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En esta poesía el autor José Erroz Sorrosal nos detalla minuciosamente como le cautivó Sigüenza; su tranquilidad, su arte, su gente…
Sigüenza le “embrujó” como embruja cada día a visitantes y seguntinos.

Luis-Gonzalo Carpintero Barrena

¡Sigüenza, Sigüenza!
¿Qué tienes, de que mi alma así cautivas,
y con tu influencia,
del corazón, la llama tú me avivas?
Crisol donde se funde lentamente
Sin sentir, todo este amor de mi vida,
qué lírica, supo forjar mi mente
ante tanta hermosura sorprendida
para exaltar tan hóspita belleza
de ese vergel, recreo de mis ojos
al despertar del día sin pereza,
y ante ti, así postrándome de hinojos
dar gracias al Seños por su regalo
al haber creado con tan buen acierto
un remanso de paz, que sin pensarlo
fuera de esta guisa, según yo advierto,
para el espíritu, como un reposo
en donde abandonando sinecuras,
aliviar el cansancio perezoso
en derredor de tantas hermosuras,
dones que te prestó Naturaleza
para alivio del pobre peregrino
que prodigas sin tino, con largueza
haciéndole más breve su camino;
con esa huerta ornada de frutales,
lindo tapiz de verdes,  atizado
muy regado por aguas que a raudales
prodigándole un bautizo perfumado.
¿Campanas del mediodía que anuncian
el  Ángelus entre bellos parajes,
a la Oración las almas no renuncian
elevado la vista a los Celajes!;
y eses grave sonido que acaricia
melancólico nuestro pensamiento,
en tal hora, es un sutil delicia
que así , refresca nuestro entendimiento
que alabar tan bellas cualidades
que encierra esta Sigüenza milenaria
propagadora de sacras verdades,
y cuna a su vez de aula literaria.
FRAY FRANCISCO JIMÉNEZ DE CISNEROS,
que el CARDENAL GONZÁLEZ DE MENDOZA
a Sigüenza llevara con dineros
para aliviar la Villa, que alboroza
al ver tanto regalo y tanta gracia,
supo llegar con bien, dones sin tino,
y con amor, formar aristocracia,
honor y nobleza en cualquier vecino;
por eso hoy, Sigüenza es buena y señorial,
recibe y quiere a los que a ella se entregan
¡yo te saludo en honor a tu historia,
a tu hidalguía y tu virtud, que llegan
con aire de caricia arrulladora
en un “embrujo” sin igual de afecto,
suave, como la brisa de tu aurora,
por eso, yo te admito y te respeto!
¡SIGÜENZA, SIGÜENZA,
que con tu bello ser, en mí has logrado
ya, que no me venza
el resquemor de loco enamorado
al estar de tu encanto, yo prendado
y convertir mi anhelo en poesía
dedicada hacia ti, con sumo agrado
llenándome de gozo el alma mía!

José Erroz Sorrosal

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