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A 600 kilómetros al norte de Addis Abeba (Etiopia), se encuentra la ciudad de Bahar Dar, una de las ciudades más importantes del país, situada en la orilla sur del lago Tana, el tercer lago más grande de Africa, después del Victoria y el Tanganica, de 85 kilómetros de largo y 65 de ancho. Sorprendentemente con forma de corazón. Confluyen en él muchos ríos. El más importante de todos es el Nilo Azul.

Salpican el lago más de treinta islas. Las islas albergan más de veinte templos y monasterios cristianos, construidos en el siglo XIII, muchos de ellos habitados por monjes y ermitaños.

Un pescador nos alquiló una barca con motor, para durante todo el día visitar alguna isla y los templos más bonitos. Elegimos entre otros el de Tana Cherkos, donde dice la leyenda que está El Arca de la Alianza, trasladada allí para protegerla de las conquistas mususlmanas desde Axun, lugar donde la depositó Menelik, hijo del Rey Salomón y la Reina de Saba, a quien se la había entregado su padre, para que le amparara en su viaje desde Jerusalén a Axun, donde sería el fundador de una cadena de emperadores etíopes, que se sucedieron sin interrupción hasta la caída de Haile Selassie en 1974. Cada vez que se intenta restituirla a Axun vuelve milagrosamente al templo.

La mítica reina de Saba, de quien el Antiguo testamento dice que viajó a Jerusalén para conocer personalmente al Rey Salomón del que le contaban de su gloria y sabiduría. Cargada de regalos –aromas, oro  y piedras preciosas– permaneció en Jerusalén varios meses, se enamoraron, pero la reina había rechazado acostarse con él, alegando que en su país una reina debía mantenerse vigen hasta el matrimonio. La noche antes de partir la reina, el rey preparo una gran fiesta en su honor. Una vez terminado el banquete,

Salomón la invitó a pasar la noche en su palacio, prometiéndola que no la tocaría, si ella se abstenía de tomar alguno de sus bienes. La reina se despertó en la noche con sed y bebió de un vaso de agua, mandado colocar en su mesilla por el rey. Justo en ese momento el rey la cogió de la mano y atrayéndola hacia sí le dijo: el agua es el más preciado de los bienes. Con lo que la reyna había quebrantado su promesa.   

Desde la barca se alcanzan a ver los hipopótamos y cocodrilos que viven en el lago, poblado de gran variedad de riquísimo pescado, entre ellos el famoso pez “gato”. A mediodía no pude resistir la tentación de bañarme en el lago, entre algunos chicos de la isla. Al atardecer navegamos hacia donde se despeña el lago en una espectacular catarata, del fondo de la misma nace el Nilo Azul.

De regreso, volvimos costeando la ribera para evitar el fuerte oleaje que levanta la brisa al ponerse el Sol.

Ya hay algún hotel en construcción, dadas las enormes posibilidades turísticas. Llama la atención que todo el andamiaje de la construcción es de palos de madera atados con cuerdas, se ve a los albañiles andar sobre los palos, y daba vértigo. Me acordaba de las montañas de andamios metálicos, que duermen en los desguaces nuestros. Alguien (emprendedor) podría devolverles su utilidad, en ese país.

Estábamos alojados en un hotel a pocos metros del lago. La atención que nos daban era como para quedarse a vivir allí, (si no fuera por la amenaza del paludismo, del que había que protegerse, tomando un sucedáneo de la quinina) .

Por la noche acudimos a un centro cultural, donde grupos del folklore bailaban y danzaban. No pude negarme a una danzarina que me sacó a bailar.

Traté de buscarla al dia siguiente, para darle su merecido.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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