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Dentro de poco podremos visitar la tumba del Papa Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor, una elección que todos los seguntinos hemos de alabar.

Porque ese templo romano es de gran significado para nosotros pues, siendo la Basílica Mayor de Santa María, solo puede traernos a la mente nuestra Virgen de la Catedral, Nuestra Señora de la Mayor, precisamente por eso, porque es venerada en la iglesia Mayor de la diócesis.

Basílica de Santa María la Mayor. Roma. Por NikonZ7II - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,

Pero no es solo por eso; la patrona de los romanos es la Salus Populi Romani, o sea la Virgen de la Salud del Pueblo Romano y cuando pensamos donde ha querido enterrarse el Papa Francisco, no podemos evitar que nuestro pensamiento corra a Barbatona.

Y, si no lo saben, en esa Basílica, el rey Felipe VI, tiene un lugar reservado entre los canónigos como miembro honorario que es el rey de España.

Son, las que he dicho, dos advocaciones marianas ligadas al pueblo cristiano y eso nos lleva a pensar en la relación del Papa Francisco con los fieles cristianos más o menos cercanos a él.

Su estado de salud le llevó al hospital romano Gemelli donde le atendieron con cariño y gran competencia médica, que conozco desde hace varios decenios. 

Lograron que no acabara sus días allí y por eso, dándole el alta, le recomendaron dos meses de reposo. Pero quizá el haberse dado cuenta de que sus días se agotaban hiciera decidir acabar sus días como pastor y por eso le hemos visto fuera de casa en la plaza y en la Basílica de San Pedro. Solo el deseo de morir entre la gente nos lo puede explicar. Y le damos gracias. 

Él venía tras dos grandes pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI, de gran preparación intelectual y no lo tenía fácil, pues era necesario afrontar problemas de gran importancia, tanto en la iglesia como en la sociedad.

Como toda persona de gran visibilidad social algunas iniciativas suyas han tenido gran aceptación y otras grandes críticas. Pero, por otra parte deja también cosas sin concluir, como el tema de la llamada sinodalidad, para desarrollo de la cual no hubiera estado mal dar nuevamente autoridad a los sínodos diocesanos y provinciales que con el último Código de Derecho Canónico quedaron sin poder alguno. Y es que al sucesor hay que dejarle tarea.

Y eso deseamos al sucesor, que prosiga considerando que el cristianismo y en él la iglesia Católica son un fenómeno mundial y por eso hay que armonizar todas las ideas sociales y las diversas maneras de vivir la fe, pues una cosa es la unidad de la fe -en la que hay que evitar temas teológicos o morales opacos- y otra una uniformidad que quite la libertad espiritual, que es un derecho de todo bautizado en virtud del Espíritu Santo.

Y de la misma manera que el Papa Francisco ha tenido que afrontar problemas, alguno conocido muy directamente, como el de la emigración, su sucesor habrá de terminar trabajos y afrontar los nuevos. Y nosotros con él sin dejarnos conquistar por alguno de los “ismos”, pues lo importante es la unidad de la fe en la variedad de su expresión.

Y ahora tenemos que prepararnos para soportar en los medios de comunicación toda clase de sorteos y quinielas, según los intereses y la visión de cada grupo, pues para eso somos y hemos de ser, cada vez más, una semilla universal.

Fue el primer Papa americano y el primer Papa jesuita, de origen argentino y, por eso amante de los eslóganes, que no amo mucho, pero hay uno que quiero recordar por lo que tiene de profético: ¡Debemos prestar atención al santo de la puerta de al lado! Porque efectivamente los hay, aunque nunca lleguemos a verlos en los altares.

 


Pedro A. Olea Álvarez

Sigüenza 24 de Abril de 2025

 

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