Don Atilano Rodríguez, de 67 años de edad, lleva ya dos años y medio ejerciendo su ministerio en la diócesis de Sigüenza. La Plazuela quiso preguntarle acerca de su labor en la diócesis así como otros aspectos de la actualidad de la Iglesia. Él mismo nos abrió la puerta del Palacio Episcopal de Sigüenza donde se realizó la entrevista y allí pudimos constatar su cercanía al recibirnos y responder con amabilidad a todas las cuestiones que le planteamos.
Háblenos de su trayectoria...
Estudié en la escuela del pueblo, en Trascastro, una aldea de montaña de Asturias. A los 11 años comencé el bachiller en el seminario, luego hice filosofía y más tarde teología. Me ordené como sacerdote de la diócesis de Oviedo. Estuve tres años en parroquias rurales hasta que el arzobispo me pidió volver al seminario de la capital asturiana como profesor y formador. Tras nombrar a don Elías Yanes como arzobispo de Zaragoza acepté su invitación para ser su secretario particular y estuve en Zaragoza 13 años, del 77 al 90. Después estuve dos años haciendo la licenciatura en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Salamanca. Volví a Asturias, estuve tres años de párroco en Gijón y allí me sorprendió el nombramiento de obispo auxiliar de Oviedo. En esta diócesis estuve siete años con don Gabino Diez Merchán y después ocho años en Ciudad Rodrigo como obispo titular de la diócesis hasta que hace dos años y medio el Santo Padre me nombró obispo de la diócesis de Sigüenza Guadalajara”.
¿Qué problemas ha encontrado en la diócesis de Sigüenza en comparación con las demás diócesis donde ha ejercido su ministerio?
Hay un problema que en estos momentos afecta a todas las diócesis, afecta a España y a los países más desarrollados, es el tema de la increencia y del alejamiento de Dios como consecuencia del secularismo y del relativismo. Esta nueva realidad plantea a toda la Iglesia el reto de repensar la transmisión de la fe a las futuras generaciones.
El problema mayor que yo observo desde el punto de vista geográfico y demográfico en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara es la enorme despoblación de las zonas rurales. Esto crea problemas en la planificación pastoral de la diócesis porque durante el verano hay un número importante de gente en los pueblos mientras en que en el invierno, incluso la gente mayor se traslada a la ciudad. Hay sacerdotes que tienen siete u ocho parroquias y en total sólo suman 300 habitantes. El llegar a tantos pueblos con tan poca gente crea dificultades debido al descenso del número de sacerdotes.
¿Qué influencia está teniendo en la iglesia en general y en su diócesis en particular, la llegada del nuevo Papa Francisco?
Yo creo que el Papa Francisco en continuidad con el Papa Benedicto XVI y con el Papa Juan Pablo II nos está invitando a todos los cristianos a una renovación interior y a una profunda conversión espiritual. La Iglesia tendrá que renovarse en sus estructuras y en su organización pero lo que el Papa nos está recordando es que, si nosotros no nos renovamos desde el punto de vista espiritual, muchos cambios de estructuras pueden quedarse muertos e ineficaces. Además, yo diría que el Papa Francisco, con sus gestos y con la cercanía que ha establecido desde el primer momento con la gente, está ayudándonos a descubrir que el Evangelio no solamente hay que proclamarlo y anunciarlo, sino que también hay que vivirlo.
Con relación a la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, entre los muchos aspectos positivos de la actividad pastoral, yo resaltaría en estos momentos la vivencia de la caridad y la solidaridad con las personas más necesitadas. Además de la ayuda que se está prestando en las parroquias, acogiendo a cada persona y ofreciéndole alimento, vestido y ayuda económica para paliar las necesidades más urgentes, desde Cáritas Diocesana de Guadalajara se está dando comida diariamente a 350 personas. Yo esto lo valoro enormemente. Para mí esa es la mayor riqueza de la Iglesia en estos momentos.
¿Cómo afronta la Iglesia el hecho de la inmigración? ¿Qué relación tiene la Iglesia con ACCEM y el centro de migraciones que existe en Sigüenza?
ACCEM es una organización civil y no forma parte de la Iglesia. Tiene la finalidad de atender a los refugiados que llegan a España. El gobierno español es el responsable de prestar la acogida y de ofrecer el derecho de asilo. La iglesia está involucrada también y colabora directamente con ACCEM a través de Cáritas, porque sabemos que esta organización civil presta un servicio extraordinario a un grupo de personas que han tenido que salir de su tierra y que, al llegar a España, carecen de trabajo y quedan a merced de los vaivenes culturales y económicos de una sociedad totalmente desconocida para ellos.
Se ha dado a conocer una encuesta del Papa sobre nuevas realidades de la familia: divorcios, parejas del mismo sexo, papel de la mujer ¿Cuál es su postura ante estos fenómenos?
Esta consulta del Papa no es una novedad. Desde hace bastantes años, los Papas convocan los sínodos, en los que participan obispos, religiosos y seglares. Estos sínodos son espacios de reflexión sobre determinados temas a los que la Iglesia tiene que prestar especial atención. Para conocer la realidad mundial sobre estos temas, el Papa, a través de la secretaría del sínodo, recaba la oportuna información. En este caso, como el Papa Francisco acaba de convocar un sínodo extraordinario sobre la familia para el próximo mes de octubre, ha solicitado datos concretos a todas las diócesis a través de la Conferencia Episcopal de cada país. En nuestra diócesis ya se está reflexionando sobre el tema en los arciprestazgos y una vez que tengamos las conclusiones las enviaremos a la Conferencia Episcopal para que las envíe a Roma juntamente con las de las restantes diócesis españolas.
¿Qué asuntos se trataron en la Conferencia Episcopal además de la elección del nuevo secretario, José María Ruiz Tamayo?
Además de las informaciones de las distintas comisiones episcopales, se aprobaron los presupuestos de la Conferencia Episcopal para este año. También se estudió un documento sobre el diaconado permanente en España, que ahora será enviado a la Santa Sede para su aprobación definitiva y se hicieron aportaciones al nuevo catecismo para niños de 12, 13 y 14 años. Este catecismo, preparado por la Comisión Episcopal de Catequesis con motivo del Año de la Fe, esperamos que pueda utilizarse para el próximo curso en las parroquias.
¿En qué comisión está usted dentro de la Conferencia Episcopal?
Yo estoy en la Comisión episcopal de Pastoral Social en la que se coordinan las actividades pastorales desarrolladas por Cáritas, Manos Unidas, Justicia y paz y atención espiritual a las prisiones. Son todos asuntos muy relaciones con la doctrina social de la Iglesia.
Su lema episcopal es: “Misit me evangelizare pauperibus” (Me envió a evangelizar a los más pobres) ¿No sería mejor en estos momentos evangelizar a los más ricos que parece que han perdido cualquier tipo de vergüenza ante las desigualdades sociales?
Lo que hay que plantearse es qué entendemos por pobres porque pobre no es únicamente el que no tiene acceso a los bienes materiales. Ya hace más de diez años, el Papa Juan Pablo II nos decía que la Iglesia tiene necesidad de descubrir y atender las nuevas pobrezas y, entre estas nuevas pobrezas, señalaba la soledad, la tristeza, la falta de sentido. Hay mucha gente que tiene dinero pero que no ha encontrado sentido a su vida porque el sentido de la vida no lo da el dinero. La falta de trabajo, sobre todo ente los jóvenes, está impidiéndoles el desarrollo personal y les está llevando a la frustración. Hoy nos encontramos con jóvenes que han terminado una carrera universitaria, han hecho un master, dominan idiomas y tienen que ir mendigando un trabajo.
Y la iglesia, ¿puede hacer algo aparte de consolar y decir que cualquier persona tiene valor?
La Iglesia, además de ofrecer el amor de Dios a cada persona, tiene también la responsabilidad de denunciar las injusticias y las situaciones de marginación social de las personas. Muchas de las situaciones de marginación y pobreza son provocadas por una mala distribución de la riqueza y por un aprovechamiento injusto de algunos grupos sociales en detrimento de otros grupos de población.
Ahora mismo la clase media española casi ha desaparecido, ha pasado en muchos casos a una situación de pobreza, pues familias en las que todos trabajaban ahora se encuentran en el paro y tienen que acudir a Cáritas o a otras instituciones sociales a comer o a solicitar ayuda. Por otra parte, como los que más tienen han multiplicado sus ingresos a pesar de la crisis económica, el Estado tiene la obligación de velar por una más justa distribución de la riqueza para que nadie quede excluido.
La labor de la Iglesia, a través de Cáritas, no puede ser nunca una labor de suplencia de las responsabilidades del Estado ni puede quedarse en el puro asistencialismo. Por eso, Cáritas no centra sólo su labor en dar comida al necesitado, sino en ayudarle mediante la adecuada formación profesional y humana a encontrar trabajo, es decir no sólo da el pez sino que enseña a pescarlo. De hecho, Caritas el año pasado ayudó a más de 13.000 personas a encontrar un puesto de trabajo.
¿En qué estado se encuentra el patrimonio cultural de la diócesis? ¿Se preocupa la diócesis por su conservación?
El estado de las Iglesias es responsabilidad de los miembros de cada comunidad parroquial. ¿Cuál es el problema que nos encontramos en nuestra diócesis? El Obispado no genera dinero. Al Obispado llega el dinero procedente del IRPF, de los donativos de los fieles, de la colaboración de los sacerdotes y de las pequeñas rentas de alguna casa rectoral. Con este dinero se procura el sustento de los sacerdotes, el seguro de las iglesias, las ayudas al tercer mundo y el arreglo de iglesias o la construcción de nuevos templos.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que solo en el arciprestazgo de Molina hay 96 iglesias parroquiales más las correspondientes ermitas, se comprende que en el futuro no será fácil mantener todos los templos en pie pues entre todas las parroquias sólo suman 7000 habitantes. ¿Cómo van a aportar dinero las parroquias para mantener estas iglesias si no hay habitantes? Ciertamente, en estos momentos contamos con una ayuda del Ministerio de Cultura para alguna restauración de la Catedral de Sigüenza y con el convenio entre la Diputación y el Obispado para restauración de templos, pero con este dinero sólo se puede intervenir en ocho o diez templos al año. Estas intervenciones se llevan a cabo después de un estudio concienzudo de aquellos templos que están en peores condiciones. Si no cambia mucho la realidad económica del país, con el paso de los años tendremos que ver iglesias caídas...
Castilla y León es un ejemplo de comunidad que invierte en restaurar el patrimonio...
Es verdad que allí han hecho un proyecto de restauración del patrimonio mediante la colaboración entre la Iglesia, la Comunidad Autónoma y otras instituciones sociales. Se habrán organizado unas 15 exposiciones de las Edades del Hombre en todas las catedrales y en algunos otros templos de las distintas diócesis. Esto ayudó a la rehabilitación de la Catedrales, a la restauración de las piezas que se presentaban en las exposiciones. Al mismo tiempo ayudó al desarrollo económico de la Autonomía pues alguna exposición fue visitada por dos millones de personas.
En Ciudad Rodrigo, que es una ciudad pequeña, la exposición tuvo lugar durante mi estancia como obispo de la diócesis y visitaron la ciudad 600.000 personas. ¿No se podría plantear una exposición así en Sigüenza?
Una exposición del tipo de las Edades del Hombre en Sigüenza sería muy costosa porque habría que hacer un replanteamiento interno de la Catedral, habría que actuar en la iluminación de la misma y luego habría que restaurar algunas piezas para la exposición. Además, habría que pagar seguros, vigilancia, etc. Sé que se está planteando la posibilidad de hacer una exposición de los tapices de la Catedral con ocasión del año dedicado al Greco, pero no será fácil dada la situación económica.
Aquí en Sigüenza se sintió mucho el hecho de que se trasladara la residencia del obispo a Guadalajara por parte de su antecesor José Sánchez. ¿Qué usos se le puede dar el Palacio episcopal y al Seminario?
Sigüenza sigue siendo la sede de la diócesis, otra cosa es que el obispo viva aquí, en Atienza o en Guadalajara porque yo a veces digo que donde realmente vivo es en la carretera. En cualquier caso, quiero que los seguntinos sepan que me tienen siempre a su disposición. De hecho creo que nadie podrá decir que me haya invitado a venir para alguna celebración religiosa y que no haya correspondido a la invitación. Para el Palacio y el Seminario, había proyectos pero no han cuajado debido a la crisis. Yo tengo confianza en que el edificio, que es noble e importante, pueda prestar distintos servicios en el futuro. En este momento tengo que dar las gracias porque está bien conservado, se ha invertido dinero en el tejado en su día y el edificio es seguro. En la búsqueda de un futuro cultural de la zona, como pueden ser la programación de cursos para extranjeros o de otro tipo, el obispado está dispuesto a ofrecer sus instalaciones.
Entrevista: Domingo Bartolomé/José Mª Cañadas/Galina Lukiánina