Tras siete años de viajes de estudios a Sigüenza desde el colegio Kantonsschule Büelrain, de Winterthur (Suiza), era hora de devolver la visita. Una veintena de seguntinos (18 exactamente), cabezas de familia que han acogido a los alumnos de español de Sonia Hernández durante todos estos años, se han decidido a visitar el país de origen, al igual que lo hicieron un tiempo atrás con Noruega, otro país que nos manda alumnos todos los años. Ha sido el último fin de semana del pasado mes de marzo. Por la parte suiza, Susana Sonego-Bugeda, profesora de español del citado colegio, que nos visita cada año acompañando a sus alumnos, ha hecho de anfitriona. La recepción el primer día en el colegio suizo por parte de la dirección del centro, profesores y alumnos fue cariñosa y entrañable. El subdirector, que habla español, acogió al grupo con palabras elocuentes y divertidas, respondiendo Silvia Bau por parte de las familias, mientas el director, que no habla español, asentía y no dejaba de sonreír, transmitiendo complicidad. El grupo de españoles, acompañados por Susana y su marido Marco, han recorrido una parte significativa del país alpino, visitando ciudades como Zürich, Lucerna o Vaduz (capital del pequeño estado de Liechtenstein) y localidades rurales de encanto alpino como Appenzell, Werdenberg, St. Moritz o Wengen. En Appenzell, los seguntinos han visitado una central láctea donde se fabrica el famoso queso Appenzeller.
El recorrido desde St. Moritz, meca del deporte de invierno y del lujo alpino, hasta Wengen se realizó en buena parte en el Glacier Express, tren panorámico que, en una jornada de viaje, permite disfrutar de los fantásticos paisajes de los Alpes, algunos cubiertos en esta época por una gruesa capa de nieve. En Wengen, enclavado en pleno valle de Lauterbrunnen, precioso valle alpino de paredes verticales, famoso por sus cascadas (cantadas por poetas como Goethe) y rodeado por grandes moles de más de 4000 metros, se visitó el denominado "techo de Europa", el Jungfraujoch, instalación a 3500 metros de altitud a la que se accede mediante un tren de cremallera que atraviesa la montaña. Las plataformas de observación, entre nieve y glaciares, quedan enclavadas entre las enormes cumbres del Jungfrau (la Virgen) y el Mönch (el Monje), mientras que la tercera gran montaña de la zona, famosa por su dificultad para la escalada, el Eiger (el Ogro), queda un poco más allá. Susana y Marco, perfectos anfitriones, prepararon dos sorpresas musicales a los visitantes, una en la primera noche en Appenzell, donde un duo tradicional deleitó a los seguntinos con música montañesa acompañada por el dulcémele alpino ('hackbrett'), curioso instrumento de cuerda percutida, y otra en la primera tarde en Wengen, con la tarde cayendo sobre las grandes moles nevadas, donde un dúo de trompas alpinas ('alpenhorn') introdujo a los visitantes en los sonidos profundos de la cultura pastoril de la alta montaña centroeuropea. La vuelta a Sigüenza, sin novedad, agradeciendo a Susana, Marco y el resto de los suizos por todo.