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En varias ocasiones le preguntamos al colaborador habitual de La Plazuela Luis Gonzalo Carpintero si no se le iba a acabar el material para su sección de poesías a Sigüenza y nos respondía que de ninguna manera. Al visitar su biblioteca y sus colecciones nos dimos cuenta de qué, en efecto, su archivo sobre Sigüenza es inagotable.

Desde la torre, que compró al hoy Banco de Santander en el que trabajó muchos años, hay unas privilegiadas vistas de Sigüenza. Desde allí se puede contemplar la Alameda, el Castillo, la Catedral, el cerro del Otero, el barrio de la Estación, la entrada a Sigüenza por la carretera de Madrid. También se puede ver los restos de las murallas, hoy camufladas entre las casas. Entre todas esas vistas, nos descubrió un edificio oculto para la mayoría de los seguntinos, se trata, nos comenta, de un antiguo pósito del obispado. Al parecer existía una calle entre ese pósito y la fachada posterior del antiguo seminario. En un torreón situado en dicha fachada Luis nos hace notar la existencia de peculiar escudo del que aún no ha logrado descubrir a quién perteneció, aunque, “se trata de un arzobispo porque tiene cuatro borlas.”

Tras disfrutar de las vistas desde su torre Luis nos enseña su rica biblioteca. “La tengo informatizada, tengo todos los libros catalogados con una referencia en una base de datos” nos dice. Destaca en ella una rica selección de libros sobre Sigüenza, entre los que no puede faltar la Historia de la Diócesis de Sigüenza, de Minguella. “Me lo regalaron en muy malas condiciones pero fui cosiéndolo y conseguí salvar los tomos”, nos dice al respecto. Y es que él mismo encuaderna libros, un oficio que le enseñó su padre. Entre los libros de tema seguntino nos enseña entre otros, el de la catedral, de Pérez Villamil, la primera guía turística de Sigüenza y otros valiosos libros ya inencontrables. También tiene encuadernadas las publicaciones periódicas locales, allí está  por ejemplo “Segontia”, “Lola”, la revista “Abside”, los “Anales Seguntinos”, “Sigüenza 2000”, “El Pregonero” hasta los más recientes “El Afilador” e incluso nuestro medio “La Plazuela”. También es muy importante su colección de libros de la provincia. Junto a ellos, también perfectamente encuadernados, podemos ver fascículos antiguos de “La Nueva Alcarria” o el boletín de la desaparecida Casa de Guadalajara en Madrid. Poesía, Biografías, libros de historia de temática general completan esta rica biblioteca.
Allí se encuentra el mecanismo interior del reloj que se puede ver actualmente en la torre, un reloj que en su origen era del banco. Se disculpa de que en estos momentos no funcione, aunque espera contactar con algún relojero para que lo arregle. “Me lo puso en marcha un relojero que vivía en Mandayona pero ahora se ha ido a Guadalajara y no le localizo.”

También conserva ejemplares de todas publicaciones de su imprenta, no en vano, además de trabajar en el banco, en sus inicios el Banco de Aragón, también lo hizo en Gráficas Carpintero, donde siguen trabajando sus dos hermanos: “Entraba en el banco a las 8 de la mañana salía a las 3, comía, y a las 4, ya estaba en la imprenta hasta las 8 de la tarde, eso cuando no había trabajo extra” comenta.  De su época en el banco, de cuando se llamaba Banco de Aragón, conserva un voluminoso ejemplar del libro de registros fechado en 1923.

Fruto de su afición por lo local es su reciente libro publicado sobre los programas de fiestas de San Roque, cuyos ejemplares tiene ordenados en cajas. “Ahora voy a hacer una nueva edición, me ha dicho mucha gente que ponga, además de los carteles, festejos y artículos, voy a poner una selección porque no puedo ponerlos todos”. También tiene muchas fotos antiguas de Sigüenza, por ejemplo nos enseña una preciosa foto de la Fuente Nueva antes de ser fagocitada por la urbanización de las “Malvinas”. Pero su coleccionismo va mucho más allá del interés por lo local, tras enseñarnos su biblioteca, Luis nos introduce en otro recinto donde se encuentran sus colecciones. Allí hay de todo, su pasión por el coleccionismo abarca billetes, monedas, llaveros, abrebotellas, posavasos, navajas, bolígrafos, marcapáginas procedentes de todas las partes del mundo...  Y es que Luis Gonzalo Carpintero, no solo es un gran amante de su ciudad sino que también es un gran viajero, y parte de las colecciones que conserva las ha ido adquiriendo en esos viajes. En Estados Unidos, Rusia, Alemania, Japón, etc. sobre todo desde que se jubiló de su trabajo en el banco en 2008 y en la imprenta, trabajos que compatibilizaba.

Y no solo se trata de objetos, que conserva perfectamente ordenados en cajas y vitrinas, sino también colecciona imágenes: tiene una rica colección de fotografía de picaportes, ordenada por formas: en forma de aro, en forma de cabeza, en forma animales, muchas de ellas de Sigüenza y de los alrededores pero no solo de aquí, sino también de otros lugares. También nos enseña una colección de fotos de las fuentes de Sigüenza y de la comarca. Sus colecciones los disfrutan ahora sus nietos, sus amigos y en ocasiones alumnos de su mujer, Ana, que trabajó como maestra.

El mismo Luis Gonzalo Carpintero, ya tiene un lugar en la colección de los seguntinos singulares.

Viñeta

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