“El murciélago es ave y animal que vuela de incierta manera de naturaleza, con alas de cuero que con unos pellejos corta el ayre y en él se sustenta. Anda entre las aves y animales con quatro pies y pare no güevos si no hijuelos de sus forma y los cria con leche. Cerca, rodea y busca su pasto a la tarde, pasada la luz del sol, que con el sol no ve lo que á menester. Su pluma es vello y su color pardo a manera de ratón. Chilla enhadosadamente.”
Martín Villaverde, 1570 “Bestiario de Don Juan de Austria”
Tras la etapa de letargo invernal, cuando la noche es propicia para la caza, los murciélagos vuelan frenéticos surcando el aire de patios y corrales de nuestra ciudad. Estos pequeños animales son los únicos mamíferos voladores, pues disponen en lo que serían sus patas delanteras, de unas membranas y unos huesos que las transforman en alas, unas herramientas diseñadas para batir el aire y volar en la dirección elegida. No son ratones voladores,...son pequeños dragones que en nuestro hábitat seguntino limpian el aíre de miles de molestos insectos, y que raramente entran en contacto directo con el hombre. Por desgracia, desde que fueron detectados los primeros casos de infección por Covid-19, la atención de muchos investigadores se ha centrado ante la sospecha de que el origen del este coronavirus se encuentra en los murciélagos de herradura.
Los murciélagos viven en todos los continentes, excepto en la Antártida, y se adaptan a muchos territorios incluso cerca de los humanos. Se conoce desde principios del siglo XX que pueden ser una fuente importante de zoonosis, que son las enfermedades transmitidas de forma natural de los animales al hombre. La mayoría de los murciélagos pueden ser portadores de hongos, parásitos, virus y bacterias, pudiendo transmitir al ser humano y a otros animales enfermedades como rabia, fiebre amarilla, dengue, fiebre Q, encefalitis provocadas por garrapatas etc.
Los murciélagos, a pesar de estar infectados por muchos de los patógenos citados, suelen mantener a raya dichas infecciones sin llegar a enfermar, posiblemente porque sus adaptaciones evolutivas para el vuelo han modificado su sistema inmunológico, haciéndolo más fuerte que el de otros mamíferos. Esta respuesta adaptativa puede provocar que los virus que entran en contacto con los murciélagos deban replicarse y hacerse más virulentos para poder subsistir, y cuando entran en contactos con otros animales con sistemas inmunológicos normales, como los seres humanos, el daño sea muy superior.
¿Pero cómo podemos contagiarnos de los murciélagos si son animales que raramente entran en contacto con el hombre? Pues es posible que se deba a la gran presión humana al invadir o perturbar el hábitat de los pequeños voladores. Cazados, confinados y estresados en su cautiverio, pueden arrojar en su saliva, orina o excrementos gran cantidad de agentes patógenos que contaminen el ambiente o infecten a otros animales cercanos a sus jaulas.
Todavía no se ha podido establecer que los murciélagos sean la fuente directa del Covid-19 en China, pero todo parece apuntar a ello porque genéticamente es muy similar al coronavirus que se puede encontrar en dichos mamíferos (96%). La sospecha, y sólo sospecha, es que el virus pudo transmitirse de forma indirecta a los seres humanos a través de alguna especie intermedia. Y aquí entra en escena otra pobre víctima de la una masacre insensata por el ser humano, el pangolín. Y digo masacre, porque este raro y pacífico mamífero, que para los occidentales no se asemeja a ningún mamífero conocido, es uno de los animales que se encuentra en grave peligro crítico de extinción, porque es perseguido, cazado y comercializado de forma ilegal. Su carne es considerada una extraña delicia culinaria en algunos países. También el pobrete pangolín es utilizado en la medicina tradicional china, ya que a sus escamas se les atribuyen poderes curativos contra enfermedades como la artritis o el cáncer. Así, este extraño osito hormiguero acaba enjaulado junto a murciélagos y otros animales salvajes en mercados ilegales asiáticos sin ninguna medida higiénica.
Quizás el futuro pueda desvelarnos de dónde y cómo surgió el Covid-19; si ha sido una zoonosis natural provocada por el ansia y maltrato del ser humano hacia la naturaleza, o si ha sido un lamentable descuido por falta de seguridad de muestras de laboratorio. Pero es importante que conozcan que ni los murciélagos, ni cualquier otro animal en estos momentos, son responsables en el progreso de la Pandemia, ya que actualmente solo se transmite de persona a persona.
Murciélagos, pangolines, serpientes, ciempiés, ranas y cientos de especies pueden ser origen de enfermedades al ser comercializados sin ninguna garantía sanitaria. Su utilización culinaria posiblemente no sea la fuente de infección, sino por la manipulación o por transmisión respiratoria. Puede ser que el tiempo nos aclare de dónde proviene el coronavirus, así como cuáles son los inocentes animales involucrados en la transmisión hacia al ser humano. Pero hoy por hoy, si seguimos invadiendo sus hábitats o comercializando con ellos de forma ilegal, antes o después surgirán nuevas pandemias como viene avisando desde hace años la Organización Mundial de la Salud. Sea cual sea la procedencia del Covid-19, la realidad es que han sido las prácticas humanas, poco o nada ortodoxas, las responsables de la crisis sanitaria mundial que nos seguirá afectando por varios meses.
“¿Seguiremos tropezando en la misma piedra?”
Rita Rodríguez