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Me refiero a la nueva hoja “dioceSantos”, que ha publicado El Eco en su último número sobre el proceso de declaración del martirio de don Eustaquio Nieto y Martín, quien primero fue un grande y venerado párroco de Madrid y luego obispo de Sigüenza.

Sepulcro del obispo Eustaquio Nieto y Martín en la Catedral de Sigüenza

 En Madrid fue párroco de la magnífica iglesia de la Inmaculada, en la calle de Goya, cuya construcción se llevó a cabo siendo él su pastor y posteriormente elevada a basílica por el Papa Francisco y que había sido inaugurada en 1914 por Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. En la sacristía tienen un bonito retrato de don Eustaquio.

 Don Eustaquio fue el primer obispo asesinado por los anticristianos, gente venida de fuera de Sigüenza y, si seguimos así, será el último en ver reconocido su sufrimiento por Cristo.

 Escribo porque el tema me interesa desde la adolescencia, una época en la que preguntaba a los sacerdotes más importante de Sigüenza que cuándo se iba a declarar mártir a don Eustaquio y manifestaban total indiferencia no considerándolo un obispo santo, a lo cual yo respondía siempre lo mismo: que iba por mártir, no por santo, luego como obispo podía haberles gustado o no. El obispo don Lorenzo Bereciartúa, por lo menos, se interesó para que tuviera una sepultura digna y encargó al escultor Ángel Bayon Used el sepulcro de mármol que actualmente cubre su tumba.

 Posteriormente el obispo don José Sánchez tomó el tema con la provincia eclesiástica de Toledo y alguna otra diócesis, afrontando el tema en Diciembre de 2003 para un total de 947 mártires. No recuerdo el año, pero teniendo a un antiguo compañero de estudios históricos en la universidad Gregoriana de Roma que prestaba un servicio importante en la Congregación de los Santos, le pregunté si sabía algo del tema de don Eustaquio y hablamos con la religiosa que recibía las solicitudes de las diócesis quien nos informó de la petición y, cuando nos enteramos del número de mártires, comentamos que habría habido que esperar muchos decenios antes de ver algún resultado y, quizá por eso, pidieron de Roma la división por diócesis, de ahí que el número se redujese al obispo y otros 45.

 Está claro que no fueron los únicos, pero es bueno empezar y no dejarlo, porque es una empresa larga, que necesita empeño y por eso es importante apoyar al postulador; mientras tanto renovemos el recuerdo de don Eustaquio. Lo dicho, ha sido una buena noticia.

Pedro A. Olea Álvarez

Sigüenza 29 de Abril de 2025

Viñeta

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