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Puebla-de-Belena

Laguna grande y laguna chica. Éstos son los nombres de las dos grandes unidades que conforman los humedales existentes en las cercanías de Puebla de Beleña. Se trata de un espacio que, por su relevancia faunística y florística, se encuentra protegido bajo la figura de Reserva Natural desde hace más de una década. En total, 191 hectáreas, encuadradas en una altiplanicie que alcanza los 950 metros de altitud de media y en las que se pueden encontrar una gran cantidad de especies, muchas de ellas relacionadas con los entornos acuáticos y lacustres.

Pero, ¿en qué consiste este humedal? Según confirman desde la Junta de Comunidades, se trata de “un complejo lagunar integrado por la Laguna Grande, la Laguna Chica y pequeñas charcas”. En este mismo sentido, desde la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente se explica que, los mencionados elementos, son conjuntos acuáticos “estacionales, ya que alternan largos periodos de desecación con otros de encharcamiento; endorreicos, al surtirse exclusivamente del agua procedente de las precipitaciones; muy someros, al contar con 80 centímetros de profundidad máxima; y oligótrofos, al componerse de aguas dulces con escasos nutrientes”.

Pero, a pesar de estas características, en el mencionado entorno hay posibilidad de hallar un gran abanico de especies vegetales. De hecho, según se indica en la declaración de protección, publicada por el gobierno autonómico en 2001, “la flora acuática y anfibia es particularmente interesante y compleja como consecuencia de las extremas condiciones de estacionalidad de las lagunas, en las que se alternan periodos de máxima inundación con otros de total desaparición de la lámina de agua”. De esta forma, la flora hidrófila estaría protagonizada por “formaciones primaverales de plantas anuales”.

Además, “al avanzar el verano, sobre los suelos que soportan una inundación más prolongada, se desarrolla una comunidad en la que las plantas más representativas son el cardo de las charcas o el poleo cervuno”. A ello se unen otros muchos ejemplos de “formaciones emergentes”, entre las que se podría distinguir el junquillo de la laguna que, como los de su misma categoría, alcanzan un mayor porte al principio del verano.

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Una fauna digna de mención
Pero si la flora que se da en este espacio es de una gran importancia, otra de las facetas que no se debe obviar es la faunística, ya que el mencionado humedal se caracteriza por constituirse como “una zona importante a nivel nacional como colector en migración”. En este sentido, se debe indicar que “se trata de un lugar de parada tradicional todos los años de cientos de aves desde mediados de febrero hasta mediados de marzo, siendo sobrevolada además por varios miles de especies”, entre las que destacarían las grullas y los gansos. A ello se deben añadir otros ejemplos de avifauna que, sin estar necesariamente relacionados con el agua, tienen una gran relevancia. Entre ellos, se encontrarían las cigüeñas blancas, las cigüeñas negras o las rapaces.

Pero la relevancia de esta Reserva Natural no se circunscribe exclusivamente a este tipo de animales. También se alza como un espacio de invernada muy importante de anfibios y reptiles, como los gallipatos, sapos de diferentes tipos o las culebras de herradura. Pero, en esta área protegida también se han llegado a registrar mamíferos como tejones, gatosmonteses, jabalíes, zorros o corzos, entre otros ejemplos. “Esta amplia variedad de formas de vida animal se explica por la existencia de tres ambientes faunísticos diferentes: los humedales y las áreas de influencia, como los pastizales asociados de encharcamiento temporal; los cultivos –cereal de secano–; y las escasas zonas con vegetación natural, como los cerros baldíos y arbustivos, con lagunas de encinas poco desarrolladas”, afirman desde la Junta de Comunidades.

Todo ello, como ya se ha comentado, emplazado en una gran explanada cercana a los 1.000 metros de altura media, y que sirve de límite nortea la comarca natural de la Campiña. Además, esta Reserva Natural de Puebla de Beleña se alza como “uno de los escasos enclaves húmedos de relevancia en la altiplanicie que conforma la raña”. Y, a pesar de las variaciones de agua que puedan sufrir las charcas debido al estío, este lugar “constituye un refugio de biodiversidad en el interior de una zona intensamente humanizada”. Además, y haciendo todavía más atractivo este espacio, desde el mismo “es posible contemplar las estribaciones del Sistema Central, con vistas de la sierra de la Concha y del pico Ocejón”. Sin duda, una propuesta más que refrescante para las calurosas tardes veraniegas castellanas.


Fotos: JCCM