de las 600 y pico páginas que el libro contiene. Pero ello no desmerece de una muy buena obra bien construida, con una historia de base cierta y desarrollada con grandes dosis de misterio, en donde nada es lo que parece ni nadie viene a ser el que se imagina en principio, al estilo de Stieg Larsson, en la primera entrega de Millenium.