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Hace dos años pronuncié mi primera conferencia sobre este tema en la Apertura de los Cursos de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) en Sigüenza. Desde entonces muchas cosas han cambiado. En mi enfoque inicial era muy pesimista y subrayaba que esto está ocurriendo y no estamos haciendo nada, por lo que el futuro de la humanidad está muy comprometido.

Tras más de 12 conferencias y debates, he reorientado mi mensaje. Es verdad que la humanidad está mirando para otro lado, pero hay soluciones y se están dando los primeros pasos. Por supuesto, soluciones políticas, como el Acuerdo de París, pero también tecnológicas, como son el imparable ascenso de las energías solar y eólica, la obvia necesidad de reducir la demanda energética vía eficiencia y la electrificación de la demanda, con la irrupción espectacular del coche eléctrico.

Adicionalmente, la humanidad necesita una política fiscal ambiental que grave los combustibles fósiles para internalizar el coste externo del daño que causan en el aire que respiramos y en el clima.

Otra cosa que ha cambiado es el medio por el que propago mis mensajes. Desde entonces tengo mi propio blog en www.expansion.com/blogs/cambioclimatico, donde he publicado más de 250 artículos y miles de comentarios.

Este año, cuando fui invitado a colaborar de nuevo con la UAH no lo dudé: “Contad conmigo”, les dije, “pero en vez de Mercados Financieros os propongo un curso sobre cambio climático y sus soluciones”.

El curso ha sido una versión ampliada de mi conferencia-tipo pero, en lugar de quitar y quitar láminas para hacerla soportable, hice lo contrario: una especie de tesis doctoral con más de 500 láminas... Los asistentes han tenido mucha paciencia y se lo agradezco.

Un resumen del curso podría ser este artículo:

Base científica

El clima está cambiando. Los millones de datos de temperaturas del planeta muestran, de manera inequívoca que las temperaturas medias han subido, que las temperaturas mínimas han subido y que las temperaturas máximas han subido.

Ciertamente, ese cambio se debe a la acumulación de gases efecto invernadero producidos por la actividad humana, principalmente, la combustión de hidrocarburos de origen fósil. Esos gases, entre los que destacan el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4) atrapan parte del calor que la Tierra emite para compensar el calor que recibe del Sol. En consecuencia, la atmósfera se calienta y la Tierra necesita elevar su temperatura para poder seguir emitiendo la misma energía hacia el espacio exterior.

Veíamos que el efecto invernadero es una bendición, pues sin él, la Tierra estaría a unos -19ºC y gracias a él, está a unos 14,5ºC, permitiendo la vida tal y como la conocemos. Ese equilibrio se ha conseguido tras miles de millones de años, hasta llegar a los últimos 10.000 años, desde que la humanidad se hizo con el control de la agricultura, la ganadería y, poco a poco, del planeta. Desde entonces hemos perturbado el equilibrio… Hemos pasado de una concentración de CO2 en la atmósfera de unas 275 partes por millón (ppm) al comienzo de la Revolución Industrial, a más de 400 ppm en la actualidad. Y hemos calentado la Tierra.

La ciencia ha demostrado que la teoría del calentamiento debido a los gases efecto invernadero es consistente con la forma que se está calentando el planeta. Y ha calculado que duplicar la concentración de esos gases puede producir un calentamiento entre 2 y 4,5ºC.

Y hay una coincidencia casi absoluta entre la comunidad científica internacional, pues el 99% de los científicos del clima de todos los países del mundo está de acuerdo en que la causa del calentamiento son los gases invernadero de origen humano.



Efectos ya causados

Lo que ya ha ocurrido es muy preocupante. Enumero los principales efectos:

1.- La temperatura media del Planeta ha subido más de 1,3ºC desde antes de la Revolución Industrial, con datos de la NASA a abril de 2016.

2.- La superficie del mar se ha calentado.

3.- La parte baja de la atmósfera se ha calentado.

4.- El planeta se ha desertificado en las zonas que ya eran secas y se ha inundado con frecuencia en las zonas que ya eran húmedas.

5.- El océano se ha acidificado, incrementando un 26% la concentración de iones H+

6.- El hielo se está fundiendo a pasos agigantados, en la Antártida, en el Ártico y en todos los glaciares. El hielo fundido desde 1992 podría cubrir España con más de 20 metros.

7.- El nivel del mar no deja de subir.

8.- El calor almacenado en los océanos es inmenso, cientos de veces el consumo anual mundial de energía.

9.- La frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos (olas de calor, incendios descontrolados, sequías, huracanes, tifones, lluvias torrenciales, inundaciones) no deja de subir década tras década.

Y un largo etcétera.

En España el motivo de preocupación es mayor, pues, con menos datos, el calentamiento experimentado ha sido del mismo orden de magnitud, pero en la mitad de tiempo…

El futuro

El principal problema para atajar esta situación es que los responsables de la acumulación actual de esos gases han sido, sobre todo, los países ricos, América del Norte, Europa, Japón. Aunque ya han iniciado sus políticas de reducción de emisiones, ahora son los países emergentes los que están creciendo en población y sobre todo en emisiones… (China, India, etc). Es una especie de “revancha de los pobres”. Es como un turno terrible en que los países pobres quisieran dejar de serlo accediendo a las mismas fuentes de energía fósil, barata, abundante… y sucia.

El problema es que si no hacemos nada, si la humanidad sigue quemando esos combustibles fósiles, la concentración de gases invernadero seguiría subiendo y subiendo, pudiendo provocar calentamiento promedio del Planeta superior a los 5ºC a final de siglo, y subiendo, pudiendo provocar eventos climáticos abruptos e irreversibles, como sería la rotura masiva de placas de hielo ártico y antártico, pérdida severa de productividad agrícola y pesquera, conflictos interiores y entre países por el agua dulce, los recursos naturales, emigración masiva, proliferación de estados fallidos, millones de refugiados y un sinfín de calamidades, alguna de ellas irreversible.

Los posibles escenarios de futuro vienen determinados por un crecimiento moderado de la población mundial y un crecimiento exponencial de la renta per cápita. Por lo tanto, si queremos que las emisiones de gases invernadero no crezcan de la misma manera, es imperativo que se mejore sustancialmente la eficiencia energética y, sobre todo, que esa energía se consiga sin emisión de gases invernadero. Es decir, descarbonizar la economía en algún momento del siglo XXI, tal y como las 195 naciones del mundo acordaron en la Cumbre de París.

Soluciones
¿Y eso va a ser posible?. Yo creo que va a ser difícil, pero no imposible. Afortunadamente, contamos con recursos energéticos renovables dos mil veces superiores a las necesidades de la humanidad. Y no se agotan, llegan cada día. Tenemos sol, viento y agua suficientes para producir, todos los años, 2.000 veces la energía que consumimos.

Vale, menos, pues parte de ese sol y viento ocurren en zonas remotas, en el mar o en tierras de difícil acceso. Pero tenemos viento, sol y agua accesible por 200 veces las necesidades anuales. Y tenemos las tecnologías  para capturar una fracción de esa energía para atender las necesidades de la humanidad y curarnos de la adicción a los combustibles fósiles antes de que causen daños irreparables.

Las curvas de aprendizaje de las energías solar y eólica son espectaculares. El coste del kWh de origen solar o eólico en las últimas subastas es inferior al coste del kWh de carbón, gas natural o nuclear.

Por lo tanto, los países, las empresas y los ciudadanos deben acometer sin demora la sustitución de las viejas infraestructuras energéticas basadas en carbón, gas petróleo y nuclear, por las nuevas energías renovales, basadas en el Sol (fotovoltaica y solar de concentración), eólica, hidroeléctrica, geotérmica y otras renovables, como la propulsión con hidrógeno, pila de combustible, tecnologías de captura de carbono, algunos biocombustibles, etc. etc.

De hecho, las inversiones mundiales en electricidad renovable ya han superado a las inversiones en electricidad de origen fósil.

Simultáneamente, debe acometerse la electrificación (de origen renovable) de la movilidad, la climatización, los procesos industriales, agrícolas y forestales. Afortunadamente, ya tenemos las tecnologías adecuadas para iniciar esa electrificación en transporte (coche eléctrico) y ciudades (LEDS y bomba de calor).

Simultáneamente, debemos transformar las ciudades rehabilitando edificios, oficinas, centros comerciales, industrias, para que no se derroche la energía como en la actualidad.

Y avanzar en las tecnologías de almacenamiento de energía y gestión de la intermitencia.

Y debemos apoyar todos los nuevos modelos de negocio que impliquen mayor sostenibilidad. Por ejemplo, la economía circular, las nuevas formas de economía compartida, coche compartido, multipropiedad, mercados locales, agricultura local, democratización de la generación de electricidad, autoconsumo, etc.

Como todo eso no va a ser todo lo rápido que debería, tendremos que estar preparados para la adaptación a cambios climáticos que van a ser inevitables, como reparación de infraestructuras costeras, inundación de zonas de baja elevación (Venecia, zonas de Holanda, todos los deltas y muchas de las ciudades más pobladas del mundo), daños a la capacidad de los océanos de producir pesca, daños a la capacidad de la tierra de producir cereales por falta de agua de deshielo (particularmente en los ríos que se alimentan del deshielo de los glaciares del Himalaya, en China, India, Pakistán y Bangladesh).

Y poner los recursos financieros para apoyar a las economías emergentes que van a ser más vulnerables ante los daños que van a ocurrir y parar la deforestación mundial y revertirla en reforestación.

Simultáneamente, debemos apoyar medidas fiscalmente neutras, que internalicen los costes externos de los daños que producen, en los precios de los combustibles fósiles y que aceleren la descarbonización. Propongo un sistema conocido como Recargo al Carbono con Devolución. No es un impuesto adicional, pues devuelve a los ciudadanos el 100% de lo recaudado, por tarifa plana, en cada país donde se establezca. Se trata de poner un recargo creciente e irreversible a todos los combustibles fósiles que entren en una economía. Y subirlos de manera inexorable año tras año. De esa manera, los productos y servicios que tengan un elevado contenido en gases invernadero se irán encareciendo año tras año. Los ciudadanos dejarán de consumirlos y se inclinarán por esos mismos productos y servicios pero producidos con energías limpias. Las empresas energéticas irán cerrando las infraestructuras más contaminantes y sustituyéndolas por otras libres de emisiones. Hay estudios de prestigio que proponen soluciones como estas a aplicar en economías como la norteamericana (en la UE sería incluso mejor), que consiguen reducir las emisiones a la mitad en 25-30 años y, posiblemente, volver a reducirlas a la mitad (de lo que quede) en otros 25-30 años. Quizá no consigan reducir las emisiones al 100% en 2070, pero si consiguen reducirlas en un 70-80%, la necesaria inversión en Investigación y Desarrollo y las tecnologías que descubramos en el camino, deberían ser un soplo de esperanza.

Por último, la colaboración internacional es imprescindible pues de nada serviría que unos países descarbonicen su economía si otros siguen adictos a los combustibles fósiles.

En ese sentido, es de celebrar el Acuerdo de París, firmado por 195 naciones en diciembre de 2015. Ahora hay que seguir avanzando en los compromisos nacionales voluntarios de reducción de emisiones, en los compromisos financieros con la voluntad firme de, al menos, las grandes potencias económicas que son las principales emisoras de estos gases: China, EEUU, la Unión Europea, India, Rusia, Japón,…

Ya se ve que no va a ser tarea fácil.

Pero es posible y, por ser tan difícil, tendremos que actuar con urgencia.

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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