Un grupo de amigos cantantes deciden hacer una actuación en el Pósito de Sigüenza (supongo), toman contacto, alquilan la sala, se incorpora la información a los actos culturales del trimestre, ponen unos pocos carteles anunciando, y llegado el sábado 23 de marzo abren el auditorio, cobran la entrada (8 euros, un papel rosa sin sello, una numeración, la mía el 37, y nada de nada más), nos dan un programa de mano con las piezas para la primera y la segunda parte, no vienen los nombres de los artistas, trayectorias, ni si se trata de un grupo que hace giras (ya nos contarán luego, digo yo) y vamos adentro. La sala un poco dividida, un grupo de unas treinta personas colocadas por delante (puede que la clá o amigos y conocidos), el resto de público, que no pasa de otras 15, 20 personas repartidos por medio y detrás, somos de los habituales (había futbol España-no se quien).
Empieza la función, nadie presenta, no sabemos nada, suben por la escalera del patio de butacas la pianista y la cantante (puede que la falda dificultara subir por la escalera interior de caracol), se acomodan y comienza, “Zorongo” de F. García Lorca. La voz de la cantante es de soprano, me gusta, es bonita y delicada. Nadie presenta, ni dice nada, la clá ya aplaude con fuerza, luego nos ofrece “Cantares” de J. Turina, muy bien también; se retira y sale un hombre nos canta dos piezas, voz grave, poderosa y con capacidad para subir (debe ser bajo-barítono): se retira y la pianista interpreta una pieza de piano no recogida en el programa, nadie dice nada, termina, aplausos, y sale otro hombre, canta con gran poderío, también dos piezas (debe ser el tenor). Nadie dice nada, la clá sigue aplaudiendo con ganas. Ahora ya salen todos a escena, soprano, tenor y barítono, arranca la pianista y cantan “Todas las mañanitas…..” habanera de la ópera D, Gil de Alcalá de M. Penella, normalmente interpretada por dos mujeres, pero el barítono ha dicho que la van a hacer ellos tres, que como va a salir bien, pues listo, a cantar. Se la saben y lo hacen con cierto gusto, pero un poco cada uno por su lado, poco empastado, los hombres tapan la voz de la soprano (y eso que ella tiene un micrófono), se empeñan y al final… bueno, se oye algún “bravo” de la clá, el público aplaudimos y ellos se retiran a descansar un poco. Fin de la primera parte. Reconozco que es la primera vez que los oigo, y estoy seguro de que han destacado en la canción española y en la zarzuela, unas veces juntos y las mas por separado.
Al escribir estas líneas ya me he informado algo sobre ellos (es poco lo que ofrece internet) y la soprano se llama Carmen Roqués (los nombres los había visto en un cartel de calle), nacida en Arcos de Jalón y dedicada a la música profesional, tiene más de sesenta años y sigue dando recitales de distinto género (lo mismo la clá vino de Arcos). Jesús Lavid es el tenor, de cincuenta y pico años, cántabro y profesional del canto (tiene un vozarrón estupendo). Antonio Ramallo es el barítono, también el más mayor, tiene más de 75 años según dice internet y una caja torácica que cuando la usa para cantar retumba en un desierto, muy ligado a Jesús Tamayo y su famosa “Antología de la zarzuela” que recorrió el país. De la pianista apenas nada, dedicada a la enseñanza y a recitales esporádicos, supongo que debe ser repertorista (vamos, quien acompaña a los cantantes para que ensayen su repertorio) y su nombre es Marisa Ardarius supongo que ya jubilada y paisana de la soprano. La segunda parte va de zarzuela, no siempre en el orden escrito en el programa, algo tienes que adivinar, si no ¿Qué? La mitad son solos, junto con dos dúos y un terceto (Luisa Fernanda). Cuando cantan solos han ido mejor que juntos, y es que los hombres se empeñan en que se les escuche a ellos. El público ovaciona con ganas y consiguen la primera propina. Sigo sin saber nada de nada de ellos, no dicen nada, lo dan por sabido de todos los asistentes. Cantan la napolitana del funicular del monte Vesubio, “Funiculí, funiculá” de L. Denza. Tras la gran ovación, la clá reclama otra, y esta vez, con partituras por aquí y por allá, nos ofrecen Santa Lucía de Teodoro Cottran, muy improvisado, con las voces muy separadas.
CONCLUSION: no sé si me he colado de rondón en una fiesta particular (pero he pagado y me han dejado pasar) o es que no han pensado en la gente que acudíamos sin conocerlos, en definitiva un “bolo” un poco raro. Supongo que marcharon todos juntos a cenar y celebrarlo con la clá. Dos palabras en serio: me ha gustado ver que quien tuvo retuvo, son buenos cantantes, que salvo el tenor, han terminado su carrera, admiro que se junten y sigan cantando, pero la próxima, por favor, explíquense, cuenten algo de sus vidas, preparen un programa de mano con información (no cuesta tanto) y luego ya disfrutamos juntos. Un abrazo sincero.
Y sigo: Aprovechando un año tan electoral insisto, solicito para el Pósito, tras haber cumplido con creces sus primeros diez años de exhaustiva utilización, una reparación del suelo de su escenario, un telón que funcione, una ampliación de la escena, unas luces que no martiricen al público y un repaso general de butacas. Por las calles ya voy viendo los cambios y reparaciones a mejor. Gracias.
Recital lírico. 23 de marzo de 2019. El Pósito