Paulatinamente, Odón de Buen fue prestando menos atención al activismo político y dirigiendo sus desvelos a la gestión y al desarrollo científico, tanto nacional como internacional. En esta etapa cosechó los frutos más dulces de su vida, consiguió que el Instituto Español de Oceanografía (IEO) se convirtiera en la segunda institución biológica más importante de España (tras el Centro y Laboratorio de Investigaciones Biológicas de Ramón y Cajal), que fuera reconocido como uno de los organismos oceanográficos y ecológicos de referencia mundial y que el propio Odón se convirtiera en una autoridad de la Oceanografía internacional.
Como dijimos en el artículo anterior, en 1917 se fundó el laboratorio oceanográfico de Vigo. Para su funcionamiento recibió muchos de sus instrumentos científicos por una donación de Alberto I de Mónaco. Su primera etapa fue azarosa, pues, aun cuando el Ayuntamiento de la ciudad subvencionó su arranque, pronto se quedó sin fondos municipales. Volvió a abrir en 1935 y dejó de funcionar durante la odiosa Guerra Civil, se recuperó en 1940 y felizmente hoy sigue en funcionamiento.
En aquel año de 1917, ante las quejas de los miembros del laboratorio de Santander que no habían llegado a aceptar la dirección del IEO, Ignacio Bolívar organizó una delegación que se presentó ante el ministro de Instrucción Pública, de la que formaron parte Ramón y Cajal y Ramón Menéndez Pidal, para solicitar que la estación volviera al Museo de Ciencias Naturales, esfuerzo que resultó infructuoso.
Santander no era una ciudad más del Cantábrico, se trataba del destino de veraneo de la Casa Real y allí Odón de Buen consiguió involucrar al rey en sus proyectos. No obstante, las relaciones con la Corona no eran sus únicas ocupaciones, puesto que en ese importante puerto daba charlas a los pescadores para que mejoraran sus técnicas de captura y encontraran más fácilmente los cardúmenes. En 1920 publicará La pesca marítima en España y siempre se preocupó de que hubiera escuelas de pescadores en todos los puertos de mar del país.
Durante la Primera Guerra Mundial se celebra el Congreso de la Comisión Internacional para la Explotación Científica del Mediterráneo (CIESM) y una de sus subcomisiones encargó al laboratorio de Málaga del IEO que se constituyera en centro europeo de investigación oceanográfica.
Durante la pandemia de la gripe de 1918, el IEO organiza el Primer Congreso Nacional de Pesca y al año siguiente, una vez finalizada la Gran Guerra, la CIESM se reunió en Madrid presidida por Odón de Buen.
En el año siguiente de 1919 el rey concedió la Gran Cruz de Alfonso XII a Odón de Buen, conocido republicano, mostrando como las diferencias políticas no están reñidas con la colaboración por el bien de la patria y denotando un talante respetuoso a los que piensan diferente. El rey cedió su yate Giralda para las campañas oceanográficas del IEO de 1920, iniciando su colaboración en agosto en el tramo mediterráneo que va de las Baleares y Córcega, y de octubre a noviembre en el desarrollo de otra importante campaña conjunta hispano-monegasca en el estrecho de Gibraltar, en la que se obtuvo una gran cantidad de datos novedosos, y que formaba parte de un ambicioso plan del CIESM que se desarrolló en el Atlántico y el Mediterráneo. La operación en el estrecho fue dirigida por Alberto I de Mónaco en uniforme de almirante de la Marina española, grado al que tenía derecho por haber servido en la misma.
En 1922 fallece Alberto I y el Museo Oceanográfico de Mónaco decide sustituir el barco del príncipe, el Hirondelle II, por uno más moderno. España se plantea comprarlo para sus campañas oceanográficas y, como novedad, para realizar estudios de la alta atmósfera en la preparación de la proyectada línea regular trasatlántica de dirigibles Sevilla-Buenos Aires, una idea de Emilio Herrera (1879-1967) que contaba con dirigibles de Leonardo Torres Quevedo (1852-1936). El barco finalmente fue vendido a unos estudios cinematográficos estadounidenses y la línea trasatlántica fue llevada a cabo por una compañía alemana con una parte de capital español, que contó con Herrera como segundo comandante en su vuelo inaugural Berlín-Nueva York del Graff Zeppelin LZ 127 en octubre de 1928.
Albert Einstein visitó España del 22 de febrero al 11 de marzo de 1923 y de entre todos los actos a los que acudió, dio una conferencia en el Ateneo de Madrid en la que fue presentado por Odón de Buen. En ese acto Odón anunció que se había solicitado al Gobierno español y al mexicano la realización de una expedición conjunta a aquel país hermano con motivo del eclipse solar del septiembre próximo, para la que se proponía la dirección del eminente científico alemán. Einstein declinó cortésmente la invitación, según su mujer porque llevaba mucho tiempo viajando (Japón, Palestina…); aunque, no en vano, el Premio Nobel era un físico teórico y no un astrónomo.
Antes de que termine el año de 1923 Odón de Buen suma a sus cátedras de Mineralogía, Botánica y Biología la de Geología de la Universidad de Madrid.
En el año de 1924 Odón de Buen presidió en Madrid la reunión, organizada por él mismo, de la Unión Internacional de Geodesia y Geofísica (UIGG), una institución que se había creado con su colaboración. Como nota curiosa diremos que la asamblea tuvo lugar en el Congreso de los Diputados, que se encontraba clausurado por el paréntesis democrático que significó la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930).
Durante la dictadura el general estableció una Asamblea Nacional Consultiva formada por personalidades de la jurisprudencia, la política, la cultura y la ciencia. Miguel Primo de Rivera propuso en 1927 a Odón de Buen, uno de los principales científicos del país, para pertenecer a ese órgano puramente consultivo. El viejo republicano aceptó el encargo y colaboró con su antiguo amigo durante uno de los episodios más bochornosos del reinado de Alfonso XIII.
Con el apoyo del doctor canario Juan Negrín López (1892-1956), director del Laboratorio de Fisiología de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) y el aliento institucional del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el IEO con Odón de Buen a la cabeza, consigue inaugurar en 1927 un nuevo laboratorio oceanográfico con sede en esa ciudad insular. Solo funcionó hasta 1935, cuando hubo de cerrar por falta de medios, ya que, a pesar del apoyo retórico, ni el Ayuntamiento ni el Cabildo llegaron a tomar parte en su financiación. El Laboratorio de Canarias volvió a abrir en la década de los 60, pero esta vez en Santa Cruz de Tenerife.
Como Director General de Pesca del Ministerio de Marina, consciente de que la pesca libre del atún podría tener repercusiones sobre la existencia de la especie o sobre la abundancia de los bancos de atunes en los que faenaban los barcos españoles, Odón de Buen intenta racionalizar esta actividad, regular las almadrabas y la justa remuneración de sus trabajadores. Como reacción a su iniciativa se constituye un Consorcio Nacional Almadrabero que se opone a la regulación, organiza actos de protesta, compra varios periódicos de la Corte desde los que hacen una campaña continua contra la normativa y consigue la complicidad del rey. Al luchar contra poderes económicos y políticos, el episodio concluyó con la retirada de la ley.
En 1928 el IEO pasó a formar parte del Ministerio de Fomento y Odón cambio de cargo a Director General de Oceanografía.
Durante la década de 1920 Odón de Buen consolidó su presencia en los organismos científicos de la oceanografía mundial, siendo miembro de la Comisión Internacional para el Estudio del Mar Mediterráneo, del Consejo Internacional de Investigaciones Científicas, de la Unión Internacional Geodésica y Geofísica, del Consejo Oceanográfico Interamericano, del Consejo Internacional para la Exploración del Mar… participó en múltiples congresos de estas y otras organizaciones. De algunos de esos congresos fue presidente o miembro del consejo organizador, presidió subcomisiones de varias de estas organizaciones… convirtiéndose en una de las tres o cuatro principales figuras mundiales de la Oceanografía de su época.

1918. Odón de Buen, 4º por la izquierda, en la cubierta del Hernán Cortés. Su hijo, Fernando de Buen Lozano, se encuentra agachado abriendo el vientre del atún.
Odón de Buen, pionero de la oceanografía mundial, 1