La Plazuela en las redesVideos de La Plazuela

Llega la primavera con sus hermosuras, sus mil distintos tonos de verde, y comienzan a salirle sarpullidos de un amarillo enfermizo. Aquí y allá: en las veredas de las huertas, en las propias huertas, en los rincones de la plaza, en las calles, en los caminos, en las cunetas de las carreteras aparecen los fumigadores mochileros marchitando sin orden y concierto la vida que pugna por salir. Razones hay para todos los gustos: “Es que ya no me valgo para limpiar la reguera”; “Es que la broza crece y luego es un peligro”; “Es que resulta mucho mas fácil fumigar que pasar la máquina desbrozadora”; “es que ¿qué mas da, si luego vuelve a salir?...
En el fondo, hay un denominador común, y es el desconocimiento. Nadie que sepa en profundidad los estragos que puede originar el uso de ciertos herbicidas saldría con su mochila tan alegremente a enmendar la plana a la naturaleza. El de uso mas común, el glifosato (comercializado por Monsanto con el nombre de Roundup) se ha convertido en pocos años en uno de los peores enemigos de ciertos agricultores en Estados Unidos y, por los comentarios de algunos de aquí, también de los nuestros.
Se trata de un pesticida que mata todas las plantas excepto aquellas que han sido transformadas genéticamente para resistir el veneno. Lejos de acabar con la competencia de las hierbas adventicias, lo que está consiguiendo es que estas se hagan poco a poco resistentes y que los agricultores tengan que utilizar dosis cada vez mas elevadas de este y otros productos químicos para intentar mantenerlas a raya.
Como consecuencia, los alimentos que nos llegan a través de la cadena alimenticia contienen cada vez mas resíduos químicos que, en el caso del glifosato, distintos estudios científicos demuestran que son perjudiciales para la salud humana y del entorno en general. Directa o indirectamente, el desequilibrio provocado por el herbicida afecta negativamente a la vida vegetal y animal, incluidos los insectos, la fauna microbiana y aquella asociada a los cultivos. El glifosato provoca alteraciones en los mecanismos que controlan la división celular, induciendo las primeras etapas que conducen al cáncer, malformaciones congénitas y otras enfermedades.
En Estados Unidos, donde el glifosato lleva utilizandose desde 1997,  se han desarrollado por su causa las llamadas “super malas hierbas” resistentes a los herbicidas. Es la respuesta de la naturaleza a los intentos del hombre de violarla. Una de ellas, la Amaranthus palmieri o amaranto (considerada una planta sagrada por los indios y resistente al glifosato) llega a alcanzar alturas que rondan los dos metros y medio, y desarrolla tallos tan robustos que impiden el trabajo de las cosechadoras. Si se le deja crecer libremente, en un año se apodera del terreno; de tal manera que algunos agricultores estadounidenses se han visto obligados a abandonar sus tierras.
Todavía no hemos visto esto aquí, pero algunos agricultores de la zona apuntan al crecimiento excesivo y desordenado de algunas plantas tras el empleo continuado y abusivo de los llamados herbicidas totales. Que, por cierto, tampoco han resultado tan buenos aliados de las plantas transgénicas; puesto que interfieren en la fotosíntesis limitando su crecimiento. Estas plantas desarrollan hojas mas pequeñas, producen menos biomasa y contienen menor cantidad de minerales que las no modificadas genéticamente. Algo que redunda en una merma de sus cualidades nutricionales, y que afecta también, a la postre, a la calidad de nuestra dieta y, por ende, a nuestra salud.

Juan de Ures
Mas información: “El Mundo según Monsanto” (documental-YouTube)
“La Guerra de los cultivos transgénicos” (documental-YouTube)

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

¡Nuevo!
Agotado