Cuando pensamos en el folklore húngaro imaginamos las famosas danzas húngaras de Brahms, de Liszt, incluso la música romaní, es decir violines y ejecuciones vertiginosamente rápidas como las famosas “zardas”. Hungría es un conglomerado que ha pertenecido al famoso imperio austrohúngaro, que tiene zonas hoy día rumanas, que tiene una lengua con 14 vocales (siete dobles), y que ha dado grandes músicos cuyas creaciones se inspiraron y reflejaron en lo popular de su país; aparte de los nombrados pensemos en Bartok, Kodály, Ligeti, etc. Es un país musical, con el Danubio, atravesando su capital, que es la gran vía de comunicación desde siempre. El grupo que escuchamos (Dragón Rojo en español) es una formación consolidada que fusiona mucho folklore de todos los sitios, a veces puedes creer que estás en un baile en Norteamérica, en un pub irlandés, en Escocia, en Francia, en Alemania, en la cordillera cantábrica española, en los Balcanes o en muchos sitios al mismo tiempo. Pero este grupo tiene su toque especial que genera con la mezcla de instrumentos; su cantante toca un laúd llamado “koboz”, el violinista se ciñe a las cuerdas pero también sopla alguna flauta, el flautista es multinstrumentos, gaitas húngaras, pipas escocesas, flautas de todo tipo, incluso el tambor y a veces canta, el rítmico de cuerdas sin soltar su “buzuki” irlandés (adaptación del griego) y por último el percusionista con un despliegue enorme de batería múltiple, tocado con contundencia, y me refiero a que él solo genera más marcha que tres batucadas juntas. Creo que ese fue un problema en el Pósito, el exceso de batería, tuvimos un sonido más apropiado para escuchar en la calle que a cubierto.
El grupo me pareció muy bien conjuntado y hacen vibrar al público desde el minuto cero hasta apagar las luces. Una pena no saber húngaro para entender al menos el nombre de las piezas, aunque el cantante y portavoz se soltaba con algo de inglés y a veces español (moy buena público, moy bien). Una pieza muy bonita fue “La chica y el dragón”, otra la versión de la sefardí “Abridme galanica” y unos “Aires escoceses” que cantó el multinstrumentista, el resto de las piezas fueron una mixtura de sonidos medievales, cosas propias y aires húngaros. El público los siguió con las palmas en muchas ocasiones, otros bailando en la parte de atrás, y dando grandes ovaciones. Tras más de 15 piezas se despidieron, pero el público deseoso de más consiguió un par de propinas, una de ellas aquella famosa “Drunken Sailor” que versionó el grupo español “Nuestro Pequeño Mundo” por los años 70 del pasado siglo. Perfecto arranque para este año. Enhorabuena al grupo y a los organizadores.
Aprovecho para solicitar para el Pósito, tras haber cumplido con creces sus primeros diez años de exhaustiva utilización, una reparación del suelo de su escenario, un telón que funcione, una ampliación de la escena, unas luces que no martiricen al público y un repaso general de butacas.
BORDÓ SÁRKÁNY (HUNGRÍA)
VIII SEGONTIA FOLK
Asociación Empresarios de Sigüenza
24 de enero de 2020. El Pósito.