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Maribel, Mercedes, Pedro y Alicia

Querencia es uno de los 28 pueblos agregados de Sigüenza. Junto al vecino Tobes, fue uno de los lugares a los que en el pasado no llegó la electricidad. Eso, junto al cierre de la escuela, hizo que a finales de la década de los sesenta del pasado siglo, el pueblo fuera poco a poco abandonado. La ruina, todavía palpable en la mayoría de los edificios, es triste testigo de ello. Y con el abandono vino también el expolio de lo poco que quedaba allí. Todo hacía presagiar que Querencia, como muchos otros pueblos, se convertiría en un despoblado y con el tiempo se perdiera su memoria.

Sin embargo, algo ocurrió para que no se cumpliera este previsible destino y ese algo quizá tuvo que ver con el topónimo del pueblo. Desde hace cuatro años la asociación “Levantando Querencia” ha decidido desafiar al destino poniéndose en marcha para que el pueblo volviera a la vida. La asociación cuenta con 72 socios, la mayoría con raíces en Querencia aunque también hay personas que se han unido simplemente por amor a este pueblo y al proyecto de hacerlo revivir. Entre estos últimos está la actual presidenta de la asociación, Mercedes Mochales, que se considera querenciana de adopción.

Viven en Ibiza, en Madrid, en Zaragoza, en Barcelona, en Bilbao, y todos los años se reúnen en agosto para discutir las iniciativas para levantar el pueblo. Quisimos que fueran ellos mismos, los que estaban rehaciendo de nuevo el pueblo, los que nos contaran en primera persona esta esperanzadora historia. Para ello el pasado 23 de agosto, tomando la desviación de la carretera de Barahona a Sienes, nos acercamos a este pueblo de tan singular nombre. Era un día especial porque ese día la asociación tenía su asamblea anual.

Cuando llegamos, un nutrido grupo de vecinos celebraba en un ambiente festivo un encuentro en el que se hacían propuestas de actuación. Al llegar, varios miembros de la asociación: Pedro Rata, Sara Carrión y Mercedes Mochales, nos acompañaron en una visita guiada por el pueblo.

El recorrido empieza en lo que quizá sea el corazón del pueblo o por lo menos su aliento vital, la fuente y el lavadero. Para iniciar el camino en una calurosa tarde de verano, saciamos la sad bebiendo de la deliciosa agua que mana de la fuente situada en la parte alta del pueblo. Una de las características de la localidad, sin duda debida a la presencia de este manantial, es la existencia de una arboleda formada por chopos y otras especies de árboles centenarios. “Lo más bonito que tiene Querencia para mí son los chopos, la naturaleza al caer de la tarde, la puesta de sol, cuando empiezan sobre todo en verano, los pajaritos a cantar”, nos dice Sara, la última persona que nació en el pueblo. (ver foto de cubierta). Caminando entre casas en ruinas llegamos a los restos de la iglesia, hace poco tiempo se hundió su arco y el edificio se encuentra apuntalado para impedir que se desplomen sus paredes. “Este invierno se cayó el arco de la bóveda. Era una iglesia de planta románica del siglo XII, hablamos con el obispado, su propietario jurídico, y nos dijeron que no hay dinero para arreglarla”, prosigue Sara mostrando las paredes de la iglesia. Nuestros improvisados guías nos muestran el pequeño cementerio situado dentro del pueblo donde reposan los restos de los antepasados. “Lo conservamos ya que se trata de algo sentimental. Con lápidas o sin ellas aquí están todos los antepasados”, nos explica Pedro.

En el pueblo hay de momento solo dos edificios completos, en uno de ellos, propiedad de uno de los integrantes de la asociación, se celebran ahora las asambleas en invierno. Pensaron en reconstruir la antigua escuela, de titularidad municipal, o la antigua casa comunal como sede de la asociación pero problemas burocráticos les han hecho desistir y ahora se plantean habilitar otro espacio. “Al final buscamos otra alternativa, una donación por parte de unas personas muy amantes del pueblo y sobre ese solar se construirá el local de la asociación, ya tenemos la licencia, habrá una planta baja y una primera planta”, señala Pedro mostrando el lugar durante el recorrido.

Uno de los propósitos de la Asociación es de ir restaurando poco a poco los edificios en ruinas, aunque en su labor tiene que luchar contra los expolios. Pedro nos cuenta que hace pocos años unos desconocidos se llevaron con una grúa la piedra que sostenía uno de los edificios. “Había una piedra singular y tiraron toda la fachada con una grúa para llevarse la piedra. Era una pieza grande de cantera, una pieza única, se la llevaron destrozando una de las casas que estaba en mejores condiciones”.

Otra de las labores más urgentes  que lleva a cabo la asociación es la recuperación de los antiguos caminos del pueblo que estaban cubiertos de maleza, para ello cuenta con la ayuda del testimonios de sus antiguos habitantes. Se trata de los caminos que llevan a Tobes, el pueblo más cercano, a la Riba de Santiuste y a Sigüenza.

Tras terminar el recorrido, junto al huerto donde acababa de celebrarse la reunión anual de la asociación y una comida de hermandad, Maribel Llorente, Alicia Carrión y Pedro Rata nos hablan de la Querencia que ellos conocieron y de los propósitos de la Asociación.

Alicia Carrión, vicepresidenta de la Asociación y nacida en Querencia, nos habla de antiguas costumbres del pueblo y rememora los momentos felices que pasó allí: “Los hombres hacían cendera antes de las fiestas, que consistía en limpiar todas las casas del pueblo”. En Querencia se celebraba la fiesta de los Mayos con la costumbre de colocar un árbol en la plaza.  Alicia cuenta también que cuando fue a vivir a  Sigüenza se extraño de que no se celebrara el Carnaval, una costumbre que había sobrevivido en el pueblo.  Nos cuenta que su ilusión es reconstruir su casa exactamente tal y como estaba. La va a llamar el majano, nombre “con el que se conocía en el pueblo el lugar de reunión, especialmente de los hombres”.  

Sobre el abandono del pueblo Alicia nos habla de sus causas : “La falta de luz no era lo más importante, no había cura, no había médico, cerraron la escuela e íbamos con nevadas que nos llegaban a las rodillas, dos kilómetros andando, a la escuela de Tobes, entonces mi padre tomó la determinación de que fuéramos a Sigüenza porque quería que estudiáramos,  él venía todos los días de allí para seguir trabajando en el pueblo”.

Maribel Llorente, la impulsora de todo el proceso, fue la primera presidenta de la asociación y nos cuenta que en sus inicios está la lucha por conservar el agua. “Hace cuatro años nos enteramos de que la Diputación había elaborado un proyecto para llevarse el agua de la fuente del pueblo a la Riba de Santiuste. La propuesta era hacer un depósito de agua con un grifo para abastecer a Querencia y otro más abajo para La Riba. ¿Cuál era el problema? Que iban a meter allí todo el agua de la fuentecilla de arriba con lo cual el entorno, el verde, los chopos de Querencia hubieran muerto”. Evitar que se consumase lo que veían como la muerte del pueblo fue lo que hizo que los antiguos vecinos se agruparan. “Nos juntamos en 2011 y tuvimos reuniones con el alcalde de Sigüenza y creo que su apoyo fue fundamental para que se parara el asunto”. La creación de la asociación también tuvo que ver con el fallecimiento de dos personas cercanas cuya ilusión era la recuperación del pueblo. Se financia con una pequeña cuota mensual y con la venta de diversos productos artesanales elaborados por los socios. Entre ellos destacan unos exquisitos jabones elaborados con el agua de los manantiales del pueblo, con aceite de oliva puro y plantas aromáticas de la zona.

Para Maribel el planteamiento de la asociación es no marcarse grandes objetivos difíciles de cumplir sino ir poco a poco haciendo frente a las necesidades más inmediatas como sanear el pueblo, arreglar los caminos, etc. “Los que estamos ahora tenemos la vida hecha, podemos hacer alguna cosita pero a largo plazo podemos dar la oportunidad a otra gente y que al final el pueblo reviva”.

Entrevista: Domingo Bartolomé / José María Cañadas

Ediciones de La Plazuela - El Afilador

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