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La década de los 30 del siglo pasado fue, como veremos, el momento en el que la trayectoria vital de Odón de Buen se quebró de forma funesta. Contrariamente a lo que podía esperarse, las cosas tomaron un giro inopinado y cruel.

Odón disfrutaba de un gran reconocimiento en la oceanografía mundial y en 1931 presidió la delegación española al Consejo Internacional de la Explotación del Mar (CIEM) en la que presentó un plan de estudio del salmón en el río Miño y se acordó que el Instituto Español de Oceanografía (IEO) realizara una campaña de estudios geofísicos en Guinea y Fernando Poo.

En abril de 1932 se proclama la Segunda República en España. Un cambio político de esa magnitud lleva necesariamente detrás muchos otros cambios menores y pocos meses después, en septiembre, el IEO parte del ministerio de Fomento y atraca en el de Marina. Odón de Buen es nombrado subsecretario de la Marina Civil. No obstante, al poco ya se queja de recibir los mayores sinsabores de su vida profesional al tener que ver cómo se creaban puestos para colocar a amigos o afines políticos y que los presupuestos de su área se confeccionaban sin consultarle.

En aquellos años una moda se propagó por bares y cafés de toda España, la de consumir mejillones, cangrejos y ostras. Consciente del efecto del incremento del consumo desorbitado de estos manjares marinos, Odón propuso un plan para repoblar esas especies en todas las costas españolas, pero el Ministerio de Hacienda no aprobó la iniciativa. Con todo, desde la presidencia del IEO, sin contar con fondos estatales, consiguió que se instalaran viveros de mejillones en Santander y la racionalización de las plantas mejilloneras del Puerto de Barcelona, quedando sin asegurar la continuidad de esta pesquería en el resto de las costas hispanas.

Cuando cumplió los 70 años en noviembre de 1933, le llega el momento de la jubilación en la cátedra. Sin embargo, debido a su destacada labor docente, se le otorgó una excepción y pudo seguir dando clases hasta el final del curso. La Universidad de Barcelona no había olvidado los años en que fue catedrático en sus aulas y le solicitó que diera su última clase en aquella institución. Odón de Buen impartió su clase magistral en el Aula Magna de la Universidad y disertó sobre el mismo tema del que trató su primera en 1889. Tras el acto fue nombrado catedrático honorario.

Todo ello no significó su retirada completa, pues continuó dirigiendo el IEO y participando en sus campañas oceanográficas. Tampoco abandonó sus labores divulgativas, como la serie de charlas que dio en Unión Radio, o las excursiones de alumnos y amantes de la oceanografía por toda la Península y la isla de Mallorca, o al laboratorio Arago en Banyuls-sur-Mer y a Mónaco.

Durante la Dictadura de Primo de Ribera, Odón de Buen había dado un fuerte impulso al laboratorio oceanográfico de Málaga y en 1935, con ocasión del Primer Congreso Internacional de Oceanografía, celebrado en Madrid, inauguró el nuevo edificio del laboratorio malagueño. Odón de Buen quería hacer un “Palacio del Mar”, que contara con un laboratorio moderno, una Universidad del Mar, un gran museo, y un centro de divulgación. Durante la Guerra Civil la notable edificación científica fue destinada a Comandancia de Marina de la armada franquista, organismo que la sigue ocupando hoy en día, mientras que el laboratorio oceanográfico malagueño emigró a Fuengirola.

Como reconocimiento de sus éxitos científicos e internacionales el Gobierno le concede la Banda de la Orden de la República. Pese a tal distinción, ese mismo año el ministerio cierra los departamentos de Ictiometría y Estadística. Hoy nadie se atrevería a dudar de la importancia de la medida de la talla de los peces o de la labor que desempeñan las series estadísticas continuas.

Ese mismo año de 1935 fallece su suegro, Fernando Lozano Montes (1844-1935) “Demófilo”, del que no nos resistimos a contar una anécdota relacionada con Guadalajara. El burguense Felipe Nieto Benito (1831-1888), criado en la capital alcarreña, militar y republicano federal, falleció sin más familia que una hermana soltera. A ella le dejó su herencia con la condición de que a su fallecimiento se destinara lo restante a la creación y mantenimiento de una escuela laica en Guadalajara, con la prohibición expresa de que se diera enseñanza religiosa de cualquier tipo en sus aulas. Para asegurar su objetivo nombró albaceas testamentarios a Francisco Pi y Margall (1824-1901), Ramón Chíes Gómez (1846-1893) y al propio Fernando Lozano Montes.

Después del fallecimiento de la hermana en el año 1902 y la desaparición de los otros dos albaceas, quedó únicamente Fernando a cargo de la Fundación Felipe Nieto. Al año siguiente se puso en marcha la Escuela Laica de Guadalajara, una de las primeras de España, en la calle Ingeniero Mariño de esta capital. Fueron varios los intentos de cerrar la escuela en los que Fernando tuvo que emplearse a fondo para defenderla. Tras el golpe de estado del general Miguel Primo de Ribera (1923) se denegó el permiso de la Fundación a la docencia, así pues, cumpliendo las indicaciones del testamento de Felipe Nieto, Fernando Lozano tuvo que ceder el local al Ayuntamiento arriacense para la creación de la Escuela Municipal de Artes y Oficios y la Escuela Municipal Nocturna de Adultos.

Con la llegada de la Segunda República se recuperaron el local y la Escuela Laica, y Fernando Lozano Montes nombró sucesor en el albaceazgo a su hijo Fernando Lozano Rey (cuñado de Odón). La incivil guerra acabó con todo, destruyó en 1936 la escuela en un bombardeo; el último albacea y patrón de la fundación murió preso en el Penal de Burgos en 1943; y su director, Tomás de la Rica Calderón (1881-1951) se exilió al terminar la contienda a Orán.

Pero retomemos el hilo de la vida de nuestro personaje. Odón de Buen vivía feliz en un “hotel” de la Colonia de la Cruz del Rayo de Madrid y en las casas contiguas vivían tres de sus hijos, Rafael, Sadí y Fernando con sus familias. Los patios de las cuatro casas estaban comunicados y los chiquillos correteaban compartiendo juegos y risas infantiles. Los nietos asistían al Instituto-Escuela, un centro educativo heredero de la Institución Libre de Enseñanza y con una de las más avanzadas pedagogías de Europa, en un ambiente laico en el que compartían aula niños y niñas. En su pueblo natal, Zuera, Odón había construido una casa en la que esperaba retirarse a escribir. Todo discurría felizmente y, aunque creía que la República iba de mal en peor, se prometía una vejez tranquila, con una cierta dedicación intelectual y un ambiente familiar acogedor.

El 16 de julio de 1936, Odón y su mujer Rafaela partieron rumbo a Mallorca con la sana intención de pasar un mes de descanso. Llegaron el día 18 al Hotel Royal, donde les esperaba la noticia de la declaración del Estado de Guerra. La isla de Mallorca fue uno de los lugares en los que triunfó la sublevación y poco después Odón de Buen fue detenido y encarcelado. Contaba 73 años de edad.

Recluyeron a Odón en una celda que compartía con otros 24 presos. Enfermo de diabetes, le conceden una cama, la única de la habitación, y le permiten que su mujer le lleve a diario una comida de dieta. Aún así, las duras condiciones de la cárcel agravan su dolencia y es trasladado al hospital desde octubre a diciembre.

Santander 1928. Odón de Buen y Johannes Schmidt a bordo del Dana, el histórico navío en el que Schmidt desentrañó la “cuestión de la anguila”. Foto: aragoneria.com

La comunidad científica internacional horrorizada se moviliza y centra sus acciones en el CIEM, a través del cónsul danés. “Toda Europa se interesa por él y parece que tiene fama mundial… Es, por tanto, doblemente peligroso” escriben las autoridades rebeldes.

Durante su estancia en el hospital, el cónsul de Dinamarca se presentó vestido de etiqueta para comunicar la concesión del primer Premio Schmidt a Odón de Buen, un premio en homenaje de Johannes Schmidt (1877-1933), el principal oceanógrafo del país, y que se pretendía se convirtiera en el Nobel de la Oceanografía. Odón fue amigo de Schmidt y el matrimonio de Buen se alojaba en la casa familiar del danés cuando viajaba a Copenhague. Su viuda donó 500 Coronas para que una vez concedida la libertad pudiera viajar a Dinamarca y trabajar allí. La iniciativa de la concesión del premio internacional para obligar al Gobierno golpista a liberar a Odón de Buen no dio resultado. Tras mejorar de salud, Odón volvió a la cárcel.

En esos primeros meses de la sublevación se desató una oleada de asesinatos de izquierdistas mallorquines que se calcula alcanzó los 5.000 homicidios. Como cuenta el propio Odón, en muchos casos se les detenía, y tras unos días eran liberados, algunos volvían a sus casas, pero muchos otros aparecían en las cunetas o a los pies de las tapias del cementerio.

Por esos días los informes del Foreing Office de la Gran Bretaña afirmaban que, tras haber deliberado el fusilamiento de Odón de Buen, las autoridades golpistas declaraban que no se encontraba en “peligro de muerte”, un eufemismo para señalar que no estaba en la lista de los “paseos” inminentes.

En 1937 se produce el cambio de delegado de Orden Público en la isla (cesa un falangista y es sustituido por un requeté), que suaviza el trato de los presos. Odón de Buen es trasladado de nuevo al hospital y su mujer puede visitarle tres veces por semana. Siempre fiel a su vocación, en el centro sanitario daba charlas de divulgación a los otros enfermos, guardias y enfermeras.

Los cónsules británico y sueco consiguieron que se le incluyera el primero de la lista de posibles intercambios de prisioneros y, tras tres intentos malogrados, fue canjeado en agosto de 1937 por Mª Jesús Primo de Rivera (1867-1963), hermana del general, y Mª del Carmen Primo de Rivera (1905-1956), hija del general y hermana de José Antonio. El intercambio se produjo en el puerto de Valencia y en él se preguntaron con afecto los unos a los otros por su situación, ya que Odón fue gran amigo del general y ambas familias se conocían.

Ya en la zona republicana se entera del fusilamiento de su hijo Sadí de Buen Lozano (1893-1936) en Córdoba, médico experto en parasitología que formó parte del equipo sanitario de la Sociedad de Naciones en la India y del del doctor Gustavo Pittaluga (1876-1956) con el que trabajó en la erradicación del paludismo o malaria en España. No es este el espacio para hablar de este gran doctor, solo diremos que su único delito fue estar afiliado al partido socialista y que siendo uno de los mayores expertos mundiales en parasitología, salvó la vida de muchos indios, españoles y europeos, y formó en la especialidad a muchos médicos españoles y de la Sociedad de Naciones. Su muerte fue una de las más absurdas que perpetró el bando sublevado. Tres años después de finalizada la guerra, el Régimen hubo de reanudar la batalla contra la malaria sin disponer de su experiencia. Esta carencia provocó un importante retraso en el desarrollo de tratamientos efectivos que costaron la vida de muchos españoles.

Una vez recuperada la salud, Odón se reintegra a la dirección de los restos del IEO con los que intenta retomar el trabajo científico. La República le propone para miembro del recientemente creado Consejo Superior de Cultura y sus miembros le eligen como presidente. Cuando el Gobierno de la República se traslada a Barcelona la familia se desplaza a la ciudad condal y, finalmente, en el momento en el que las tropas franquistas toman la capital catalana, Odón y su familia se exilian a Banyuls-sur-Mer, lugar en el que les espera el laboratorio Arago con los brazos abiertos.

En pocos meses comenzará la Segunda Guerra Mundial y la familia pasará aún otras penosas situaciones que relataremos en el próximo episodio de esta serie.

Para saber más sobre la Escuela Laica de Guadalajara ver: Calero Delso, Juan Pablo; Higuera Barco, Sergio. “La Escuela Laica de Guadalajara (1885-1939)”. Revista Añil, 2005, Toledo.

Odón de Buen, pionero de la oceanografía mundial, 1

Odón de Buen, pionero de la oceanografía mundial, 2

Odón de Buen, pionero de la oceanografía mundial, 3

Odón de Buen, pionero de la oceanografía mundial, 4

 

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