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En muchas ocasiones cuando salgo a observar aves, tanto en espacios naturales como por dentro de nuestro pueblo, suelo encontrarme con algunas personas que se interesan por lo que estoy haciendo. Por lo general, cuando les digo que estoy observando los pájaros, sobre todo dentro de los pueblos, se sorprenden. En una ocasión mientras fotografiaba aves por la ronda seguntina, se me acercó una persona y me comentó: “Pero no te cansas de ver siempre gorriones, jilgueros, urracas y tordos”. Me hizo mucha gracia y comenzamos una entretenida conversación sobre la gran variedad de aves que podíamos observar allí mismo donde estábamos, entre los que se encontraban además de los que me había nombrado otros que esa persona desconocía hasta que existieran, tales como mitos, verderones, picapinos, pitos reales, pinzones, petirrojos, colirrojos, trepadores azules, agateadores comunes, abubillas, verdecillos, luganos, roqueros solitarios, aviones comunes, aviones roqueros, golondrinas, escribanos, etc. Y como podíamos observar unos u otros dependiendo de la época del año en que nos encontráramos.

Escribano montesino en El Atance.

Mientras hablábamos, en la rama de un sauco más o menos cercano, se posó un pajarillo del tamaño de un gorrión con los característicos colores pardos y grisáceos que poseen los gorriones. Mientras lo fotografiaba mi acompañante ocasional me comento, “Ves solo hay gorriones”. Mi respuesta fue “Espera un momento y ahora cuando acabe de fotografiarlo te muestro que lo que tu piensas que es un gorrión, en realidad es un precioso escribano montesino”. Al momento, nuestro pajarillo cambio de posadero alejándose y aproveche para mostrarle la fotografía. La verdad es que se sorprendió mucho y le pareció un pájaro precioso, asombrándole el bello dibujo de su cabeza y los distintos matices de su plumaje. Seguimos hablando sobre aves un rato más y después cada uno continuo su camino. Pero lo mejor es que alguna vez más me he vuelto a encontrar con esa persona y siempre que puede se une a mi paseo y va descubriendo cada día ese otro tesoro que poseemos en Sigüenza que son las distintas aves que nos rodean, su afición es cada día más grande y ya está pensando en comprarse unos prismáticos para poder observar mejor a los distintos pájaros que ve durante sus paseos. En homenaje a ese pajarillo que despertó la afición a la ornitología en esta persona, el artículo de este mes está dedicado al escribano montesino (Emberiza cia). 

Su nombre científico “Emberiza” proviene del antiguo germano emmeritz o embritz que es la palabra que designaba al escribano, y “cia” es como conocían comúnmente los genoveses a esta ave por el sonido de su grito de llamada.
Supongo que alguno de vosotros os preguntareis y porque le pusieron el nombre de “Escribano” a toda una familia de aves entre la que se encuentra la especie de hoy. El nombre de “Escribano” proviene del dibujo de los huevos de estas aves pues están surcados por líneas como las que realizaba un escribano para limpiar los restos de tinta de la pluma. Además, en castellano, se le bautizo como “montesino” por el hábitat donde vive.

El escribano montesino es un ave de tamaño parecido al gorrión común, pero con la cola más larga y su plumaje es pardo con franjas de color oscuro, lo que dificulta su observación debido al efecto de camuflaje que resulta de esta combinación de colores. Destaca su cabeza gris con tres bandas de color negro azabache en los machos, pardo negruzcas en las hembras.

Su hábitat característico son las laderas de montaña empinadas y pedregosas con zonas de vegetación herbácea, arbustos espinosos y árboles dispersos. En inviernodesciende hasta sotos fluviales, bosques abiertos con abundancia de sotobosque, matorrales, áreas cultivadas y pueblos donde puede vérsele en parques, jardines y zonas con árboles y arbustos.

Escribano montesino en Sigüenza.

La especie come, principalmente, semillas de gramíneas, así como yemas, brotes y frutos diversos. En primavera y verano incorpora a la dieta gran variedad de insectos y otros invertebrados que recoge del suelo y la vegetación baja. Como sucede en otras especies de aves mayoritariamente granívoras, los pollos son alimentados con invertebrados.

En el mes de febrero ya podemos observar a los machos de escribanos defendiendo su territorio de cría de otros machos a la espera de que las hembras empiecen a mostrarse receptivas para la cópula. El periodo reproductor suele comenzar a finales de abril. El nido se coloca, por lo general, cerca del suelo, habitualmente dentro de un arbusto, o árbol, denso y espinoso, o en el hueco de un muro entre vegetación tupida. La puesta es de tres a seis huevos que incubará la hembra entre doce y catorce días. La estancia de los pollos en el nido dura alrededor de dos semanas y son alimentados por ambos progenitores. Si la climatología y la cantidad de alimento disponible es favorable pueden tener una segunda puesta a primeros de junio.

A los aficionados a las aves les aconsejo que aprovechen este mes de febrero para observar a los escribanos porque en cuanto los árboles y arbustos comience a llenarse de hojas y los territorios de cría estén definidos se hará difícil poder observar a estos pequeños pájaros.

Texto y fotos: Javier Munilla
Foto un escribano montesino en El Atance;

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