En agosto pasado el astrónomo Javier Bussons, seguntino y profesor de la Universidad de Alcalá, viajó a Uzbekistán para dar conferencia en una escuela de verano en la Universidad de Samarcanda. El destino parecía tan exótico que un pequeño grupo de sus amigos de Sigüenza fueron con él, para hacer luego su vida aparte, como turistas.
Este viaje incitó a La Plazuela a ponerse al día en relación con los proyectos de Javier Bussons que mucho tienen que ver con la astronomía y… con Sigüenza.
En la seguntina Casa del Doncel, que pertenece a la Universidad de Alcalá, se desarrolla, bajo la coordinación del profesor Bussons, una parte del proyecto “Servicio de investigación, innovación y sensibilización en METEOROLOGÍA ESPACIAL desde la Castilla rural” (2024-2027), cofinanciado por la JCCM y la Unión Europea y dotado con 115 mil euros.
La meteorología espacial depende en primer lugar de la actividad del Sol. A partir del año 2007, Año Heliofísico Internacional, los estudios de la actividad solar se intensificaron. Porque esta cada vez tiene más impacto en nuestras vidas.
El Sol es un inmenso y potente imán en rápida rotación. La tensión magnética del Sol sube y baja en ciclos de 11 años siempre generando un viento solar. Pero a veces se producen repentinas y fuertes expulsiones de radiación y de partículas desde la corona solar. Pueden llegar hasta la Tierra.
“La Tierra, explica Javier Bussons, está acostumbrada a recibir este viento solar que no es viento de aire sino viento de partículas. Pero hay episodios violentos, un fuerte incremento de eyecciones. Entonces se producen fenómenos ya no tan normales como pueden ser las auroras boreales que es la parte bonita de esta interacción del Sol y la Tierra, sino que tienen impacto dañino en los satélites, en la navegación aérea. Y luego, los episodios más eruptivos que tienen consecuencias ya en la propia superficie de la Tierra, afectan a todas las redes eléctricas. En la historia se han producido varios eventos que han sido como avisos de lo que podría suceder en casos peores”.
El ejemplo más llamativo es el “evento de Carrington” cuando en 1859 una potente tormenta solar afectó las incipientes redes eléctricas. Afortunadamente la humanidad estaba todavía al principio de la revolución industrial. Todas las líneas de telégrafo se sobrecargaron de electricidad. Las auroras boreales, que son partículas cargadas eléctricamente que penetran en la atmósfera, se vieron hasta en Cuba y Hawái. Ahora hubiera sido un desastre total... En este siglo algo parecido, aunque de menor envergadura, sucedió varias veces. Grandes apagones, consecuencia de tormentas solares, ocurren de vez en cuando en Estados Unidos, Australia, Canadá que son países con sistemas eléctricas muy centralizados. Otro episodio famoso ha sido el “evento de Starlink”. En febrero de 2022 la compañía de Elon Mask lanzó 49 satélites Starlink, sin hacer caso a las previsiones meteorológicas espaciales, 41 de ellos no consiguieron llegar a la órbita y acabaron tumbados por una tormenta geomagnética.
Todos estos fenómenos se puede prever aunque la meteorología espacial se encuentra todavía en pañales, como lo estaba la meteorología terrestre en los años 50 o 60.
El proyecto sobre meteorología espacial que se desarrolla en Sigüenza pone su pequeño grano de arena en el avance de estas tecnologías.

Ya desde 2012 sobre el tejado de la Casa del Doncel se alza una antena que registra el nivel de la radiación solar. Esta antena forma parte de la red internacional e-Callisto: son antenas diseminadas por todo el mundo que, entre todas, permiten captar y grabar radio ondas del Sol durante 24 horas al día. Callisto son primeras letras del nombre en inglés Compound Astronomical Low frequency Low cost Instrument for Spectroscopy and Transportable Observatory. Son antenas de bajo coste que no son complicadas de instalar y pueden colocarse en cualquier sitio más recóndito. Cuánto más recóndito, mejor. Lo importante para su funcionamiento es que no haya “ruido” en las frecuencias que se utilizan: radio, sistemas de comunicación de policía o bomberos, G4 y G5 de telefonía móvil o incluso… un cortacésped en funcionamiento. Sigüenza en este sentido es más “limpio” que Alcalá de Henares, pero no tan limpio como Peralejos de las Truchas que en su momento hasta le asombró esa limpieza al profesor suizo Christian Monstein, promotor de la red. ¡Y él sí que había viajado por el mundo! En Peralejos instalaron otra antena.
Pasa lo mismo que con la contaminación lumínica que “hace que cada vez haya menos lugares desde los que puedes hacer observación desde tierra y hay que utilizar observación desde satélites, comenta Javier, y elevar un kilo de instrumentos a la altura donde están satélites cuesta una millonada”. Por eso los astrónomos valoran tanto las “reservas del cielo oscuro”. Y detrás de ellos cada vez más gente empieza a entender que una conexión directa con el Universo (lo que uno siente observando un cielo lleno de estrellas) no es poca cosa.
Volviendo a la radioantena solar.
“La ventaja que tiene nuestro observatorio es que observa radiaciones horas antes de que las partículas, que tienen masa y que tardan por eso más tiempo en llegar a la tierra, nos impacten a nosotros. Es decir las radiaciones que detectamos con antenas nos llegan a 8 minutos de salir del Sol y las partículas que puedan producir los efectos dañinos tardan otras 24 horas o dos o tres días en llegar. Tratar de establecer una escala de alarmas como las alertas amarillas, naranjas y rojas de la meteorología terrestre es un objetivo a medio plazo”, explica Javier.

Sobre el concepto de la “meteorología espacial” nos habla Julio Cuadrado Bastos que ha estado varios meses en el observatorio becado por el proyecto "La Casa del Doncel, ventana de internacionalización y divulgación del Centro de Datos para Meteorología Espacial SPARC "(UAH-CORTES CLM)." Ha terminado la carrera de Físicas y ahora empieza un máster en Meteorología, su especialidad es la meteorología terrestre (pronóstico de tiempo, el clima, el cambio climático). De hecho tiene idea de hacer un trabajo de investigación sobre cómo se ha cambiado el tiempo en Sigüenza (olas de calor de ahora, heladas de antaño, etc.) y cómo afectaba este cambio a la producción agrícola. Curiosamente, hace poco La Plazuela informó sobre un proyecto arqueológico en la comarca que relaciona los cambios en los usos agrícolas a lo largo de los milenios con la variación del clima.

Aunque la meteorología espacial es una esfera nueva para Julio, está familiarizado con los instrumentos y métodos científicos. En la Casa del Doncel su tarea es preparar la parte divulgativa del proyecto: hacer vídeos para el publico en general para que sepa lo que se investiga, tablets en las que los alumnos de colegios e institutos puedan, en forma de preguntas y respuestas, enterarse de los temas astronómicos, etc.
Porque el otro grande objetivo del observatorio en Sigüenza es divulgar conocimientos científicos y sensibilizar a la gente con el patrimonio natural que tienen estas comarcas.
El observatorio de la Casa del Doncel ha firmado convenios con los centros educativos de Sigüenza y Molina de Aragón para que los alumnos puedan participar en la investigación científica en la medida de su capacidad. Los centros se comprometieron conducirlo a través de las asignaturas que se prestan más a ello: “Cultura científica” de 4º de la ESO y “La investigación y desarrollo científico” de 2º de Bachillerato. Los chavales conocerán la “cultura científica” no como algo abstracto sino, por ejemplo, analizando los datos de fotómetro.
“Con el fotómetro que tenemos en la estación detectamos absolutamente todos los cambios de iluminación, conocemos bastante bien un impacto que tiene cada grupo determinado de farolas, cuando se encienden y cuando se apagan. Nosotros no tenemos tiempo para analizar estos datos, tener ayuda de la ciencia ciudadana, en este caso de los alumnos, sería beneficioso para ambas partes”, cuenta Javier.
Igual que la antena forma parte de la red e-Callisto, el fotómetro pertenece a la red Stars4All. Gracias a esta red tenemos los mapas actualizados de cuál es la oscuridad o la contaminación lumínica en toda Europa y cómo cambia a lo largo de tiempo. Se ven las ciudades que se han sensibilizado y que han reducido contaminación lumínica.
La idea es que en la Casa del Doncel se vaya formando una pequeña “celula” de investigación. Para eso es importante la presencia en la Universidad de Alcalá de Javier Bussons y Manuel Prieto, el que lleva la parte de ingeniería dentro del proyecto. Pero es fundamental que se una al proyecto la gente joven. “Desde aquí se puede hacer ciencia puntera y apostar por que se hagan aquí trabajos de fin de grado, de másteres”, destaca Javier.
Poco a poco está “célula” empieza a formarse.

Hace poco estuvo en Sigüenza el joven investigador suizo Vincenzo Timmel. experto en ciencia de datos. Ha dado empujón al centro de datos instalado en Casa de Doncel. Nos dice que fue una experiencia de “colaboración e intercambio cultural, y especialmente del impacto de la ciencia global en contextos locales”.
También tiene un contrato de colaboración con el proyecto para nueve meses Alejandro Rabadán Parra, ingeniero de telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Cartagena. Alejandro comparte con nosotros su impresión:
“Hace unos cuatro meses comencé un máster de ciencia y tecnología espacial en la UAH al mismo tiempo que se inició mi participación en este proyecto. Poder combinar la actividad investigadora con mis estudios de posgrado me parece una oportunidad única a nivel académico y profesional.
Precisamente el hecho de que la red de radiotelescopios e-Callisto involucre a múltiples grupos investigadores de diferentes países me parece la fortaleza principal de este proyecto, pues incentiva a intercambiar conocimiento y unir esfuerzos para alcanzar objetivos comunes. Un ejemplo de esto es la reciente visita a la UAH de Vincenzo Timmel, investigador de la universidad FNHW de Suiza, al cual agradecemos enormemente su colaboración y todos los conocimientos que ha compartido con nosotros.
Además, el formar parte de este proyecto me ha llevado a conocer Sigüenza y el emplazamiento donde allí se encuentra uno de los nodos de la red e-Callisto, la Casa del Doncel. Tras mis visitas al lugar, puedo afirmar que es el lugar ideal para dar a conocer el proyecto, las tareas que se llevan a cabo y la importancia de la ciencia tras la observación solar. Espero que de aquí en adelante más gente conozca la labor llevada a cabo en la estación instalada en la Casa del Doncel y despierte el interés en todo aquel que desee realizar una visita”.
… ¿Y qué es de la escuela de verano en Uzbekistán? Entre varios organizadores, incluidos la NASA o la Iniciativa internacional sobre Meteorología Espacial (ISWI) dentro de ONU, estuvo la red e-Callisto.
Los 35 alumnos, la mayoría de los cuales procedía de los países de Asia Central, se prepararon para tener estaciones de la red e-Callisto y saber combinar sus datos con los que vienen de satélites, porque esta combinación da la mejor visión de los fenómenos eruptivos. A raíz de la participación de Javier Bussons como ponente en esta escuela, se aprobó una beca para una alumna, doctorada egipcia, que durante un año va a colaborar en el proyecto. Va a aprender todo lo necesario para copiar el sistema de la Casa del Doncel y montarlo en Egipto.
“Y esperamos que cuando termine el año podamos contratar a más gente para tener lo que más nos falta. No son datos ni instrumentos, ahora ya lo tenemos bastante adelantado, sino mano de obra, gente a la que le guste esto. Para investigar y para divulgar”, concluye Javier Bussons.

Video acerca de la antena solar de la Casa del Doncel de Sigüenza